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"A mi hijo ni siquiera le dieron una muerte digna"

Una madre denuncia las gravísimas contradicciones de los profesionales médicos del hospital Perón y un posible caso de mala praxis.
Martes, 10 de octubre de 2017 00:00

Ya pasaron dos años que para Carmen Rosa Aráoz parecen interminables porque no hubo día en el que no llorara a Javier Federico Cortez, su hijo de 28 años, quien el 18 de octubre de 2015 falleció en el hospital Juan Domingo Perón de hanta virus, pero a quienes los médicos lo trataron por un supuesto cuadro de abstinencia de drogas.

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Ya pasaron dos años que para Carmen Rosa Aráoz parecen interminables porque no hubo día en el que no llorara a Javier Federico Cortez, su hijo de 28 años, quien el 18 de octubre de 2015 falleció en el hospital Juan Domingo Perón de hanta virus, pero a quienes los médicos lo trataron por un supuesto cuadro de abstinencia de drogas.

En estos dos años Carmen Rosa, una empleada judicial que hoy lucha para que en el hospital Perón dejen de morir pacientes a causa de la desatención médica, logró ponerse de pie y comenzar algo que en un principio parecía imposible: que médicos del nosocomio fueran imputados por mala praxis.

Hasta ahora solo logró que la Justicia -no obstante que en primera instancia el fiscal penal Gonzalo Vega considerara que no existía delito- imputara al médico César Oviedo.

"Pero los responsables de lo que mi hijo sufrió antes de morir son muchos más; juré ante su tumba luchar con todas mis fuerzas para que todos paguen por haberlo dejado morir, por las humillaciones a las que lo sometieron porque le decían que estaba con síndrome de abstinencia y en realidad lo que mi hijo padecía era hantavirus", relató.

"Con 28 años, con una vida dedicado a trabajar por sus dos hijitos su cuerpo resistió una semana, pero no pudo más y falleció el 18 de octubre de 2015. Quiero creer en la justicia y que esto de que todos son amigos o conocidos entre sí, no haga que los médicos sigan dejando morir a la gente como sucedió hace algunas semanas con otro chico de 20 años que murió porque tenía un traumatismo cerebral y nunca lo trataron", denunció.

Una total desatención

Una semana antes del deceso de su hijo Carmen Rosa llevó a Javier a la guardia del hospital Juan Domingo Perón y como sucede en la mayoría de los casos, en un servicio de guardia atiborrado, el médico lo atendió a las apuradas, le prescribió un antigripal y lo mandó a la casa. Volvió en otras dos oportunidades y las respuestas fueron las mismas.

"Como mi hijo se sentía cada vez peor cuatro días después de que comenzara con los síntomas que cada hora eran peores, lo volví a llevar al hospital. Ahí comenzó mi padecimiento y mi dolor porque pasados dos años, hasta yo misma me siento culpable de no haberlo sacado del hospital a tiempo. Mi hijo no podía respirar y una enfermera, Liliana Segundo, le dijo que era producto de las drogas porque siempre llegan así cuando están con síndrome de abstinencia", relató Aráoz.

"Mamá, te juro que no me drogo, pero me estoy muriendo", decía mi pobre hijo, recordó la atribulada madre en medio del llanto.

"Al día siguiente -y en una práctica que es lamentablemente tan habitual en el hospital Perón y que familiares de gente fallecida o trasladada cuando ya están en estado gravísimo suelen relatar con tanta asiduidad- a mi hijo lo mandaron de nuevo a la casa; el doctor César Oviedo le dijo que se diera un baño y se acueste pero mi hijo estaba desesperado porque no podía respirar. A altas horas de la madrugada lo volví a llevar y lo atendió la doctora Irina Sabzuk", recordó. "Yo estaba desesperada -siguió recordando Carmen Rosa- y les grité a los médicos: ­atiendan a mi hijo, no lo dejen morir, manga de inútiles háganle los estudios para saber si no es hantavirus! Por lo que la médica Sabzuk se molestó y llamó a la seguridad del hospital", dijo.

Rosa recuerda cada minuto y cada detalle del momento más trágico de su vida. "Me llamó la atención que esa mujer que estaba de guardia estuviera toda maquillada, con unas uñas inmensas y de tacos altísimos con lo que un servicio de guardia significa. Hasta el personal de seguridad se dio cuenta de lo que hacían estos médicos y fue tan horrible lo que sucedió que un periodista de Tartagal se enteró de todo casi a la media hora que mi hijo falleció. El mismo periodista me dijo: "Me llamó una enfermera y dijo que acá dejaron morir a un chico".

Cuando Javier estaba en estado desesperante la médica Sabsuk ordenó que sea pasado al servicio de cuidados intensivos, pero nada pudo hacerse porque el muchacho falleció. "Oviedo me decía que me quede tranquila, que así son las cosas cuando son consumidores.

Mi hijo se murió de hantavirus escuchando que todos le decían drogadicto", remarcó.

Historia clínica adulterada

Carmen Rosa recuerda que “se cometieron un montón de irregularidades: se alteró la historia clínica y los médicos no fueron citados a declarar pero el fiscal penal Gonzalo Vega consideró que no había causal para iniciar una investigación y pidió que la causa se archive. Trabajo hace 30 años en el Poder Judicial y quiero seguir creyendo en la justicia; pero tuve que recurrir a un abogado que no fuera de Tartagal. Fue el doctor Leyva, de Orán, quien logró que se desarchive la causa y que ahora le imputen el delito de mala praxis a César Oviedo. Pero para mí no es el único responsable, la médica Sabsuck, la enfermera que le decía a mi hijo ‘vos estás drogado’, el doctor Nazar, que según él siempre supo que era hantavirus lo que mi hijo tenía, pero nada hizo para salvarle la vida, son responsables. Voy a luchar hasta el último día de mi vida para que esto no siga pasando, para que se sigan los protocolos para enfermedades endémicas o propias de la zona. Un profesional no puede tener el desprecio por la vida que demuestran estos médicos”, concluyó. 

 

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