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Juventud, de mal en peor con sus inferiores

La tercera división del santo, que tenía que jugar frente a Cachorros por el torneo liguista, no se presentó por falta de jugadores
Domingo, 22 de octubre de 2017 22:52

El trabajo con las divisiones inferiores contempla una atención permanente de parte de los dirigentes de fútbol. Y el mal que hoy golpea en el Centro Juventud Antoniana exige una solución inmediata, urgente. 
La tercera categoría no se presentó a jugar frente a Cachorros el partido programado por la Liga Salteña, el sábado pasado, y nadie se hace responsable de tamaño desacierto. Es más, expone a una institución con un gran arraigo popular en lo más ridículo y deja al descubierto una serie de falencias y descuidos que repercute enormemente en la promoción de los valores propios.
La ausencia por parte de Juventud para jugar el partido de tercera división frente al tricolor obedeció a la falta de jugadores. Este equipo juvenil no contaba con el número de jugadores mínimo (solo tenía seis futbolistas) como lo marca el reglamento para dar inicio al juego. 
El mismo DT de la esta división, el “Pichi” Miguel Ángel Velarde, no le encuentra explicación a la falta de entusiasmos por parte de los chicos. Pero poner un peso sobre ellos no tiene ningún sentido y es hasta un falaz disparate. Si un chico hoy elige jugar en otro club y no en Juventud es por algo. Es por la falta de compromiso dirigencial, un estado de ausencia permanente.
Hoy y desde hace rato se hace lo que se puede en Juventud con la organización de los entrenamientos, los lugares de trabajo, los traslados. Si bien se dejó ejecutar prácticas en el parque San Martín, hay cuatro categorías que deben trasladarse para entrenar en el predio de Civisa, otras dos por la zona de la cancha de Municipal, mientras el Puma Arroyo, entrenador de la novena, dirige a los chicos en el ingreso a la ciudad en la zona del Portezuelo, todos dispersos en tres sectores diferentes de la ciudad. 
Es triste la realidad que atraviesa el club santo con las divisiones inferiores, con un arrastre de un tiempo a esta parte. Sin una infraestructura para desarrollar actividades a pleno con los chicos, que en definitiva son el futuro de la institución en cuanto a fútbol se refiere, no tiene un espacio se genera un pobre reflejo que hoy repercute como una onda expansiva.
La propuesta para dar cabida al desempeño de una labor coherente en la cantera de un club merece el mismo respaldo que un plantel de primera. Y en ese sentido, desde aquellos tiempos en que el Dr. Jorge, por citar a un hombre que estuvo muy ligado a las inferiores de Juventud y cuando en su propio auto transportaba a los jugadores para cumplir con cada partido todos los fines de semana, no se logró marcar otro rumbo, aun con aquellas personas que se hicieron cargo para dar más trascendencia al fútbol amateur, ni con la designación de algún coordinador para que tome cartas en el asunto. En todos los casos faltó el respaldo necesario. 
A diferencia de otros clubes en Salta, Juventud Antoniana no les cobra a los jugadores que llegan para formar parte en sus respectivos planteles de inferiores. En este proceso de formación de futbolistas, la apuesta con Juan de la Cruz Kairuz, aparentemente quedó en un ciclo cerrado. Kairuz fue designado como coordinador de divisiones inferiores desde que Pepe Muratore asumió la primera presidencia, pero hace tres meses que no aparece por el club y todo obedece a una deuda, un reclamo por el que hasta el momento se hizo oídos sordos. El experimentado entrenador (todos los recuerdan como el prototipo de DT que condujo a aquel equipo que ascendió en Cipolletti de Río Negro en 1996) estaría más bien analizando su retiro definitivo del club de la Lerma y dejar el cargo al que él mismo hizo tanto honor cuando fue designado para cumplir tales funciones allá, a mediados de 2014.
“Es cierto que una misma persona no puede patear un córner y cabecear a la vez”, como se dice en la jerga, pero el presidente José “Pepe” Muratore debe de una vez por todas encargarse de las inferiores si nadie más lo hace como corresponde. Y hay gente, a la vez, que también tiene que recoger el guante empezar la reorganización.

