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Francisco Speicher indaga en su interioridad a través de “Vidas”

La muestra puede visitarse en el hall del 1er. piso del Palacio Legislativo (Mitre 550). Declarada de interés cultural por la Provincia, estará habilitada hasta mediados de noviembre. 
Domingo, 22 de octubre de 2017 20:00

El arte exige una entrega tan absoluta que incluso demanda sumergirse en el dolor. Pero de este sondeo el artista puede volver restablecido. Tal es el caso de Francisco Speicher (34), quien con su nueva muestra “Vida” removió sus experiencias, algunas lacerantes y otras afortunadas, para volcarlas sobre el lienzo. Y el resultado es que cada escena, cada aparición se basta a sí misma para evocar sensaciones e impresiones que recuperan el aliento sagrado de la vida. 
“Vida”, declarada de interés cultural por la Provincia, estará habilitada en el Palacio Legislativo (Mitre 550) hasta mediados de noviembre. Puede visitarse gratuitamente, de 8 a 20, en el hall del primer piso de ese edificio. A través de 14 obras, el artista creó en un mismo movimiento dos líneas de lectura: una en la que recupera postales del pasado y otra en la que instaura una instancia dialógica entre el pintor que fue en sus comienzos, seducido por el pop, y el que es ahora. Y aunque su edad no parece propicia para la autobiografía, Francisco dice que esta selección de cuadros es “una especie de álbum fotográfico o mi vida mediada por el arte”. 

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El arte exige una entrega tan absoluta que incluso demanda sumergirse en el dolor. Pero de este sondeo el artista puede volver restablecido. Tal es el caso de Francisco Speicher (34), quien con su nueva muestra “Vida” removió sus experiencias, algunas lacerantes y otras afortunadas, para volcarlas sobre el lienzo. Y el resultado es que cada escena, cada aparición se basta a sí misma para evocar sensaciones e impresiones que recuperan el aliento sagrado de la vida. 
“Vida”, declarada de interés cultural por la Provincia, estará habilitada en el Palacio Legislativo (Mitre 550) hasta mediados de noviembre. Puede visitarse gratuitamente, de 8 a 20, en el hall del primer piso de ese edificio. A través de 14 obras, el artista creó en un mismo movimiento dos líneas de lectura: una en la que recupera postales del pasado y otra en la que instaura una instancia dialógica entre el pintor que fue en sus comienzos, seducido por el pop, y el que es ahora. Y aunque su edad no parece propicia para la autobiografía, Francisco dice que esta selección de cuadros es “una especie de álbum fotográfico o mi vida mediada por el arte”. 

De la infancia

Francisco realizó múltiples exposiciones individuales y colectivas y dirigió en 2011 y 2012 el Centro Cultural Aristene Papi. Parte de su serie anterior “Zen” se expuso el año pasado en la galería Ward Nasse de Nueva York (Estados Unidos). Él vive desde hace cinco años en Buenos Aires, donde decidió mudarse para obtener una panorámica de sus posibilidades profesionales y no se equivocó porque desde allí pudo viajar hacia India, Londres, Estados Unidos, Roma y Túnez, donde tomó contacto con diferentes realidades e incluso pudo participar de muestras conjuntas con colegas de otros países. 
Después del éxito en 2016 de “Zen”, cuyo estilo más representativo es el dibujo oriental japonés en tinta china y cuyos temas recurrentes son la mujer y el budismo, Francisco sintió que había momentos de su historia que había “desleído”. 
“Había pasado un tiempo desde que había querido irme de Salta. Irte a vivir a otro lugar te cambia porque uno tiene sus raíces y donde vaya se lleva consigo lo que uno aprendió, lo que uno es. Entonces quería mostrar ese conjunto de situaciones que había vivido aquí, buenas y no tan buenas, porque siento que me pasaron muchas cosas, cosas que aunque pasaron los años no las cerré”, describió. 
En un recorrido por la serie el vistante puede retener el momento lúdico de “El baño”, o intuir el espíritu marcante de una abuela que más que una presencia benéfica fue un amor para Francisco y que desde la imagen en que está inmortalizada alude a una casa de la niñez, a un tiempo que se perdió irremediablemente. “Mi vida fue particular, no tenía muchos amigos en el barrio, porque todos era gente grande en la cuadra. Vivíamos en una casona de la Deán Funes y Güemes. Entonces yo vivía una vida medio solitaria”, describió y esta carencia de compañía hace cobrar un renovado sentido a sus personajes, casi siempre solos en las obras.
Luego el pesar acomete en “Bullying”. “Para mí fue muy fuerte hacerlo. Yo creo que todos en algún momento de la vida lo hemos sufrido, por lo menos las personas que éramos diferentes. A mí me gustaba el arte y no el fútbol, y había gente que me hacía bullying, y esto también me llevó a que sea lo que soy hoy. Por eso ponerlo en una obra es reimportante”, definió. Si en “Bullying” lo repudiable se encuentra en el entorno, en “El vicio” habita la interioridad. Puesto a explicar la obra, Francisco relató: “Es un yo más chico que está con una botella de alcohol, y aunque nunca probé drogas para mí representa los vicios de la vida, como el comer exageradamente. Todo aquello que no es sano para tu vida y que te termina dejando a la deriva hasta que podés darte cuenta y cambiarlo”. En la gran urbe, Francisco se aficionó a hacer terapia con un psicólogo aunque no por ello descree del ejercicio lúdico de la pintura. “Cerré muchos temas con las distintas obras que pinté. Es como una terapia artística. Más allá de que el arte no es masivo, ni tan popular, está bueno que a través de él se pueda transmitir que se puede cambiar, que se pueden sanar”, indicó. Y este movimiento lo llevó a un doble juego: la revisión de su forma de pintar en el pasado.
“Mi estilo es el pop, pero no el más comercial que hacía antes. Ahora es algo pop mezclado con algo muy interior. Seis de las obras de ‘Vida’ son mujeres andróginas, versiones en formato pequeño y técnicas mixtas de las primeras obras que hice en mi vida”, dijo y la posibilidad de poner otros colores y formas a lo creado y transitado, en la realidad y la ficción, sin dudas se les facilita a los artistas.

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