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A votar, en libertad

Viernes, 20 de octubre de 2017 00:00

La democracia tiene sus ritmos en tiempos de elección y 48 horas antes rige la veda electoral, es decir, no se pueden hacer actos políticos o espectáculos masivos.

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La democracia tiene sus ritmos en tiempos de elección y 48 horas antes rige la veda electoral, es decir, no se pueden hacer actos políticos o espectáculos masivos.

¿Qué sentido tiene este tiempo de silencio? En primer lugar, el silencio nos invita a escuchar. No es una contradicción. El silencio obliga a escucharnos a nosotros mismos.

El silencio alivia las tensiones provocadas por tanto bombardeo mediático en tiempos de campaña, restaura nuestra energía interior y mejora la salud, nos enseña a pensar, a ver lo que, a veces, no queremos ver.

Esas 48 horas antes de emitir un acto supremo de libertad y conciencia, como es nuestro voto, deben ser horas productivas para cada ciudadano. Es tiempo de tomar en serio la emisión de nuestro voto, como el único elemento del que debemos hacernos responsables. Más allá de la fama, la facha, las promesas o las brillantes dentaduras y los 17 músculos faciales de las sonrisas, más allá de los besos y apretones de manos, el tiempo de silencio es para pensar qué dijeron, qué proyectos tienen, cuánta confianza puedo darles y cuánta credibilidad me generan para ser mis representantes en los poderes legislativos o ejecutivos.

Es importante cumplir con nuestro deber ciudadano, todos los que estamos habilitados para ejercer el derecho de elegir debemos votar. Es un deber cívico donde se juega el futuro de nuestra patria. No hay elecciones importantes y otras menos importantes, como suelen clasificar los medios. Todas las elecciones hacen a la construcción de nuestro futuro y el futuro de nuestros hijos y nietos, sobre todo las legislativas.

En el silencio de la veda electoral debemos repasar cada uno de los candidatos, los nuevos que vienen frescos a ofrecer grandes cambios y sabemos que pueden ser neutralizados, ¿tendrán el valor suficiente para cumplir sus objetivos?; los que ya estuvieron deberían rendir cuentas a la sociedad plena de lo que hicieron. Algunos no presentaron ningún proyecto en cuatro o en dos años, ¿merecen seguir allí y hablarnos de lo que van a hacer cuando lleguen a su cargo?

Es necesario, además de votar, que lo hagamos con absoluta libertad, con plena conciencia, y sobre todo con gran responsabilidad.

Votar con absoluta libertad implica que nadie nos ponga el voto por nosotros, o nos condicione con dádivas efímeras, o presiones de conciencia. En el cuarto oscuro nadie, absolutamente nadie te ve. El voto es personal y un supremo ejercicio del poder del pueblo.

Votar con gran responsabilidad es saber que somos parte de un pueblo que va más allá de mis intereses y que el bien que se haga por la patria nos beneficia a todos, aunque de momento no lo veamos. No podemos seguir echando culpas a los políticos, a los poderes internacionales, al Papa o a quien se le ocurra, en nuestras propias manos está el derecho de elegir y el deber de votar.

Tú, yo, nosotros elegimos nuestro futuro. El silencio es buen consejero porque deja hablar a nuestro hombre interior, a nuestra conciencia.

Que la violencia, las injusticias, la corrupción, la mentira, las promesas incumplidas, la obscena ostentación de los poderosos no nos sea indiferente y sepamos elegir.

Tiempo de veda electoral es tiempo de silencio real para asumir nuestra responsabilidad de un deber tan trascendente. Todo voto es importante, el del adolescente que decide participar, el del obrero y el del profesional, el de la ama de casa y el de los mayores, hombres y mujeres que vivieron, construyeron, disfrutaron y sufrieron a la vez, esta Patria hermosa que tenemos y que aún, sin obligación acuden a votar. Es deber y derecho. Al fin y al cabo, en el cuarto oscuro nadie te ve.

 

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