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La boutique de Barbie, donde cada prenda está hecha con amor

Domingo, 02 de agosto de 2015 00:00
Jésica construyó sobre una pared un mundo para su gente de 29,2 cm de alto. Pablo Yapura
"¿Le hacés ropita a mi Barbie?", le preguntó una sobrina a Jésica Rosales (28), cuando esta estaba gestando a su primer hijo, Esteban (3). La empatía femenina y ancestral entre la niña y su tía gestó el microemprendimiento La boutique de Barbie. Este sitio de Facebook ya tiene 697 seguidores y lo va impulsando el boca a boca de clientas satisfechas. Las pequeñas prendas muestran un acabado tan profesional con dobladillos y terminados de costura seguros que hacen sospechar de fotoshop. Pero cuando Jésica abre su valija en las bancas cercanas al mítico Balderrama (los sábados por la tarde en el Paseo de los Poetas), tanto madres como niñas pueden comprobar que las ilusiones pueden estar hechas de materia real.
La alemana Bettina Dorfmann entró en el Guinness de los Récords por su colección de 15 mil muñecas.
Jésica es una ama de casa que no tenía conocimientos de costura, pero a fuerza de experimentación consiguió crear prendas actuales y de alta clase para las figuras articuladas de 29,2 cm. Como la mítica rubia está compartiendo el podio de la popularidad infantil con otras líneas como las Ever After High y las Monster High, Jésica debió ceder sus predilecciones estéticas y coser también para estos cuerpos de proporciones geométricas y exageradas.
Calzas legging, buzos con capucha, boleritos y camperas en cuero, chaquetas de jean con puños desgastados, faldas, enterizos, polerones y minishorts. Todo con bolsillos reales y vistos, botones, cierres, diseños estampados y tachas. Todo para perderse nostálgicos en la bruma de una infancia con Barbies de los 80 y 90, ataviadas con trapos atados desmañadamente por hilos.
150 países venden la muñeca más famosa de todos los tiempos, aunque está prohibida en muchos.
La joven modista le cuenta a El Tribuno que primero bajó moldes para estas muñecas de internet, pero como el cuerpo de Barbie fue rediseñado en 1997 y ahora tiene una cintura y caderas más anchas y menos busto, las prendas no les quedaban a las modernas Fashionistas. Entonces debió aprender a cortar patrones rudimentarios. Sin problemas revela que usa una máquina casera, ideal para coser puntadas decorativas y de acabados en paños livianos. Pero que también responde muy bien a otras telas como el jean, modal, micropolar, gabardina y elastizada.
Manejando una amplia gama de puntadas para varios grosores logró también desarrollar minivestidos, capas y sacos cruzados de barracán, que hubieran agradado a mujeres de primoroso vestir como Jacqueline Kennedy Onassis.
También trabaja con etiquetas de papel transfer impresas para los diseños estampados y con perlas y minitachas para simular botones.

barbie 2.jpg
La joven se da el gusto de diseñar la ropa a medida. Pablo Yapura
Así, descubriendo y redescubriendo soluciones para un oficio desconocido, se reconectó con su fascinación por ese personaje sobre el que pesan muchas miradas prejuiciosas. "Siempre hubo Barbies en nuestra casa. Mis hermanas, Pamela (26) y Melisa (25), y yo las adorábamos. No recuerdo cuántas llegamos a tener, pero sí que las fuimos regalando a los 12 o 13 años, cuando ya estábamos en otra cosa", recuerda.
Incluso dice que una vez montó un berrinche porque su mamá le había regalado una cadenita de oro para su decimotercer cumpleaños. Tanto llanto conmovió a su papá, quien apareció con otra muñeca más, una de largos cabellos y con accesorios para peinarla. Así de importante era la Barbie entre sus afectos.
Desde una vitrina, en su casa actual en la zona sur de la ciudad, un staff de 49 muñecos son una señal de ello. En el hábitat que les armó sobre repisas se nota el ascendiente femenino. Solo contravenido por un Ryan y un Ken (Fashionistas), un Fred (Scooby Doo) y otros dos Ken, pero de los 90. Para ellos también cose, aunque sin tanta inspiración. "Nunca me gustó Ken. Es más, no tuve de chica porque eran caros y no se conseguían", detalla.
Una vez que hubo cosido un centenar de prendas, volvió a arrojar sus redes al universo informático para hallar compradores. Así trabó amistad con coleccionistas que la introdujeron en las líneas de Barbie para adultos. Lejos de la apariencia seriada de las muñecas diseñadas para niñas, en sus estantes son mayoría destacada las black label, basics colection 001, básics colection 002, colection red, top models, hollidays, dreams house y style. Sin embargo, Jésica lejos está de considerarse una coleccionista. Solo emplea las muñecas para exhibir sus creaciones por su fanpage. Además, a varias las compró en ferias americanas u ofertas de Mercado Libre. También las adquirió pujando por los precios en el Face Barbie Market Argentina. Siempre estas incursiones le dejan clientes en otras provincias.