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El trabajo con las divisiones inferiores contempla una atención permanente de parte de los dirigentes de fútbol. Y el mal que hoy golpea en el Centro Juventud Antoniana exige una solución inmediata, urgente. 
La tercera categoría no se presentó a jugar frente a Cachorros el partido programado por la Liga Salteña, el sábado pasado, y nadie se hace responsable de tamaño desacierto. Es más, expone a una institución con un gran arraigo popular en lo más ridículo y deja al descubierto una serie de falencias y descuidos que repercute enormemente en la promoción de los valores propios.
La ausencia por parte de Juventud para jugar el partido de tercera división frente al tricolor obedeció a la falta de jugadores. Este equipo juvenil no contaba con el número de jugadores mínimo (solo tenía seis futbolistas) como lo marca el reglamento para dar inicio al juego. 
El mismo DT de la esta división, el “Pichi” Miguel Ángel Velarde, no le encuentra explicación a la falta de entusiasmos por parte de los chicos. Pero poner un peso sobre ellos no tiene ningún sentido y es hasta un falaz disparate. Si un chico hoy elige jugar en otro club y no en Juventud es por algo. Es por la falta de compromiso dirigencial, un estado de ausencia permanente.
Hoy y desde hace rato se hace lo que se puede en Juventud con la organización de los entrenamientos, los lugares de trabajo, los traslados. Si bien se dejó ejecutar prácticas en el parque San Martín, hay cuatro categorías que deben trasladarse para entrenar en el predio de Civisa, otras dos por la zona de la cancha de Municipal, mientras el Puma Arroyo, entrenador de la novena, dirige a los chicos en el ingreso a la ciudad en la zona del Portezuelo, todos dispersos en tres sectores diferentes de la ciudad. 
Es triste la realidad que atraviesa el club santo con las divisiones inferiores, con un arrastre de un tiempo a esta parte. Sin una infraestructura para desarrollar actividades a pleno con los chicos, que en definitiva son el futuro de la institución en cuanto a fútbol se refiere, no tiene un espacio se genera un pobre reflejo que hoy repercute como una onda expansiva.
La propuesta para dar cabida al desempeño de una labor coherente en la cantera de un club merece el mismo respaldo que un plantel de primera. Y en ese sentido, desde aquellos tiempos en que el Dr. Jorge, por citar a un hombre que estuvo muy ligado a las inferiores de Juventud y cuando en su propio auto transportaba a los jugadores para cumplir con cada partido todos los fines de semana, no se logró marcar otro rumbo, aun con aquellas personas que se hicieron cargo para dar más trascendencia al fútbol amateur, ni con la designación de algún coordinador para que tome cartas en el asunto. En todos los casos faltó el respaldo necesario. 
A diferencia de otros clubes en Salta, Juventud Antoniana no les cobra a los jugadores que llegan para formar parte en sus respectivos planteles de inferiores. En este proceso de formación de futbolistas, la apuesta con Juan de la Cruz Kairuz, aparentemente quedó en un ciclo cerrado. Kairuz fue designado como coordinador de divisiones inferiores desde que Pepe Muratore asumió la primera presidencia, pero hace tres meses que no aparece por el club y todo obedece a una deuda, un reclamo por el que hasta el momento se hizo oídos sordos. El experimentado entrenador (todos los recuerdan como el prototipo de DT que condujo a aquel equipo que ascendió en Cipolletti de Río Negro en 1996) estaría más bien analizando su retiro definitivo del club de la Lerma y dejar el cargo al que él mismo hizo tanto honor cuando fue designado para cumplir tales funciones allá, a mediados de 2014.
“Es cierto que una misma persona no puede patear un córner y cabecear a la vez”, como se dice en la jerga, pero el presidente José “Pepe” Muratore debe de una vez por todas encargarse de las inferiores si nadie más lo hace como corresponde. Y hay gente, a la vez, que también tiene que recoger el guante empezar la reorganización.

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