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“Podés ayudar muchísimo con la voluntad y el amor al prójimo”

Verónica Nilson, una especialista en vino, turismo y reiki.
Sabado, 18 de febrero de 2017 08:26

Por Camen Petrini

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Por Camen Petrini

Verónica Nilson es una salteña menuda, dulce, de largos cabellos rubios. Trabaja y vive en un lugar soñado, Cafayate, la tierra del sol y del vino, en una de las bodegas más bonitas de las enclavadas en ese valle fértil y maravilloso. Tiene dos hijos adolescentes, es técnica en Turismo y Hotelería y hace reiki desde hace años. Según sus propias palabras, tuvo la suerte de trabajar siempre en el sector turismo, para el que se preparó especialmente.
“Vinimos a Cafayate con mis hijos en el año 2009, buscando una vida más tranquila y con mayor contacto con la naturaleza”, le contó a El Tribuno. A partir de ese momento comenzó a introducirse en el mundo del vino, pero también llegó a su vida el reiki, que la apasiona y le cambió la vida. 
“Gracias a Dios desde los 20 años puedo trabajar en mi profesión”, contó. Cuando llegó a Cafayate sus primeros pasos fueron en una bodega tradicional, donde estuvo seis años, pero “hace dos años se cruzó una bodega nueva en mi vida y aquí estoy. Ellos justo necesitaban un jefe de área y yo también buscaba un cambio. Así fue como empecé”, agregó.

El aroma de los viñedos 

“En Cafayate tuve la oportunidad de fusionar mi profesión netamente turística con la pasión que genera la viticultura y el mundo del vino”, cuenta Verónica, quien se transformó en una apasionada del vino.
“Personalmente me gusta mucho mi trabajo. No existe límite para el aprendizaje y la gente que me rodea está siempre dispuesta a enseñarme más y más”, relató. 
“Pero lo que más me apasiona es poder regalarle a la gente un ratito de felicidad”, dijo. Para Verónica la actividad se puede ver desde el punto de vista comercial o empresarial, porque tiene fines de lucro, sin embargo señala: “El motorcito que me mueve es ver a la gente irse de la bodega con cara de felicidad, entre risas, complicidades, amistad si se quiere. A veces nos pasa que entran los visitantes estresados, con la cara tensionada, agobiados, y ahí está justamente nuestra función. Tratatamos de que al cabo de una hora, que es el tiempo aproximado que vamos a estar con ellos, esa tensión se afloje y se vayan con la carga más ligera”. 

Degustación 

La naturalidad y humildad con la que la profesional relata su tarea es admirable, porque efectivamente su trabajo es abstraer a los visitantes de lo cotidiano e introducirlos al fantástico mundo del proceso de creación del vino. 
Después de recorrer el viñedo y los diferentes pasos de la producción llega el ansiado momento de la degustación, que se realiza en una sala acondicionada para tal fin en la que los turistas se sientan a una mesa señorial. 
En el centro hay bandejas con pequeños trozos de pan y aceite de oliva, además de dos copas para cada comensal. Cuando la especialista comienza a describir los aromas y los diferentes sabores, se sirven las copas y el vino inunda con su perfume ese pequeño mundo mientras humedece el paladar del visitante. Así, todo el ambiente se transforma. “Si bien es más fácil relajarnos con una copa de vino, creo que también depende mucho de la actitud nuestra como profesionales”, agregó.

Reiki, vino y familia

Verónica es, además, terapista de reiki. “El reiki es un camino, una elección de vida. Es amor compasivo por el prójimo. Si bien es una técnica, el 98 por ciento es la intención que uno le pone”, dijo Verónica. “Podés ayudar muchísimo con la voluntad y el amor al prójimo”, agregó. 
A pesar de que el aprendizaje del reiki no termina nunca, ella está en el nivel tres y va por la maestría. 
Verónica vive en Cafayate con sus hijos. Sus padres y su hermano menor viven en Salta y su hermano mayor en Córdoba. 
Sus chicos adolescentes le llevan gran parte de su día, pero hay un tiempo muy especial dedicado a su labor como terapeuta de reiki.

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