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Nicolás Orlando Breglia: El celibato es un instrumento arcaico que fue impuesto por una necesidad comercial

Miércoles, 04 de enero de 2017 01:30
Nicolás Orlando Breglia.
Nicolás Orlando Breglia es el gran maestre de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones. Días atrás estuvo en Salta para la inauguración del nuevo templo de la institución.
En diálogo con El Tribuno, compartió su visión sobre las denuncias de abuso sexual dentro de la Iglesia que se conocieron en Salta y cuestionó que siga existiendo el celibato porque "es contra natura".
Sin embargo, dijo que la masonería comparte banderas que levanta el papa Francisco, como las de la democracia, el republicanismo y el estar en contra de la utilización de la fe para ocupar cargos públicos.
¿Está creciendo la cantidad de masones?
En todo el país. Nos habíamos retirado después de 1976. A la masonería le fue muy bien en las democracias y mal en las dictaduras. El gran maestre de la masonería argentina estaba escondido en Mar del Plata. Los templos estaban escuálidos. Los masones tenían que protegerse ellos y a sus familias. Empezamos a volver tímidamente en 1983, con el advenimiento de la democracia.
El esfuerzo ha dado sus frutos y tenemos una masonería expandida en todo el país. Volvimos a aparecer en la sociedad. Tenemos presencia en las intendencias, las gobernaciones y el Gobierno nacional.
¿Cuántas personas forman parte de la masonería?
Aproximadamente 12.000 hombres. Las mujeres se están desarrollando en sus grandes logias.
¿Cuál es el rol de las mujeres hoy en la masonería?

