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Samaipata: un misterio para visitar

Jueves, 10 de septiembre de 2015 00:00
Territorio de bellezas y sorpresas, Samaipata dista de Salta unas 13 horas. Está a solo 120 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra y encierra uno de los grandes misterios del continente. Es que en el cerro El Fuerte se encuentran las ruinas de lo que debió ser un sitio de culto. Desde allí se domina visualmente todo el entorno. Hacia el este se abren las Yungas y hacia el oeste la selva amazónica. En la punta de este cerro, tallado sobre la roca arenisca, un monumento ceremonial que por sucesivas ocupaciones del lugar es llamado El Fuerte. Se trata de 350 metros de una estructura misteriosa que supera nuestros conocimientos actuales. Por su ubicación especial fue ocupado por los incas, quienes la conocieron ya despoblado y habitado por los mitos. Se decía, como de Tiwanaku, que allí habían sobrevivido los últimos hombres luego de un diluvio universal. En realidad, se encuentra en una línea directa con las ruinas de La Paz, parte de un pasado de nuestra región que se pierde en el mundo del mito.
Un lugar bello
El pueblo nos recuerda a otros que son muy similares a lo largo de las estribaciones de los Andes. Puede comparárselo con Animaná o Tilcara. De todos tiene un poco. La magia del lugar atrajo a miles de aventureros y artesanos, que han creado una comunidad propia en El Chorrillo, a pocos kilómetros de Samaipata. Los "santacruceños de plata", como nos cuentan, han decidido invertir en casonas que dan hospedajes o simplemente son sus casas de fin de semana. Nada de esto alteró a la vida local, que sigue con las fiestas de sus vírgenes y santos, cultivando mucho de las frutas y especias con que se alimenta la gigantesca ciudad de Santa Cruz de la Sierra.
Desde allí se llega en un colectivo que sale cerca de la Vieja Terminal de Ómnibus -como se la conoce ahora- y que en una hora y media llega al pueblo. El precio del viaje es de 30 bolivianos, algo así como 60 pesos. Una vez en Samaipata, puede buscarse hospedaje en los más de 30 lugares habilitados en el ejido o en las casonas de los alrededores. Los precios comienzan con 100 bolivianos, unos 200 pesos.
En Samaipata puede contratarse un taxi que por otros 50 bolivianos -unos 100 argentinos- puede llevarlo hasta las ruinas. Cuando fuimos, aún estaba cementándose el camino de subida, ya que arriba se montó una excelente forma de ver las ruinas, especialmente construida para recibir al público de todo el mundo atraído por el misterio de El Fuerte. El precio de la entrada es de 20 bolivianos y la caminata es libre, con varios paradores. Hay que caminar por aproximadamente dos horas hasta el fin del recorrido. En medio podemos toparnos con fauna autóctona, ya que el lugar es parte del parque nacional Santa Rosa de Amboró.
Al fin, llegamos a divisar la piedra labrada. Es una rampa gigantesca que desde nuestro punto de vista semeja el rostro de una persona con la lengua afuera. Tiene canaletas cruzadas, desniveles y varias escaleras, Abajo, la kancha, que seguramente reunió a miles de personas cuando el lugar estaba vivo. Falta algo: dicen que hay que dejar correr agua por las ranuras y que se define una serpiente. ¿Qué constelaciones veían salir de aquí? No hay datación sobre la edad de El Fuerte. A uno de los costados se encuentra la Chinkana, un pozo al cual no se le conoce fondo y que conecta con el "mundo subterráneo" andino. ¿Qué es? ¿De qué se trata todo esto? Según Rex González, de una cultura "moxocoya" misteriosa y perdida. Evo Morales presidió allí la salida del lucero del alba en junio de 2014. Una magia que sentimos al estar allí.

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Territorio de bellezas y sorpresas, Samaipata dista de Salta unas 13 horas. Está a solo 120 kilómetros de Santa Cruz de la Sierra y encierra uno de los grandes misterios del continente. Es que en el cerro El Fuerte se encuentran las ruinas de lo que debió ser un sitio de culto. Desde allí se domina visualmente todo el entorno. Hacia el este se abren las Yungas y hacia el oeste la selva amazónica. En la punta de este cerro, tallado sobre la roca arenisca, un monumento ceremonial que por sucesivas ocupaciones del lugar es llamado El Fuerte. Se trata de 350 metros de una estructura misteriosa que supera nuestros conocimientos actuales. Por su ubicación especial fue ocupado por los incas, quienes la conocieron ya despoblado y habitado por los mitos. Se decía, como de Tiwanaku, que allí habían sobrevivido los últimos hombres luego de un diluvio universal. En realidad, se encuentra en una línea directa con las ruinas de La Paz, parte de un pasado de nuestra región que se pierde en el mundo del mito.
Un lugar bello
El pueblo nos recuerda a otros que son muy similares a lo largo de las estribaciones de los Andes. Puede comparárselo con Animaná o Tilcara. De todos tiene un poco. La magia del lugar atrajo a miles de aventureros y artesanos, que han creado una comunidad propia en El Chorrillo, a pocos kilómetros de Samaipata. Los "santacruceños de plata", como nos cuentan, han decidido invertir en casonas que dan hospedajes o simplemente son sus casas de fin de semana. Nada de esto alteró a la vida local, que sigue con las fiestas de sus vírgenes y santos, cultivando mucho de las frutas y especias con que se alimenta la gigantesca ciudad de Santa Cruz de la Sierra.
Desde allí se llega en un colectivo que sale cerca de la Vieja Terminal de Ómnibus -como se la conoce ahora- y que en una hora y media llega al pueblo. El precio del viaje es de 30 bolivianos, algo así como 60 pesos. Una vez en Samaipata, puede buscarse hospedaje en los más de 30 lugares habilitados en el ejido o en las casonas de los alrededores. Los precios comienzan con 100 bolivianos, unos 200 pesos.
En Samaipata puede contratarse un taxi que por otros 50 bolivianos -unos 100 argentinos- puede llevarlo hasta las ruinas. Cuando fuimos, aún estaba cementándose el camino de subida, ya que arriba se montó una excelente forma de ver las ruinas, especialmente construida para recibir al público de todo el mundo atraído por el misterio de El Fuerte. El precio de la entrada es de 20 bolivianos y la caminata es libre, con varios paradores. Hay que caminar por aproximadamente dos horas hasta el fin del recorrido. En medio podemos toparnos con fauna autóctona, ya que el lugar es parte del parque nacional Santa Rosa de Amboró.
Al fin, llegamos a divisar la piedra labrada. Es una rampa gigantesca que desde nuestro punto de vista semeja el rostro de una persona con la lengua afuera. Tiene canaletas cruzadas, desniveles y varias escaleras, Abajo, la kancha, que seguramente reunió a miles de personas cuando el lugar estaba vivo. Falta algo: dicen que hay que dejar correr agua por las ranuras y que se define una serpiente. ¿Qué constelaciones veían salir de aquí? No hay datación sobre la edad de El Fuerte. A uno de los costados se encuentra la Chinkana, un pozo al cual no se le conoce fondo y que conecta con el "mundo subterráneo" andino. ¿Qué es? ¿De qué se trata todo esto? Según Rex González, de una cultura "moxocoya" misteriosa y perdida. Evo Morales presidió allí la salida del lucero del alba en junio de 2014. Una magia que sentimos al estar allí.

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