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Un reclamo que tiene 303 años

Según un informe, la disputa con el gobierno central tiene más de tres siglos.
Sabado, 28 de octubre de 2017 00:00

Si bien el reclamo independentista de los catalanes cobró notoriedad en los últimos años, y particularmente a partir del referendum no reconocido por Madrid del 1 de este mes, el conflicto histórico data de algo más de tres siglos, a partir del 12 de septiembre de 1714, cuando Barcelona capituló ante las fuerzas franco-castellanas del rey Felipe V.

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Si bien el reclamo independentista de los catalanes cobró notoriedad en los últimos años, y particularmente a partir del referendum no reconocido por Madrid del 1 de este mes, el conflicto histórico data de algo más de tres siglos, a partir del 12 de septiembre de 1714, cuando Barcelona capituló ante las fuerzas franco-castellanas del rey Felipe V.

Los catalanes registran una larga historia de estado independiente que bien puede remontarse a las Guerras Púnicas (246-164 Antes de Nuestra Era) entre Roma y Cartago, al cabo de las cuales apareció la Hispania (costa de las liebres) Citerior, gobernada por Publio Cornelio Escipión ("El Africano"), en cuyo ejército se alistaron pobladores originales de la zona para alcanzar la victoria final sobre las fuerzas de Aníbal Barca.

Con el correr del tiempo Cayo Julio César patrocinó la llegada de colonos romanos que introdujeron intereses del futuro Imperio, sumada a una suerte de reforma agraria que dio a los llegados de la península itálica pequeños lotes de tierra del orden de las 2,5 hectáreas, lo que fortaleció la presencia de dicho estado en expansión al convertir a toda la costa del Mar Mediterráneo en una parte vital de su territorio.

La Provincia Tarraconense, creada en el 27 AC por Cayo Julio César Octaviano (Augusto), precisamente en ocasión de su consagración como Augusto (el elegido por los augures), fue la más grande de todo el Imperio Romano, ya que incluía las actuales regiones españolas de Cataluña, Valencia, Murcia y buena parte de Andalucía, y estaba bajo el control directo del emperador a través de algún administrador designado por él. La llegada de los "bárbaros" (extranjeros) visigodos (godos del oeste) a la península Ibérica no se extendió en el 415 a Cataluña, Galicia ni Euskadi, pese a lo cual una de las hipótesis sobre el origen de la palabra Cataluña deviene de Gotholandia, el país de los godos. El término catalán apareció por vez primera en el 1117, en una mención a Ramón Berenguer III, como "Dux Catalanensis", antecesor del conde Ramón Berenguer IV. Precisamente a partir de Ramón Berenguer IV, "El Santo", hacia mediados del siglo XII había consolidado su poder sobre los actuales territorios de Aragón, Barcelona, Cerdeña, Gerona y Osona, constituyéndose en un "primus inter pares" (primero entre iguales) entre los gobernantes de la región en circunstancias en que aún buena parte de España estaba gobernada por los musulmanes. El 13 de julio de 1713, la reina Ana de Inglaterra firmó con Felipe V, la paz de Utrecht, calificada por Carlos VI como tan "indecoroso que el tiempo no borrará el sacrificio que el ministerio inglés hace de la España y, singularmente, de la Corona de Aragón, y más en particular de la de Cataluña, a quienes la Inglaterra ha dado tantas seguridades de sostenerlas y ampararlas". Por entonces los catalanes y el reino de Mallorca mantenían sus resistencias. El Tratado de Utrecht y sus posteriores de Rastatt y Baden, entre los varios que se firmaron entre los diferentes contendientes, no lograron evitar que el nacionalismo catalán mantuviese su postura independentista, por lo que sostuvo su resistencia ante la corona españolista de Madrid liderada por Felipe V y las tropas de Luis XIV hasta que, finalmente, los ejércitos franceses entraron a Barcelona y se inició una etapa que arrastra más de 300 años de aspiraciones catalanas.

A favor y en contra: las claves para entender la decisión

 

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