En la nuestra, nosotros no las tenemos. No participan. En la Gran Logia Argentina, el pionero de la incorporación de la mujer fue Sarmiento, cuando fue gran maestre. Él planteó esa necesidad. Era un defensor de la idea de que las mujeres debían cultivarse porque eran las que educaban a los hijos. Creo que la presencia de las mujeres es fundamental porque es formativa. Además, en el ámbito cultural prácticamente no hay diferencias con la mujer.
A fines del siglo XIX había logias de adopción, que dependían de una logia regular dirigida por un maestro masón y estaban integradas por mujeres. Como no nos podemos integrar con las mujeres porque hay determinadas normas a nivel internacional que se deben cumplir, lo que hemos hecho es apoyar el desarrollo de la masonería femenina.
¿Las logias de mujeres son regulares?
Sí, son regulares para las logias femeninas. Nosotros no las reconocemos pero sí estamos trabajando en organizaciones colaterales de la masonería.
¿Qué visión tiene del papa Francisco?
Hay que decir que a nosotros nos condenan por nuestros aciertos, no por nuestros errores. La masonería, cuando se estructura en el siglo XVIII, nace para formar hombres que lideren un movimiento revolucionario, que fue el iluminismo, que trató de secularizar la sociedad y luchar contra todo tipo de discriminación.
Entonces se inicia una larga lucha de los absolutistas, que eran defensores del status quo y de los privilegios enquistados en la sociedad, del inmovilismo social y la discriminación. Por otro lado, estaban los que querían la democratización y la integración social.
Nosotros nos formamos en dos grandes corrientes. Una es la sajona, que es monárquica, teísta y conservadora y otra es la latina, que es republicana, laica, democrática y profundamente social. Esa masonería va a tener una gran influencia en todo el proceso emancipador. ¿Qué banderas levantó esa masonería? Las de la república democrática, laica, social e integradora.
Éramos anticlericales, no por estar en contra de la Iglesia sino en contra de la utilización de la fe para ocupar cargos públicos o de la justificación de la fe en la relación de mando y obediencia.
En el siglo XVIII había una predestinación divina de la ubicación en la sociedad. Cuando uno preguntaba por qué el monarca mandaba o tenía derecho, se respondía que era porque así lo había determinado Dios. Había una ubicación divina del poder. Contra todo eso se lucha. Hemos sido condenados por nuestros aciertos y no por nuestros errores. Planteábamos la soberanía popular y fuimos condenados. Planteábamos la república y la división de poderes y fuimos condenados. También el matrimonio civil y la igualdad del hombre y de la mujer.
Cuando decían que la mujer no tenía alma, nosotros hacíamos que las personas que ingresaban en la masonería juren por luchar contra la discriminación.
Con el Papa ocurre lo mismo. Hubo 300 años de enfrentamiento y de persecución a la masonería por defender los principios y derechos que ahora el Papa levanta como bandera.
El Papa, cuando asume, dice: "Yo soy republicano, laico, democrático y anticlerical". Anticlerical en el sentido de que está en contra de la utilización de la fe para ocupar cargos públicos. Por todo eso, a nosotros nos persiguieron durante 300 años. Equivocados no estábamos.
Si el Papa levanta esas banderas, que son nuestras, no podemos estar en contra. Lo que sí, vamos a ser custodios de que no se tergiversen esos valores. A veces se levantan nuestras banderas y, en forma oblicua, se socavan.
Somos fieles defensores de la república. Estamos en contra de todo autoritarismo. El Papa en este momento levanta valores que nosotros compartimos porque son nuestros.
Entonces creen que es un cambio.
Sí. Los jesuitas tienen muchos puntos de contacto con la masonería, si bien nos hemos enfrentado muchas veces. Hay puntos de encuentro y una de las razones es que los jesuitas nacen en la misma época que nosotros. Están influidos por el racionalismo y el iluminismo. Es la parte más racional de la Iglesia. No estamos integrados porque tenemos disidencias, como el dogmatismo. Nosotros no creemos en las verdades absolutas ni en la predestinación de una sociedad.
Creemos que el hombre es artífice de su propio destino. Y la sociedad se va construyendo en base a verdades relativas.
Dijo que los masones fueron condenados por sus aciertos. ¿Cuáles fueron sus errores?
Los errores de la masonería... no los tengo computados. Los aciertos han sido taxativos. Creemos en la separación de la Iglesia y el Estado. Planteamos el laicismo, pero no como una posición contraria a la religión, al contrario. La masonería inventa el laicismo en el siglo XVIII para terminar con las guerras de religión, que eran de exterminio.
Había enfrentamientos entre católicos y protestantes que eran terribles. Entonces, se plantea, como un concepto ecuménico. el laicismo, relegando a la religión al ámbito privado. También fuimos condenados por la separación de la enseñanza religiosa en los colegios.
En los colegios del Estado planteamos la neutralidad religiosa por un concepto democrático. Los que aportan para la educación pública son católicos, no católicos, agnósticos o ateos.
No decimos que las personas que tengan una concepción religiosa no se cultiven y tengan sus prácticas. Pero el ámbito educativo y político estatal tiene que ser neutral.
En Salta hay nuevas denuncias de abusos sexuales por parte de un sacerdote, Agustín Rosa...
Yo soy católico y veo con mucho dolor estas situaciones. Lo que ocurre es que, yo en lo personal, no creo en el celibato. Es un instrumento arcaico que fue impuesto por decreto por una necesidad comercial y económica.
Y en una sociedad en la que había una gran cantidad de enfermedades venéreas, lo que se hizo fue, para preservar la cultura, ubicarlos en los monasterios. Creo que en este momento el celibato está fuera de época. Yo considero a todas las religiones en un nivel de igualdad, otro de los motivos de condena, y estoy en contra del celibato porque es contra natura.
El trasfondo económico era que, si un sacerdote se casaba, había sucesión.
¿Asocia el celibato con el tema de los abusos?
Sí. He hablado con gente que estuvo en seminarios y las hormonas funcionan. Ahora la Iglesia está tomando sus medidas.
¿Por qué son tan importantes los rituales para la masonería?
Porque disciplinan. Son herramientas para lograr el conocimiento y saber cómo uno se puede comportar en la sociedad. Uno puede, con la metodología de la masonería, manejar una intendencia o gobernación con cuatro o cinco personas. Es la importancia de la organización. Además, la masonería enseña a delegar y crear equipos. Uno va a aprendiendo un montón de lecciones. La forma de obtener la palabra también disciplina y obliga a escuchar, algo a lo que no estamos acostumbrados.
¿La masonería es una cuestión de elite?

