Sabido es que en verano, época de lluvias, las calles de los pueblos y ciudades sufren el desgaste propio que les impone la naturaleza.
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Sabido es que en verano, época de lluvias, las calles de los pueblos y ciudades sufren el desgaste propio que les impone la naturaleza.
Pero en Orán hay baches de varios meses “que se convirtieron en verdaderos criaderos de sapos”, como definió gráficamente por teléfono el vecino Juan Segovia, de esa ciudad norteña.
El hombre se refirió de esa forma al pozo existente en las esquinas de las calles Corrientes y Martín Fierro.
En otro tramo de la conversación el oranense se acordó de la visible degradación del pavimento “en calle Pueyrredón, frente al hospital San Vicente de Paul”, zona por demás transitada por toda clase de vehículos, desde motocicletas hasta camiones.
Segovia dijo, además, que su esposa tuvo que hacer reparar el tren delantero de su coche dos veces en los últimos dos años, “porque esto ya es el colmo. Frente al Sanatorio Gemes y frente a la Escuela Especial hay no sé cuantos pozos en la calle”, dijo.
Visiblemente contrariado, el hombre informó que, por cuestiones de trabajo debe trasladarse en una motocicleta por la ciudad, “y ahora tengo que hacerle cambiar la amortiguación delantera, porque hay esquinas en las que directamente no queda lugar sano por donde pasar”.
“Sabemos que ha llegado maquinaria nueva a la Municipalidad, por lo que esperamos que los arreglos no se hagan esperar”, dijo Segovia.
Y agregó que además, “si las calles de ripio o tierras se pavimentan, en especial en los barrios marginales, los maleantes ya no tendrán piedras para tirarles a los policías cada vez que hay un incidente, o un enfrentamiento entre las mismas patotas barriales”.
La visión del vecino, se sabe, es compartida por muchos oranenses que no se animan a dar la cara o solo esperan que los prometidos arreglos se hagan con prontitud.
Para concluir, Juan Segovia mencionó otro bache importante, que ya lleva meses sin arreglo y está ubicado en pleno centro.
“Se trata del que está en la esquina de la calle Esquiú, donde están los semáforos”, dijo.
Los corsos, sin suerte
La Municipalidad y las agrupaciones carnestolendas de Orán no pegan una.
Luego de las interminables discusiones, que comenzaron el año pasado por la organización de los desfiles, por fin autoridades y pasistas se pusieron de acuerdo. Pero ahora es el clima el que les juega una mala pasada. Llueve cuando hay corsos y cuando lo suspenden el cielo está límpido.