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Sabado, 17 de diciembre de 2016 22:19
<p>María Luisa, entre modelos que lucen su última colección inspirada en el fétish.</p>

En no pocas ocasiones uno se olvida de soñar los sueños, mientras tiene en mano "el relojito enviado desde el infierno, interruptor de los bellos sueños", del que hablaba con su pluma de insinuante imaginería la poeta Alejandra Pizarnik. Pero el destino también escarnece a nuestras circunstancias desfavorables y por ahí nos sale al paso en alguna curva, límpido y brillante. Palabras más, palabras menos es lo que le ocurrió a María Luisa Vázquez (36), nacida en Salvador Mazza y que, agobiada por no ver claro su futuro, emigró a España "sin un objetivo". En ese país trabajó como niñera, en un hostal, como animadora y en un call center, hasta que le llegó una propuesta laboral como recepcionista de un odontólogo en Palermo (Italia).

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En no pocas ocasiones uno se olvida de soñar los sueños, mientras tiene en mano "el relojito enviado desde el infierno, interruptor de los bellos sueños", del que hablaba con su pluma de insinuante imaginería la poeta Alejandra Pizarnik. Pero el destino también escarnece a nuestras circunstancias desfavorables y por ahí nos sale al paso en alguna curva, límpido y brillante. Palabras más, palabras menos es lo que le ocurrió a María Luisa Vázquez (36), nacida en Salvador Mazza y que, agobiada por no ver claro su futuro, emigró a España "sin un objetivo". En ese país trabajó como niñera, en un hostal, como animadora y en un call center, hasta que le llegó una propuesta laboral como recepcionista de un odontólogo en Palermo (Italia).

"No es por menospreciar a nadie, pero España no es un puesto para inmigrantes. Allí aunque no creas la gente es racista, no te da oportunidades de trabajar o de crecer culturalmente. Solo se puede aspirar al trabajo que los españoles nunca harían", señaló Luisa, en diálogo con El Tribuno.

En cambio en Italia se reencontró con un anhelo de su niñez. En las tardes sofocantes de Salvador Mazza, ojeaba las revistas Para Ti que le llegaban a las manos con retraso y en su mente se sucedían vívidas imágenes en las que vestía a Susana Giménez, "la diva número uno de la Argentina".

"Siempre amé la moda, pero en Argentina es una profesión que no se toma muy en serio, sobre todo en el Norte, donde no existen escuelas de diseño", define María Luisa. Por su cercanía con la frontera boliviana, compraba telas a buen precio en ese país y buscaba modistas con ánimo de innovar y que tuvieran condiciones de materializar sus "ideas locas". Veinte años más tarde y ya en Italia, desde su puesto de recepcionista caía rendida ante las noticias de Milán, la capital de la moda italiana, y la amplia oferta de escuelas de calidad para estudiar diseño de modas en la ciudad donde reside. En 2012 se inscribió en la prestigiosa Accademia del Lusso, de donde egresaría cuatro años después calificada con el máximo promedio.

Alta costura

Sus proyectos actuales la distanciaron de la admiración privativa hacia las mujeres de la farándula y la hicieron enfocarse en clientes de élite.

"La alta moda no es una cosa que se la pueden permitir todos. Un vestido te puede costar lo que te puede costar una casa, pero es el sector de la moda donde deseo estar", precisa María Luisa. Junto con los diseñadores Darío Princiotta y Davorín Cordone son dueños del Fashion Atelier y tienen en la mira abrir un local en la propia París.

Su última colección (ver foto) solo puede ser el resultado de una diseñadora concentrada en el logro de la perfección.

María Luisa trabaja con materiales onerosos y difíciles de hallar y manejar como el látex o tejidos elaborados con metales e imposibles de coser. Todo requiere de mucha técnica para que dibujen una silueta perfecta. "Son vestidos que te dan seguridad y personalidad y están inspirados en un tema muy espinoso: el 'fétish'. A mucha gente le vienen en mente perversiones sexuales o incluso pornografía, pero yo decidí darle una mirada diferente, al final el 'fétish' es también una especie de religión primitiva y la moda es para muchas mujeres una religión", señala.