Para nada. Entran todos, independientemente del sector social al que pertenezcan. Lo importante es que sean hombres libres y de buenas costumbres. Somos una sociedad de clase media y la masonería refleja eso.

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Nicolás Orlando Breglia es el gran maestre de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones. Días atrás estuvo en Salta para la inauguración del nuevo templo de la institución.
En diálogo con El Tribuno, compartió su visión sobre las denuncias de abuso sexual dentro de la Iglesia que se conocieron en Salta y cuestionó que siga existiendo el celibato porque "es contra natura".
Sin embargo, dijo que la masonería comparte banderas que levanta el papa Francisco, como las de la democracia, el republicanismo y el estar en contra de la utilización de la fe para ocupar cargos públicos.
¿Está creciendo la cantidad de masones?
En todo el país. Nos habíamos retirado después de 1976. A la masonería le fue muy bien en las democracias y mal en las dictaduras. El gran maestre de la masonería argentina estaba escondido en Mar del Plata. Los templos estaban escuálidos. Los masones tenían que protegerse ellos y a sus familias. Empezamos a volver tímidamente en 1983, con el advenimiento de la democracia.
El esfuerzo ha dado sus frutos y tenemos una masonería expandida en todo el país. Volvimos a aparecer en la sociedad. Tenemos presencia en las intendencias, las gobernaciones y el Gobierno nacional.
¿Cuántas personas forman parte de la masonería?
Aproximadamente 12.000 hombres. Las mujeres se están desarrollando en sus grandes logias.
¿Cuál es el rol de las mujeres hoy en la masonería?

