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Un accidente que podría haber aguado la fiesta

Domingo, 08 de enero de 2017 01:30
En el puerto de Buenos Aires, el Dr. Víctor Martorell y don Pedro Ventura, al pie del barco norteamericano.
Como ya dijimos, a cargo de la recepción de la nueva rotativa de El Tribuno en el Puerto de Buenos Aires, estaba el doctor Víctor Martorell, director de Horizontes SACIFI.
"Con Roberto (Romero) -explica Martorell- dividimos tareas. El se quedó en Salta para organizar el arribo de la máquina, y yo volé para ocuparme de los aspectos técnicos legales en Buenos Aires. A Romero le preocupaba cómo introducir en Zuviría 20 los grandes cajones que venían de Buenos Aires. A mi me preocupaban las engorrosas gestiones legales, aduaneras y de seguro relacionadas con la importación de la rotativa. Cumpliendo esa misión y acompañado por el representante de El Tribuno en Buenos Aires, don Pedro Ventura, personal de Aduana y de la aseguradora, ocurrió un incidente en el muelle. Ese accidente nos podría haber causado un prolongado retraso en el traslado de la máquina. Cuando la grúa descargaba del barco uno de los cajones, se cortó una cuerda de acero haciendo que el cajón cayera desde unos tres metros de altura. En el acto, funcionarios del Seguro y de la Aduana quisieron actuar para subsanarnos el presunto perjuicio. Como yo sabía que portaba cada caja, de inmediato, desestimé los planteo y pedí que continuara el desembarco, cosa que así ocurrió. Por un detalle de fábrica, sabía que ese cajón solo traía lubricante. Y así fue, el incidente no pasó a mayores y el 9 de enero la máquina pudo arribar a Salta, sana y salva. En el muelle solo se había roto uno de los tachos de lubricante. Si yo hubiese aceptado la sugerencia de la Aduana y de la aseguradora, por lo menos íbamos a pasarnos seis meses en el puerto, litigando, con la máquina parada y engordando la bendita burocracia porteña".
Más adelante, Martorell recordó el entusiasmo de Romero por la rotativa: "Desde que el barco partió desde un puerto de Estados Unidos, Roberto rastreaba día a día su recorrido. Se valía del radioteletipo, del teléfono y de los datos que minuciosamente le enviaba la empresa naviera. Todo fue exacto, hasta la hora de arribo al puerto", concluye Martorell.
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Como ya dijimos, a cargo de la recepción de la nueva rotativa de El Tribuno en el Puerto de Buenos Aires, estaba el doctor Víctor Martorell, director de Horizontes SACIFI.
"Con Roberto (Romero) -explica Martorell- dividimos tareas. El se quedó en Salta para organizar el arribo de la máquina, y yo volé para ocuparme de los aspectos técnicos legales en Buenos Aires. A Romero le preocupaba cómo introducir en Zuviría 20 los grandes cajones que venían de Buenos Aires. A mi me preocupaban las engorrosas gestiones legales, aduaneras y de seguro relacionadas con la importación de la rotativa. Cumpliendo esa misión y acompañado por el representante de El Tribuno en Buenos Aires, don Pedro Ventura, personal de Aduana y de la aseguradora, ocurrió un incidente en el muelle. Ese accidente nos podría haber causado un prolongado retraso en el traslado de la máquina. Cuando la grúa descargaba del barco uno de los cajones, se cortó una cuerda de acero haciendo que el cajón cayera desde unos tres metros de altura. En el acto, funcionarios del Seguro y de la Aduana quisieron actuar para subsanarnos el presunto perjuicio. Como yo sabía que portaba cada caja, de inmediato, desestimé los planteo y pedí que continuara el desembarco, cosa que así ocurrió. Por un detalle de fábrica, sabía que ese cajón solo traía lubricante. Y así fue, el incidente no pasó a mayores y el 9 de enero la máquina pudo arribar a Salta, sana y salva. En el muelle solo se había roto uno de los tachos de lubricante. Si yo hubiese aceptado la sugerencia de la Aduana y de la aseguradora, por lo menos íbamos a pasarnos seis meses en el puerto, litigando, con la máquina parada y engordando la bendita burocracia porteña".
Más adelante, Martorell recordó el entusiasmo de Romero por la rotativa: "Desde que el barco partió desde un puerto de Estados Unidos, Roberto rastreaba día a día su recorrido. Se valía del radioteletipo, del teléfono y de los datos que minuciosamente le enviaba la empresa naviera. Todo fue exacto, hasta la hora de arribo al puerto", concluye Martorell.
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