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Embestida a la razón

Miércoles, 21 de junio de 2017 00:00

La Reforma Universitaria de 1918 puede definirse como una de las herramientas más trascendentes construidas por la política y la sociedad argentina para favorecer la democratización de las sociedades, terminar con los privilegios y doblegar la desigualdad.

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La Reforma Universitaria de 1918 puede definirse como una de las herramientas más trascendentes construidas por la política y la sociedad argentina para favorecer la democratización de las sociedades, terminar con los privilegios y doblegar la desigualdad.

El estallido estudiantil tuvo su epicentro en la Universidad Nacional de Córdoba el 15 de junio de 1918. Las reivindicaciones se dieron a conocer el 17 de junio en un texto, hoy famoso, conocido como Manifiesto Liminar, que fue publicado el 21 de ese mes en "La Gaceta Universitaria".

El acceso a la universidad fue uno de los ejes de la protesta que reunió a estudiantes, intelectuales y trabajadores.

El movimiento cuestionó la legitimidad de quienes estaban en las aulas, enseñaban en ellas y mandaban sobre ellas.

El texto, redactado por Deodoro Roca, resume maravillosamente la crítica a una Universidad que califica de decadente, triste espectáculo de una inmovilidad senil, al servicio de la burocracia, por donde la ciencia pasa silenciosa y por el frente.

Las respuestas para este lapidario diagnóstico llegaron y fueron inscribiéndose en el ADN de las universidades nacionales argentinas. Libertad, competencia y participación fueron la esencia de este viento democratizador libertario que se inició en 1918, expresado en las demandas de los reformistas: transparencia del gobierno universitario, eliminación de los cargos vitalicios, renovación de docentes por concurso, actualización de los planes de estudio y de los programas, incentivo al desarrollo científico, docencia libre y asistencia libre.

Los acontecimientos, muchas veces trágicos, y las ideologías de todo tipo pusieron límites, obstáculos, y dieron origen a nuevas reconfiguraciones interpretativas que pusieron a los principios libertarios y democratizadores a la defensiva.

La libertad de cátedra, entendida como libertad de estudio, investigación y científica, es embestida por leyes que dicen cómo se deben interpretar los acontecimientos. Es el caso de la ley 14.910 de la legislatura bonaerense que obliga a asumir un único punto de vista para comprender la violencia política reciente en la Argentina. Ya no podremos plantear que el gobernador Miguel Ragone es un Desaparecido, víctima de la violencia política, porque la ley establece el número de 30.000 junto a la expresión "Desaparecidos", son propios del accionar genocida en nuestro país, que se desarrolló entre durante el 24 de marzo de 1976 al 9 de diciembre de 1983. Recuérdese, que Ragone fue secuestrado el 11 de marzo de 1976, trece días antes del Golpe de Estado.

La competencia es horadada por artilugios normativos, interpretaciones mezquinas, que convierten al empleo universitario en un privilegio, una suerte de patrimonio individual, posible de ser heredado por los hijos. Recientemente se aplicó en la Universidad Nacional de Salta el "Procedimiento de Concursos para cubrir vacantes de Excepcionalidad para Familiares del Personal de Apoyo Universitario" (Resolución 320/16). La norma resulta obscena en una provincia donde una de cada dos personas trabaja en negro, es decir no tiene aportes a obra social, ni jubilación, ni vacaciones pagas, ni los derechos que le corresponden por ley como trabajador.

Las estrategias mezquinas también se extienden al mundo docente. Bajo la preciada estabilidad laboral, tan necesaria para la libertad de cátedra, se esconden las más de las veces un sinnúmero de interpretaciones que tienden a eludir la competencia y a minusvalorar los logros académicos en el acceso a los cargos.

Si se continúa de este modo podremos decir, al igual que los reformistas que suscribieron el Manifiesto Liminar de 1918, que no hemos contribuido a inaugurar una democracia universitaria; sino a sancionar el predominio de una casta de profesores y de empleados universitarios y a hacer de la universidad un refugio de los mediocres.

 

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