Muy buenas reacciones de las madres
Jésica dice que son más las madres que las niñas quienes anhelan comprar y elegirle ropa a las muñecas. A pesar de su éxito y de tener entre sus compradores a seis coleccionistas de Buenos Aires, la economía que surge de estas ventas solo retroalimenta otras compras de Barbies. Lo que genera el respeto de Cristian Díaz (28), el marido de Jésica. Además de Esteban, ellos tienen otra hija, Brenda (1), aún pequeña para manipularlas y más seducida por acunar bebotes. A pesar de ser un ícono de la moda y el coleccionismo, muchos juicios severos pesan sobre Barbie y sus adeptos. "En Facebook me pusieron cómo puedo fomentar que las nenas jueguen con una muñeca tan delgada. Yo borré el comentario. Crecí con muñecas, también mis primas y hermanas, y no nos pasó eso nunca por la cabeza. Barbie es enfermera, maestra, doctora, ingeniera... es una mujer independiente que se vale por sí misma. No la veo como un modelo que te lleve a la bulimia o la anorexia", la defiende Jésica.
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"¿Le hacés ropita a mi Barbie?", le preguntó una sobrina a Jésica Rosales (28), cuando esta estaba gestando a su primer hijo, Esteban (3). La empatía femenina y ancestral entre la niña y su tía gestó el microemprendimiento La boutique de Barbie. Este sitio de Facebook ya tiene 697 seguidores y lo va impulsando el boca a boca de clientas satisfechas. Las pequeñas prendas muestran un acabado tan profesional con dobladillos y terminados de costura seguros que hacen sospechar de fotoshop. Pero cuando Jésica abre su valija en las bancas cercanas al mítico Balderrama (los sábados por la tarde en el Paseo de los Poetas), tanto madres como niñas pueden comprobar que las ilusiones pueden estar hechas de materia real.
La alemana Bettina Dorfmann entró en el Guinness de los Récords por su colección de 15 mil muñecas.
Jésica es una ama de casa que no tenía conocimientos de costura, pero a fuerza de experimentación consiguió crear prendas actuales y de alta clase para las figuras articuladas de 29,2 cm. Como la mítica rubia está compartiendo el podio de la popularidad infantil con otras líneas como las Ever After High y las Monster High, Jésica debió ceder sus predilecciones estéticas y coser también para estos cuerpos de proporciones geométricas y exageradas.
Calzas legging, buzos con capucha, boleritos y camperas en cuero, chaquetas de jean con puños desgastados, faldas, enterizos, polerones y minishorts. Todo con bolsillos reales y vistos, botones, cierres, diseños estampados y tachas. Todo para perderse nostálgicos en la bruma de una infancia con Barbies de los 80 y 90, ataviadas con trapos atados desmañadamente por hilos.
150 países venden la muñeca más famosa de todos los tiempos, aunque está prohibida en muchos.
La joven modista le cuenta a El Tribuno que primero bajó moldes para estas muñecas de internet, pero como el cuerpo de Barbie fue rediseñado en 1997 y ahora tiene una cintura y caderas más anchas y menos busto, las prendas no les quedaban a las modernas Fashionistas. Entonces debió aprender a cortar patrones rudimentarios. Sin problemas revela que usa una máquina casera, ideal para coser puntadas decorativas y de acabados en paños livianos. Pero que también responde muy bien a otras telas como el jean, modal, micropolar, gabardina y elastizada.
Manejando una amplia gama de puntadas para varios grosores logró también desarrollar minivestidos, capas y sacos cruzados de barracán, que hubieran agradado a mujeres de primoroso vestir como Jacqueline Kennedy Onassis.
También trabaja con etiquetas de papel transfer impresas para los diseños estampados y con perlas y minitachas para simular botones.

