¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

20°
26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Siguen las travesuras a Trump

Lunes, 20 de febrero de 2017 00:00

El martes pasado, 35 especialistas de los EEUU que incluyó a psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales alertaron casi cumpliendo una costumbre social, sobre los supuestos problemas mentales de Donald Trump. En una carta de lectores dirigida al New York Times, expresaron que el presidente sufre de “grave inestabilidad emocional” y “porque hay demasiado en juego” no van a “permanecer en silencio más tiempo”. Los 35 explicaron que “el discurso y las acciones del señor Trump demuestran incapacidad para tolerar opiniones diferentes de las suyas, lo que le lleva a reacciones de rabia. Sus palabras y comportamientos sugieren una profunda incapacidad para empatizar. Las personas con estos rasgos distorsionan la realidad para adaptarla a su estado psicológico, atacando a los hechos y a quienes los transmiten”. Sin tenerlo a Trump en persona, igual lo diagnosticaron y hablaron de que padece un “mito personal de grandeza” para afligir al Congreso y a la ciudadanía. Sentenciaron que “la inestabilidad emocional indicada por el discurso y las acciones del señor Trump lo hace incapaz de servir con seguridad como presidente”. El Washington demócrata es un hervidero de rumores sobre la vida personal y familiar del presidente republicano. La oposición advierte que la sociedad debe gestionar un alto riesgo por culpa de Trump porque éste hace de la política pública un deporte extremo. La oposición hace mucho para indicar “el peligro Trump” y esta vez envió a la prensa otra arma política de su arsenal, un psicodiagnóstico interdisciplinario. Cuando Trump visitó México como candidato presidencial, el periodismo azteca le recordó que existen la depresión, el narcisismo y el desorden bipolar y se preguntó qué puede ocurrir si algunos de estos trastornos forma parte de la vida de una figura pública camino a la presidencia de los EEUU. La revista Vanity Fair, por su parte, construyó un perfil psicológico. Los psiquiatras consultados le respondieron que Trump sufre de “personalidad narcisista” por el enorme apasionamiento por sí mismo. ¿Los que no lo votaron creen realmente en estas polémicas clasificaciones? Todo psicodiagnóstico busca explorar la subjetividad. En EEUU esta práctica es requerida en la justicia y salud, pero no por la política. Es necesario conocer si el supuesto padecimiento psíquico de Trump lo deja actuar libremente o lo ata a algún condicionamiento interno. Además falta interpretar el sentido de su padecimiento o sea, el significado que tiene para él. El informe interdisciplinario de los 35 no ahonda en esto. Hay curiosidades sorprendentes en los EEUU, como este psicodiganóstico presidencial, allí están las fábricas de Nobeles y de nomenclaturas de todos los desórdenes mentales descriptos en el cambiante “Manual Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales” de la Asociación Americana de Psiquiatría, además obligatorio en Occidente. Los 35 interdisciplinarios le lanzaron al intrépido rostro de Trump una parte del DSM, pero todo fue un conato de objetividad clínica. Hasta ahora, los autores de la carta al NewYork Time no impactaron negativamente en la opinión pública ni en los legisladores. Con esa carta al diario, la interdisciplina lúdica sobre la subjetividad del presidente tomó la seudociencia y se divirtió como si estuviera en el laboratorio experimental de algún personaje de Walt Disney.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El martes pasado, 35 especialistas de los EEUU que incluyó a psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales alertaron casi cumpliendo una costumbre social, sobre los supuestos problemas mentales de Donald Trump. En una carta de lectores dirigida al New York Times, expresaron que el presidente sufre de “grave inestabilidad emocional” y “porque hay demasiado en juego” no van a “permanecer en silencio más tiempo”. Los 35 explicaron que “el discurso y las acciones del señor Trump demuestran incapacidad para tolerar opiniones diferentes de las suyas, lo que le lleva a reacciones de rabia. Sus palabras y comportamientos sugieren una profunda incapacidad para empatizar. Las personas con estos rasgos distorsionan la realidad para adaptarla a su estado psicológico, atacando a los hechos y a quienes los transmiten”. Sin tenerlo a Trump en persona, igual lo diagnosticaron y hablaron de que padece un “mito personal de grandeza” para afligir al Congreso y a la ciudadanía. Sentenciaron que “la inestabilidad emocional indicada por el discurso y las acciones del señor Trump lo hace incapaz de servir con seguridad como presidente”. El Washington demócrata es un hervidero de rumores sobre la vida personal y familiar del presidente republicano. La oposición advierte que la sociedad debe gestionar un alto riesgo por culpa de Trump porque éste hace de la política pública un deporte extremo. La oposición hace mucho para indicar “el peligro Trump” y esta vez envió a la prensa otra arma política de su arsenal, un psicodiagnóstico interdisciplinario. Cuando Trump visitó México como candidato presidencial, el periodismo azteca le recordó que existen la depresión, el narcisismo y el desorden bipolar y se preguntó qué puede ocurrir si algunos de estos trastornos forma parte de la vida de una figura pública camino a la presidencia de los EEUU. La revista Vanity Fair, por su parte, construyó un perfil psicológico. Los psiquiatras consultados le respondieron que Trump sufre de “personalidad narcisista” por el enorme apasionamiento por sí mismo. ¿Los que no lo votaron creen realmente en estas polémicas clasificaciones? Todo psicodiagnóstico busca explorar la subjetividad. En EEUU esta práctica es requerida en la justicia y salud, pero no por la política. Es necesario conocer si el supuesto padecimiento psíquico de Trump lo deja actuar libremente o lo ata a algún condicionamiento interno. Además falta interpretar el sentido de su padecimiento o sea, el significado que tiene para él. El informe interdisciplinario de los 35 no ahonda en esto. Hay curiosidades sorprendentes en los EEUU, como este psicodiganóstico presidencial, allí están las fábricas de Nobeles y de nomenclaturas de todos los desórdenes mentales descriptos en el cambiante “Manual Diagnóstico y Estadística de los Trastornos Mentales” de la Asociación Americana de Psiquiatría, además obligatorio en Occidente. Los 35 interdisciplinarios le lanzaron al intrépido rostro de Trump una parte del DSM, pero todo fue un conato de objetividad clínica. Hasta ahora, los autores de la carta al NewYork Time no impactaron negativamente en la opinión pública ni en los legisladores. Con esa carta al diario, la interdisciplina lúdica sobre la subjetividad del presidente tomó la seudociencia y se divirtió como si estuviera en el laboratorio experimental de algún personaje de Walt Disney.

 

PUBLICIDAD