La colección se compone de corsés, vestidos y capas hechos en vinil y látex. Cada pieza que compone los equipos demanda hasta 60 horas de trabajo.

"El látex es un material que no va cosido, sino tratado con respeto y para llegar a este resultado tuve que hacer muchas pruebas. Son muy pocos los que se ocupan de este material: el látex couture", comenta.

La salteña agrega que el material conlleva muchos secretos que hay que conocer a fondo como el espesor del látex, de 0,60 mm, y como "coserlo" sin costuras, es decir, vulcanizándolo con un pegamento. Aun así el látex se rompe fácilmente y una vez realizado el vestido, este se debe conservar sin arrugarlo, porque no se puede planchar. Por ello supone un reto mayúsculo para cualquier estilista de moda.

Palermo mágica

La historia milenaria de Palermo, capital de la región autónoma de Sicilia, ha dotado a esta ciudad de un considerable patrimonio artístico y arquitectónico que abarca desde restos púnicos hasta casas con estilo art nouveau, pasando por residencias de impronta árabe y normanda, iglesias barrocas y teatros neoclásicos. "Aquí todo es cultura y no existe un lugar que no te cuente una historia, pero el teatro Massimo es mi lugar favorito. Puedo pasar horas y horas viéndolo e inspirándome en sus columnas griegas", detalla María Luisa.

La salteña asegura que la moda es su forma de comunicar al mundo y que el estilo que propone describe a una mujer fuerte intelectualmente e independiente. "Apunto a una mujer sabia que no se expone a mostrar sus atributos porque no tiene otra cosa que mostrar, sino a una mujer que seduce con elegancia y gracia", detalla.

En este momento nuestra diseñadora Lejos del pago está muy atareada porque en enero junto con sus socios irán a la Semana de la Moda de París. Sobre ellos, Darío Princiotta y Davorín Cordone, dirá que los conoció estudiando en la Accademia Del Lusso Scuola di Moda e Design y que los eligió porque "el talento se busca y se encuentra".

Añade que -por ahora- eso le quita tiempo para pensar en la Navidad lejos de los suyos. Aquí dejó a su madre, Graciela Ferreyra, y a sus hermanas Gabriela, Patricia, Ivana y "la más pequeña" Estefanía. "Es muy difícil dejar todo y a todos, es una decisión que se debe pensar muy bien", señala. "Estando lejos me tocó vivir situaciones muy tristes, y perderme nacimientos y muertes. Cada vez que regreso a Salta siempre falta alguien o conozco a algún integrante nuevo de la familia. Cuando me recibí imaginate que estaba sola, en el sentido de que no tenía a mi familia cerca", se desahoga. Y con todo el éxito la familia para María Luisa no deja de ser esa estrella que en apariencia se oculta cuando se la llama. "A mi lado siempre falta mi familia y por eso mi felicidad es incompleta. Para no extrañarlos tanto me lleno de trabajo", se sincera. Sin embargo, ahí está su destino límpido y brillante, que la hace agradecer de todos modos. "A Italia, le debo muchísimo porque estando aquí me decidí a cumplir el sueño de mi vida. Yo creo que no importa de dónde seas y que tan inalcanzable pueda ser tu sueño, si lo deseas con el corazón y luchas contra la adversidad se puede hacer realidad", concluye.

Los elegidos de María Luisa
Una comida: “La pasta, la pizza y la arancina (un plato típico de Sicilia) se comen todos los días. También me encantan el pescado y los mariscos de aquí”, dice.
Una bebida: “Me encanta el típico café italiano: el café ristretto. Mamma mia! con dos cafés de aquí no dormís una semana, pero ellos están acostumbrados”, cuenta.


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