barbie 2.jpg
La joven se da el gusto de diseñar la ropa a medida. Pablo Yapura
Así, descubriendo y redescubriendo soluciones para un oficio desconocido, se reconectó con su fascinación por ese personaje sobre el que pesan muchas miradas prejuiciosas. "Siempre hubo Barbies en nuestra casa. Mis hermanas, Pamela (26) y Melisa (25), y yo las adorábamos. No recuerdo cuántas llegamos a tener, pero sí que las fuimos regalando a los 12 o 13 años, cuando ya estábamos en otra cosa", recuerda.
Incluso dice que una vez montó un berrinche porque su mamá le había regalado una cadenita de oro para su decimotercer cumpleaños. Tanto llanto conmovió a su papá, quien apareció con otra muñeca más, una de largos cabellos y con accesorios para peinarla. Así de importante era la Barbie entre sus afectos.
Desde una vitrina, en su casa actual en la zona sur de la ciudad, un staff de 49 muñecos son una señal de ello. En el hábitat que les armó sobre repisas se nota el ascendiente femenino. Solo contravenido por un Ryan y un Ken (Fashionistas), un Fred (Scooby Doo) y otros dos Ken, pero de los 90. Para ellos también cose, aunque sin tanta inspiración. "Nunca me gustó Ken. Es más, no tuve de chica porque eran caros y no se conseguían", detalla.
Una vez que hubo cosido un centenar de prendas, volvió a arrojar sus redes al universo informático para hallar compradores. Así trabó amistad con coleccionistas que la introdujeron en las líneas de Barbie para adultos. Lejos de la apariencia seriada de las muñecas diseñadas para niñas, en sus estantes son mayoría destacada las black label, basics colection 001, básics colection 002, colection red, top models, hollidays, dreams house y style. Sin embargo, Jésica lejos está de considerarse una coleccionista. Solo emplea las muñecas para exhibir sus creaciones por su fanpage. Además, a varias las compró en ferias americanas u ofertas de Mercado Libre. También las adquirió pujando por los precios en el Face Barbie Market Argentina. Siempre estas incursiones le dejan clientes en otras provincias.

Muy buenas reacciones de las madres
Jésica dice que son más las madres que las niñas quienes anhelan comprar y elegirle ropa a las muñecas. A pesar de su éxito y de tener entre sus compradores a seis coleccionistas de Buenos Aires, la economía que surge de estas ventas solo retroalimenta otras compras de Barbies. Lo que genera el respeto de Cristian Díaz (28), el marido de Jésica. Además de Esteban, ellos tienen otra hija, Brenda (1), aún pequeña para manipularlas y más seducida por acunar bebotes. A pesar de ser un ícono de la moda y el coleccionismo, muchos juicios severos pesan sobre Barbie y sus adeptos. "En Facebook me pusieron cómo puedo fomentar que las nenas jueguen con una muñeca tan delgada. Yo borré el comentario. Crecí con muñecas, también mis primas y hermanas, y no nos pasó eso nunca por la cabeza. Barbie es enfermera, maestra, doctora, ingeniera... es una mujer independiente que se vale por sí misma. No la veo como un modelo que te lleve a la bulimia o la anorexia", la defiende Jésica.
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