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El Che, mucho más que un guerrillero

A 50 años de su ejecución en la selva boliviana, historiadores, filósofos y artistas salteños pintan la época que le tocó vivir a Ernesto Guevara y que él intentó cambiar a través de la internacionalización de la revolución cubana. 
Domingo, 08 de octubre de 2017 10:42

El 9 de octubre de 1967, pasado el mediodía, Ernesto Che Guevara, quien había sido herido y capturado en la selva boliviana, fue ejecutado en La Higuera, provincia de Vallegrande, por las manos temblorosas del sargento del ejército de Bolivia Mario Terán, obedeciendo órdenes de sus superiores, ante la presencia de agentes de la CIA. Ese desgreñado guerrillero de imponente personalidad miró a su ejecutor a los ojos y le dijo: “Póngase sereno, va a matar a un hombre”. Esa misma siesta calurosa y húmeda, nacía el mito que pintó a Guevara como un guerrillero romántico. Lejos de la realidad está esa imagen acuñada por el marketing, Guevara no vacilaba a la hora de tomar decisiones y si tenía que matar, mataba.

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El 9 de octubre de 1967, pasado el mediodía, Ernesto Che Guevara, quien había sido herido y capturado en la selva boliviana, fue ejecutado en La Higuera, provincia de Vallegrande, por las manos temblorosas del sargento del ejército de Bolivia Mario Terán, obedeciendo órdenes de sus superiores, ante la presencia de agentes de la CIA. Ese desgreñado guerrillero de imponente personalidad miró a su ejecutor a los ojos y le dijo: “Póngase sereno, va a matar a un hombre”. Esa misma siesta calurosa y húmeda, nacía el mito que pintó a Guevara como un guerrillero romántico. Lejos de la realidad está esa imagen acuñada por el marketing, Guevara no vacilaba a la hora de tomar decisiones y si tenía que matar, mataba.

Los Che ...

“¿De quién hablar? ¿Del Che guerrillero, el político, el estadista, el hombre, el ídolo de la juventud, el monstruo del capitalismo...?”, se pregunta el historiador salteño José de Guardia de Ponté. 
“Por un lado puedo decir que hay un Che victorioso en Cuba y un Che derrotado en Bolivia. La historia es caprichosa y siempre elogia a los ganadores. En Cuba es un héroe... un semidiós; para la derecha argentina y mundial es un asesino desalmado, un pérfido diabólico”, reflexiona Guardia de Ponté. Tal vez ni lo uno ni lo otro.
Guevara, el guerrero incansable que había entrado triunfante a Cuba en 1959 junto a Fidel Castro, dejó la isla en 1964 para llevar la revolución a países en proceso de descolonización de Asia, África y América Latina. Eran tiempos políticos convulsionados. Plena guerra fría, inspiradora de tantas películas, en cuyo tablero de ajedrez los que movían las piezas eran Estados Unidos y la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). En ese escenario de pleno cambio, Ernesto Guevara de la Serna, hijo de una familia argentina tradicional burguesa, pasó de ser el primogénito de su casa, el niño asmático y débil, estudiante de medicina, andariego por naturaleza, a ser el Che, médico, guerrillero, político, estadista, fotógrafo, escritor y periodista. 
 
El contexto histórico

“Si tuviera que destacar algunas de las virtudes del Che, empezaría por el compromiso con un ideal revolucionario que en cierta manera contribuyó a crear el mito del guerrillero romántico que los medios se encargaron luego de mercantilizar”, sostiene Luis Cossio, historiador y catedrático salteño. 
Pero no solo lo distinguieron su sensibilidad y su compromiso ante las injusticias y desigualdades que vio en primera persona al recorrer Latinoamérica, sino también su formación teórica, que no por casualidad es la faceta menos analizada y conocida del Che.
Guevara era un convencido de que la revolución tenía que ser internacionalizada y por esos ideales daba su vida. Pero quien está dispuesto a morir, está dispuesto a matar y esa es una de las críticas que se le hacen al Che. 
“Cuando hablamos de revolución se nos presentan dos perspectivas, por un lado están los revolucionarios ideales y utópicos como Ghandi o Cristo, y por otro los revolucionarios reales que modificaron el mundo por el camino de la violencia como el Che, Lenin, Bolívar y tantos guerreros. Así, surgen más preguntas que certezas: ¿es posible luchar contra el poder de modo pacífico y democráticamente? Es posible una revolución sin derramamiento de sangre? ¿Es posible la paz sin la guerra? Quizás sea la historia, no la que escribe el poder, sino la historia dolorosa de los vencidos la que nos dé las respuestas. De alguna manera es ahí donde toma significado el Che y los hombres como él, ejecutores de ideales, de pensamientos, de sueños, pero lamentablemente con las manos manchadas de sangre y, por lo general, muertos en los campos de batalla. Si hablamos de la gran excepción histórica -Mahatma Gandhi, es cierto que su lucha fue única- su arma fue la no violencia, pero acaso ¿no corrió sangre después? ¿Qué pasó luego de la independencia de la India? Mucha sangre corrió...
En este contexto, una de las características del pensamiento del Che Guevara fue la construcción de una vanguardia. Un grupo reducido compuesto por profesionales comprometidos con la causa como una estrategia para crear conciencia dentro de las masas. En contraposición a los clásicos partidos de masas, como los partidos comunistas de América Latina. Él creía que a partir de las vanguardias se podían crear las condiciones necesarias para la acción futura de masas”, sostiene Luis Cossio.
 

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