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Flor del carnaval quiere levantar el primer premio

La agrupación reúne pautas culturales de dos pueblos ancestrales y de los criollos.
Martes, 21 de febrero de 2017 00:00

Por Cristina Carrazán
[email protected]

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Por Cristina Carrazán
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El pim pim de la comunidad toba ubicada en la zona sur de Tartagal es una de las seis agrupaciones que competirá para quedarse con el primer premio en el corso que se realiza en Tartagal durante el mes de febrero. Pero la actividad de esta agrupación, compuesta por unos 60 integrantes de diferentes etnias y varios criollos, va mucho más allá que la presentación que realizan noche a noche en la avenida 20 de Febrero. Su trabajo comenzó en el mes de diciembre con el tallado de las máscaras y cada jornada continúa en la propia comunidad, en la que celebran el arete y donde concurren jóvenes y mayores de otras comunidades y de otros pueblos originarios y, por supuesto, muchos criollos que se siente atraídos por esta celebración.

Un gran valor cultural

Rubén Durán tiene 44 años, se crió en la comunidad guaraní y si bien ahora reside en otra de la etnia toba ubicada en la zona sur de la ciudad, detrás de Radio Nacional, pudo llevar con él todo ese bagaje cultural que implica la celebración del arete, que en el tiempo coincide con el carnaval de los criollos y el corso color. “Tengo 44 años y desde el 2006 comenzamos con esta agrupación que denominamos Flor del Carnaval; como cualquier espectador del corso puede ver, muchos son aborígenes de las diferentes etnias pero también hay criollos a los que les gusta salir a bailar el pim pim”, explica el dirigente de la agrupación compuesta por 30 parejas de bailarines que conforman sus 60 integrantes. Los integrantes son de Misión Cherenta (guaraníes), Misión El Curce (wichis) y de Tapietes, entre otros, y años anteriores lograron el primer premio, por el cual “este año la estamos peleando”, aseguró Durán.

Este año las máscaras que llevan solamente los hombres “dejaron de ser solo de animales de la zona. El artesano que las talla es un miembro de mi familia que comenzó a trabajar el año pasado para que pudiéramos llegar con todas listas para el corso y sobre todo para que la madera estuviera seca y pudiéramos trajinar las máscaras sin causarles daño. Dedicimos incorporar también algunas que son representantivas del guerrero toba. Antes de decidirlo lo charlamos con la gente de la comunidad y todos estuvimos de acuerdo en que además de las máscaras de zorro, tigre, loro, que son tradicionales y que refieren a la riqueza natural de la región, incorporáramos la del guerrero toba”.

Las mujeres, por su parte, llevan como atuendo el colorido tipoy “el emblema de la mujer guaraní; en realidad soy descendencia guaraní y toba, porque viví toda mi niñez en una comunidad guaranítica ubicada al norte de Tartagal”.

Para el dirigente aborígen “que el pim pim siga siendo uno de los números que se presentan en el corso tiene una importancia muy grande, porque es la forma en que se reconoce a la cultura ancestral, se respeta su celebración y se pueden reunir a todos los grupos originarios en una sola expresión, más aún tomando en cuenta que también hay criollos que son parte de esta propuesta artística”.

Para los aborígenes “el carnaval sigue siendo la fiesta de las comunidades originarias a la que esperamos todo el año y para la que nos preparamos para recibirla, participar y disfrutar. Primero organizamos el desentierro del carnaval, luego la presentación del pim pim en el corso pero a la vez organizamos nuestra celebración en cada comunidad”.

Durán explicó: “Mi participación en estas celebraciones es desde la niñez, porque mis padres ya bailaban el pim pim cuando residíamos en la zona norte de Tartagal, por eso conozco a los dirigentes originarios que fueron muy importantes para todas las comunidades. Tenemos un gran reconocimiento para los Velarde, Federico Romero, de la comunidad tapiete, la familia de los Cándidos, que eran de la zona oeste, y hoy los hijos y nietos que viven en el barrio San Antonio, para don Miguel Ruiz, el cacique Velázquez, o el finado Torito, que era una gran figura en el pim pim Tahuichi”.

Pero el dirigente, más allá de la alegría y la fiesta que para los originarios significa el tiempo del arete, Carnaval, renovación de la sangre o como se denomine, no desconoce “los peligros actuales, algo que nosotros no teníamos cuando yo era niño o adolescente. En la comunidad toba donde vivo actualmente hacemos esa celebración pero tomando todos los recaudos, sobre todo con los más chicos. Hoy la droga está en todos lados y nosotros los aborígenes lamentablemente no estamos ajenos a esa desgracia. Por eso tenemos mucho cuidado, porque una fiesta que es de todos, no queremos que se vea empañada por ningún hecho provocado por este flagelo”, aseguró.

 

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