Gimnasia ganó su cuarto juego al hilo y quiere seguir la fiesta el domingo | Gimnasia y Tiro

La imagen de hace un mes atrás, de abatimiento e incertidumbre; las tensiones, las dos derrotas consecutivas, los cuestionamientos al entrenador y los semblantes pálidos hoy solo parecen ser un mal recuerdo del anecdotario de un trance amargo y pasajero para este Gimnasia y Tiro que, de a poco, va modificando esa imagen se endulza con el correr de las fechas.

Hoy el presente es otro. El abatimiento mutó en esperanzas, las incertidumbres en certezas, las tensiones se trocaron por un eventual remanso. Y los cuestionamientos a Luis Rueda se reemplazaron, por ahora, por un saldo a favor de un DT que prácticamente comenzó el torneo en la cornisa del descrédito general.

Gimnasia hilvanó ayer su cuarta victoria consecutiva, racha positiva de la cual no gozaba desde hace tiempo, tras vencer -por primera vez en la breve historia de ambos- a San Jorge en Tucumán por 2 a 0, gracias a las conquistas de Leandro Zárate y Pablo Motta en el complemento. Y más allá de quebrar una racha que lo marcaba, del espaldarazo anímico de una nueva victoria para engordar la confianza, crecer en la tabla y quedar como cómodo segundo de la zona detrás del líder Juventud Antoniana a seis días del esperado clásico con el santo, el dulce sabor de la victoria se refuerza en las formas y en el sustancial crecimiento futbolístico de un equipo con nombre y altos pesos específicos, al que esta vez sus apariciones esporádicas le alcanzaron y sobraron para vencer con autoridad y solvencia a un limitado expreso.

Un aviso de la Chancha con un soberbio cabezazo al palo a los 25' del primer tiempo y un cabezazo de Ocaño que un defensor despejó en la línea a los 3' del complemento mostraban que el albo comenzaba a rodearle la manzana al expreso, y en los momentos que aceleró, castigó: con un testazo esta vez a la red de Zárate (23') y una definición soberbia de Motta tras una serie de rebotes (31').

La imagen de hace un mes atrás, de abatimiento e incertidumbre; las tensiones, las dos derrotas consecutivas, los cuestionamientos al entrenador y los semblantes pálidos hoy solo parecen ser un mal recuerdo del anecdotario de un trance amargo y pasajero para este Gimnasia y Tiro que, de a poco, va modificando esa imagen se endulza con el correr de las fechas.

Hoy el presente es otro. El abatimiento mutó en esperanzas, las incertidumbres en certezas, las tensiones se trocaron por un eventual remanso. Y los cuestionamientos a Luis Rueda se reemplazaron, por ahora, por un saldo a favor de un DT que prácticamente comenzó el torneo en la cornisa del descrédito general.

Gimnasia hilvanó ayer su cuarta victoria consecutiva, racha positiva de la cual no gozaba desde hace tiempo, tras vencer -por primera vez en la breve historia de ambos- a San Jorge en Tucumán por 2 a 0, gracias a las conquistas de Leandro Zárate y Pablo Motta en el complemento. Y más allá de quebrar una racha que lo marcaba, del espaldarazo anímico de una nueva victoria para engordar la confianza, crecer en la tabla y quedar como cómodo segundo de la zona detrás del líder Juventud Antoniana a seis días del esperado clásico con el santo, el dulce sabor de la victoria se refuerza en las formas y en el sustancial crecimiento futbolístico de un equipo con nombre y altos pesos específicos, al que esta vez sus apariciones esporádicas le alcanzaron y sobraron para vencer con autoridad y solvencia a un limitado expreso.

Un aviso de la Chancha con un soberbio cabezazo al palo a los 25' del primer tiempo y un cabezazo de Ocaño que un defensor despejó en la línea a los 3' del complemento mostraban que el albo comenzaba a rodearle la manzana al expreso, y en los momentos que aceleró, castigó: con un testazo esta vez a la red de Zárate (23') y una definición soberbia de Motta tras una serie de rebotes (31').