El Tribuno también participó de este proceso y visitó las escuelas Alejandro Gauffín, de barrio San Remo, y Clara Linares Saravia de Arias, en el Intersindical, donde se encontró con dos realidades totalmente opuestas.
En el caso de la escuela Alejandro Gauffín, los jardineritos comenzaron las clases -en forma provisoria- en tres aulas de durlock que se le levantaron en el salón de actos. Un pasillo de apenas 90 centímetros los separa de las aulas de la primaria. Hasta abril, cuando esperan que se termine la construcción del espacio donde funcionará el nivel inicial, los pequeñitos compartirán baños y patio con los chicos más grandes. Esto obligará a los docentes tener un cuidado especial con sus chicos.
En el patio, pese a que ya había pasado más de una hora, los papás de los jardineritos seguían sacando fotos de este momento único: el ingreso a la escuela. Fueron muy pocos los que lloraron, pero algunos reclamaron porque llevaron la tacita y no les dieron la "merengada", en referencia a la merienda.
En la escuela Clara Linares Saravia de Arias, en el barrio Intersindical, hace dos años que cuentan con edificio nuevo. "Claro que tuvimos que esperar tres años para que lo entreguen pero ahora estamos muy cómodos", dijo Guadalupe Segovia, docente de la salita de 5.
La escuela Saravia trabaja con educación integradora, esto implica que los pequeños con capacidades diferentes asisten a esta institución. Cada sala trabaja con 24 niños en ambos turnos.
Acá la ansiedad también se hizo presente, sobre todo en los padres. "Les cuesta más a los papis que a los chicos. El despegue debe ser de los papás", dijo con una sonrisa Graciela, de 51 años y 24 años de experiencia en el aula.
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El Tribuno también participó de este proceso y visitó las escuelas Alejandro Gauffín, de barrio San Remo, y Clara Linares Saravia de Arias, en el Intersindical, donde se encontró con dos realidades totalmente opuestas.
En el caso de la escuela Alejandro Gauffín, los jardineritos comenzaron las clases -en forma provisoria- en tres aulas de durlock que se le levantaron en el salón de actos. Un pasillo de apenas 90 centímetros los separa de las aulas de la primaria. Hasta abril, cuando esperan que se termine la construcción del espacio donde funcionará el nivel inicial, los pequeñitos compartirán baños y patio con los chicos más grandes. Esto obligará a los docentes tener un cuidado especial con sus chicos.
En el patio, pese a que ya había pasado más de una hora, los papás de los jardineritos seguían sacando fotos de este momento único: el ingreso a la escuela. Fueron muy pocos los que lloraron, pero algunos reclamaron porque llevaron la tacita y no les dieron la "merengada", en referencia a la merienda.
En la escuela Clara Linares Saravia de Arias, en el barrio Intersindical, hace dos años que cuentan con edificio nuevo. "Claro que tuvimos que esperar tres años para que lo entreguen pero ahora estamos muy cómodos", dijo Guadalupe Segovia, docente de la salita de 5.
La escuela Saravia trabaja con educación integradora, esto implica que los pequeños con capacidades diferentes asisten a esta institución. Cada sala trabaja con 24 niños en ambos turnos.
Acá la ansiedad también se hizo presente, sobre todo en los padres. "Les cuesta más a los papis que a los chicos. El despegue debe ser de los papás", dijo con una sonrisa Graciela, de 51 años y 24 años de experiencia en el aula.