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Acogida caótica de refugiados en Berlín

Viernes, 11 de diciembre de 2015 00:30
<div>Un centro de acogida a refugiados en Berlin. Archivo</div>
"­Son condiciones de acogida inhumanas!", protesta una voluntaria harta de la situación sanitaria deplorable en un centro de refugiados de Berlín.
"Hay niños con sarna que no reciben ningún tratamiento médico y siguen jugando con los demás", cuenta a la AFP esta mujer, que quiere conservar el anonimato.
"No hay duchas, tenemos que llevar a los refugiados a una piscina para que puedan lavarse. Y los retretes móviles están en el exterior, pese al frío", explica esta berlinesa que desde hace seis meses dedica a los refugiados algunas de sus horas libres.
El antiguo aeropuerto de Tempelhof se transformó deprisa en un centro de refugiados inmenso.
Antes de Navidad 4.500 sirios, afganos y de otras nacionalidades que piden asilo en el país vivirán hacinados en estas instalaciones de 100 metros de largo y 20 de alto.
Se alojan en edificios concebidos para el mantenimiento de los aviones y no para recibir a personas que huyen de la guerra o la miseria.
Duermen 15 en cada tienda, en literas.
Los migrantes sufren una epidemia de diarrea y, a lo sumo, se pueden duchar cada cuatro días, según el organismo público "Consejo para los refugiados".
Ya estallaron peleas que necesitaron la intervención de la policía.

Demanda
En lo que va del año, unos 70.000 refugiados llegaron a Berlín, pero muchos han sido enviados a otras regiones del país, que en total superará probablemente el millón de migrantes en 2015.
En virtud de un reparto nacional establecido en función de la población, Berlín solo gestiona el 5 por ciento de los migrantes registrados, contra más del 21 por ciento, por ejemplo, de Renania del Norte Westfalia o el 15% de Baviera.
Sin embargo, desde hace seis meses impera el caos delante de la administración encargada del registro de los solicitantes de asilo, el Lageso.
Los refugiados que ya vivieron una odisea por Europa para llegar allí tienen que esperar días, a veces semanas, delante del edificio para obtener un dossier de demanda de asilo o prestaciones sociales.
El dirigente de Lageso Franz Allert se vio obligado el miércoles a dimitir por presiones del alcalde, Michael Mller, que le reprochó su gestión desastrosa.

Montaña de dossieres
La vicepresidenta del Bundestag y diputada de los Verdes, Claudia Roth, afirma que la situación es "aterradora, no es digna de una sociedad democrática en un Estado de derecho".
En una carta abierta dirigida al alcalde de Berlín, la responsable política pidió iniciativas para que los migrantes dejen de esperar "horas, o días (...), a veces en el lodo, bajo la lluvia o un diluvio".
En el edificio, los funcionarios están desbordados.
"Los dossieres que no han sido tratados se acumulan en grandes sobres de correos y en grandes sobres amarillos amontonados en varias oficinas", describe un empleado de Lageso entrevistado por la radio local RBB.
"No hay un sistema de clasificación. Hay colegas a los que llamamos investigadores que tienen que encontrar los expedientes que necesitamos", explicó.
En octubre, frente al Lageso, un pederasta secuestró a un niño bosnio de cuatro años aprovechando, según parece, el caos reinante. Luego lo violó y lo mató.

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"­Son condiciones de acogida inhumanas!", protesta una voluntaria harta de la situación sanitaria deplorable en un centro de refugiados de Berlín.
"Hay niños con sarna que no reciben ningún tratamiento médico y siguen jugando con los demás", cuenta a la AFP esta mujer, que quiere conservar el anonimato.
"No hay duchas, tenemos que llevar a los refugiados a una piscina para que puedan lavarse. Y los retretes móviles están en el exterior, pese al frío", explica esta berlinesa que desde hace seis meses dedica a los refugiados algunas de sus horas libres.
El antiguo aeropuerto de Tempelhof se transformó deprisa en un centro de refugiados inmenso.
Antes de Navidad 4.500 sirios, afganos y de otras nacionalidades que piden asilo en el país vivirán hacinados en estas instalaciones de 100 metros de largo y 20 de alto.
Se alojan en edificios concebidos para el mantenimiento de los aviones y no para recibir a personas que huyen de la guerra o la miseria.
Duermen 15 en cada tienda, en literas.
Los migrantes sufren una epidemia de diarrea y, a lo sumo, se pueden duchar cada cuatro días, según el organismo público "Consejo para los refugiados".
Ya estallaron peleas que necesitaron la intervención de la policía.

Demanda
En lo que va del año, unos 70.000 refugiados llegaron a Berlín, pero muchos han sido enviados a otras regiones del país, que en total superará probablemente el millón de migrantes en 2015.
En virtud de un reparto nacional establecido en función de la población, Berlín solo gestiona el 5 por ciento de los migrantes registrados, contra más del 21 por ciento, por ejemplo, de Renania del Norte Westfalia o el 15% de Baviera.
Sin embargo, desde hace seis meses impera el caos delante de la administración encargada del registro de los solicitantes de asilo, el Lageso.
Los refugiados que ya vivieron una odisea por Europa para llegar allí tienen que esperar días, a veces semanas, delante del edificio para obtener un dossier de demanda de asilo o prestaciones sociales.
El dirigente de Lageso Franz Allert se vio obligado el miércoles a dimitir por presiones del alcalde, Michael Mller, que le reprochó su gestión desastrosa.

Montaña de dossieres
La vicepresidenta del Bundestag y diputada de los Verdes, Claudia Roth, afirma que la situación es "aterradora, no es digna de una sociedad democrática en un Estado de derecho".
En una carta abierta dirigida al alcalde de Berlín, la responsable política pidió iniciativas para que los migrantes dejen de esperar "horas, o días (...), a veces en el lodo, bajo la lluvia o un diluvio".
En el edificio, los funcionarios están desbordados.
"Los dossieres que no han sido tratados se acumulan en grandes sobres de correos y en grandes sobres amarillos amontonados en varias oficinas", describe un empleado de Lageso entrevistado por la radio local RBB.
"No hay un sistema de clasificación. Hay colegas a los que llamamos investigadores que tienen que encontrar los expedientes que necesitamos", explicó.
En octubre, frente al Lageso, un pederasta secuestró a un niño bosnio de cuatro años aprovechando, según parece, el caos reinante. Luego lo violó y lo mató.

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