En la nuestra, nosotros no las tenemos. No participan. En la Gran Logia Argentina, el pionero de la incorporación de la mujer fue Sarmiento, cuando fue gran maestre. Él planteó esa necesidad. Era un defensor de la idea de que las mujeres debían cultivarse porque eran las que educaban a los hijos. Creo que la presencia de las mujeres es fundamental porque es formativa. Además, en el ámbito cultural prácticamente no hay diferencias con la mujer.
A fines del siglo XIX había logias de adopción, que dependían de una logia regular dirigida por un maestro masón y estaban integradas por mujeres. Como no nos podemos integrar con las mujeres porque hay determinadas normas a nivel internacional que se deben cumplir, lo que hemos hecho es apoyar el desarrollo de la masonería femenina.
¿Las logias de mujeres son regulares?
Sí, son regulares para las logias femeninas. Nosotros no las reconocemos pero sí estamos trabajando en organizaciones colaterales de la masonería.
¿Qué visión tiene del papa Francisco?
Hay que decir que a nosotros nos condenan por nuestros aciertos, no por nuestros errores. La masonería, cuando se estructura en el siglo XVIII, nace para formar hombres que lideren un movimiento revolucionario, que fue el iluminismo, que trató de secularizar la sociedad y luchar contra todo tipo de discriminación.
Entonces se inicia una larga lucha de los absolutistas, que eran defensores del status quo y de los privilegios enquistados en la sociedad, del inmovilismo social y la discriminación. Por otro lado, estaban los que querían la democratización y la integración social.
Nosotros nos formamos en dos grandes corrientes. Una es la sajona, que es monárquica, teísta y conservadora y otra es la latina, que es republicana, laica, democrática y profundamente social. Esa masonería va a tener una gran influencia en todo el proceso emancipador. ¿Qué banderas levantó esa masonería? Las de la república democrática, laica, social e integradora.
Éramos anticlericales, no por estar en contra de la Iglesia sino en contra de la utilización de la fe para ocupar cargos públicos o de la justificación de la fe en la relación de mando y obediencia.
En el siglo XVIII había una predestinación divina de la ubicación en la sociedad. Cuando uno preguntaba por qué el monarca mandaba o tenía derecho, se respondía que era porque así lo había determinado Dios. Había una ubicación divina del poder. Contra todo eso se lucha. Hemos sido condenados por nuestros aciertos y no por nuestros errores. Planteábamos la soberanía popular y fuimos condenados. Planteábamos la república y la división de poderes y fuimos condenados. También el matrimonio civil y la igualdad del hombre y de la mujer.
Cuando decían que la mujer no tenía alma, nosotros hacíamos que las personas que ingresaban en la masonería juren por luchar contra la discriminación.
Con el Papa ocurre lo mismo. Hubo 300 años de enfrentamiento y de persecución a la masonería por defender los principios y derechos que ahora el Papa levanta como bandera.
El Papa, cuando asume, dice: "Yo soy republicano, laico, democrático y anticlerical". Anticlerical en el sentido de que está en contra de la utilización de la fe para ocupar cargos públicos. Por todo eso, a nosotros nos persiguieron durante 300 años. Equivocados no estábamos.
Si el Papa levanta esas banderas, que son nuestras, no podemos estar en contra. Lo que sí, vamos a ser custodios de que no se tergiversen esos valores. A veces se levantan nuestras banderas y, en forma oblicua, se socavan.
Somos fieles defensores de la república. Estamos en contra de todo autoritarismo. El Papa en este momento levanta valores que nosotros compartimos porque son nuestros.
Entonces creen que es un cambio.
Sí. Los jesuitas tienen muchos puntos de contacto con la masonería, si bien nos hemos enfrentado muchas veces. Hay puntos de encuentro y una de las razones es que los jesuitas nacen en la misma época que nosotros. Están influidos por el racionalismo y el iluminismo. Es la parte más racional de la Iglesia. No estamos integrados porque tenemos disidencias, como el dogmatismo. Nosotros no creemos en las verdades absolutas ni en la predestinación de una sociedad.
Creemos que el hombre es artífice de su propio destino. Y la sociedad se va construyendo en base a verdades relativas.
Dijo que los masones fueron condenados por sus aciertos. ¿Cuáles fueron sus errores?
Los errores de la masonería... no los tengo computados. Los aciertos han sido taxativos. Creemos en la separación de la Iglesia y el Estado. Planteamos el laicismo, pero no como una posición contraria a la religión, al contrario. La masonería inventa el laicismo en el siglo XVIII para terminar con las guerras de religión, que eran de exterminio.
Había enfrentamientos entre católicos y protestantes que eran terribles. Entonces, se plantea, como un concepto ecuménico. el laicismo, relegando a la religión al ámbito privado. También fuimos condenados por la separación de la enseñanza religiosa en los colegios.
En los colegios del Estado planteamos la neutralidad religiosa por un concepto democrático. Los que aportan para la educación pública son católicos, no católicos, agnósticos o ateos.
No decimos que las personas que tengan una concepción religiosa no se cultiven y tengan sus prácticas. Pero el ámbito educativo y político estatal tiene que ser neutral.
En Salta hay nuevas denuncias de abusos sexuales por parte de un sacerdote, Agustín Rosa...
Yo soy católico y veo con mucho dolor estas situaciones. Lo que ocurre es que, yo en lo personal, no creo en el celibato. Es un instrumento arcaico que fue impuesto por decreto por una necesidad comercial y económica.
Y en una sociedad en la que había una gran cantidad de enfermedades venéreas, lo que se hizo fue, para preservar la cultura, ubicarlos en los monasterios. Creo que en este momento el celibato está fuera de época. Yo considero a todas las religiones en un nivel de igualdad, otro de los motivos de condena, y estoy en contra del celibato porque es contra natura.
El trasfondo económico era que, si un sacerdote se casaba, había sucesión.
¿Asocia el celibato con el tema de los abusos?
Sí. He hablado con gente que estuvo en seminarios y las hormonas funcionan. Ahora la Iglesia está tomando sus medidas.
¿Por qué son tan importantes los rituales para la masonería?
Porque disciplinan. Son herramientas para lograr el conocimiento y saber cómo uno se puede comportar en la sociedad. Uno puede, con la metodología de la masonería, manejar una intendencia o gobernación con cuatro o cinco personas. Es la importancia de la organización. Además, la masonería enseña a delegar y crear equipos. Uno va a aprendiendo un montón de lecciones. La forma de obtener la palabra también disciplina y obliga a escuchar, algo a lo que no estamos acostumbrados.
¿La masonería es una cuestión de elite?

Para nada. Entran todos, independientemente del sector social al que pertenezcan. Lo importante es que sean hombres libres y de buenas costumbres. Somos una sociedad de clase media y la masonería refleja eso.

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