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"En España me acerco a mi sueño de vivir de mi vocación: la danza"

Verónica Gutiérrez ganó una beca en la prestigiosa academia Barcelona Dance Center.
Domingo, 26 de febrero de 2017 00:00

Una convocatoria efectuada por Facebook y como respuesta un video que incluía un fragmento de contemporáneo con una coreografía propia y la variación de Gamzatti. Ese fue el pasaporte de Verónica Gutiérrez (20) hacia Barcelona.

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Una convocatoria efectuada por Facebook y como respuesta un video que incluía un fragmento de contemporáneo con una coreografía propia y la variación de Gamzatti. Ese fue el pasaporte de Verónica Gutiérrez (20) hacia Barcelona.

La bailarina salteña ganó una beca de perfeccionamiento por diez meses en la prestigiosa academia Barcelona Dance Center. “Me sorprendió que me llamaran porque a veces nos falta confianza en nosotros mismos, pero eso es lo lindo de esta vida, que te puede sorprender”, dice, fresca y espontánea, en comunicación telefónica con El Tribuno.

Ella comenzó a bailar cuando tenía 8 años con la profesora Susana Marchisio. Tras siete años de formación continuó con la maestra Melissa Damato, de la Fundación Alexander Ananiev. Antes de partir, trabajaba hacía tres años en el Gym Extreme y hacía unos meses que integraba Nouveau Ballet, el cuerpo de baile de la academia de María Emilia Martearena.

Si bien encandilada por la majestuosidad del vestuario, la sutileza y el nervio de los movimientos, había elegido en su momento el clásico, hoy su pensamiento es otro. Consustanciada con bailar al punto de haberse borrado las fronteras entre su corporeidad (la vida) y su vocación (el arte), expresa que ama “la danza en sí”.

Actualmente pasa su estadía en España abocada a un trabajo abstracto, enérgico y que requiere gran fuerza muscular. “Me levanto a las siete y media de la mañana para alistarme y salir a horario. Las clases comienzan a las nueve y treinta. Tomo clases de ballet, puntas, de carácter español y contemporáneo hasta las tres de la tarde”, enumera Verónica.

El Barcelona Dance Center es un centro comprometido con la excelencia artística y la innovación. Se dedica a la formación de bailarines aspirantes cuya meta es ser profesionales. Se trata de un centro anexo a la Universidad Rey Juan Carlos Instituto Universitario de Danza Alicia Alonso, por lo que muchos becarios internacionales son atraídos por la proyección hacia una carrera internacional. También los anima la certificación oficial de los estudios y la posibilidad de conseguir un título universitario.

Puesta a rememorar sus primeros tiempos en tutú y sobre puntas, Verónica cuenta: “Recuerdo que tenía ansias de bailar bien. Veía a mis compañeras más grandes y tenía la ilusión de algún día llegar a ese nivel”.

Aún está muda de asombro ante la excelencia y la exigencia de las rutinas. Ella es una bailarina que trabaja duro. Sobre el escenario su rostro es expresivo, de un hondo lirismo. “Respecto de mis puntos débiles mis maestros me marcan los nervios antes de salir a alguna función o concurso, lo que trato de superar día tras día, y sobre los fuertes destacan que a cada paso le encuentro un movimiento distinto al de los demás y mi expresión sobre todo”, enuncia. Agrega que los maestros corrigen cada movimiento en busca de los máximos brío y potencia, de la capacidad de cada cual de lograr proezas técnicas. Verónica no ejecuta ningún movimiento ni paso sin tratar de sacar el máximo partido de estos profesores. “Al verlos me doy cuenta de que a mí me falta un largo camino para llegar a eso. Debo tomar clases y practicar mucho los pasos. Trato de ser constante y trabajo mucho por alcanzar cierta madurez. Aquí tengo compañeros de distintos lugares del mundo: México, Paraguay, Uruguay, Argentina y Bélgica”, comenta.

Ella comparte un departamento con una estudiante mexicana y otra francesa. De ellas dice que son muy simpáticas y respetuosas para la convivencia. Aunque la beca le cubre diez meses de capacitación, Verónica, por motivos económicos, volverá a mediados de marzo y regresará a fin de año a España, con visado estudiantil y con la mente puesta en buscar empleo allá para costear sus gastos. “Fue bastante duro llegar y no saber con qué encontrarte, pensando en cómo iba a ser todo; pero solo fueron los dos primeros días, luego entré en confianza”, expresa.

Detrás de una bailarina constante y apasionada, hay una familia brindándole viento a sus alas. “Quiero agradecer por esta oportunidad a mi familia, compuesta por mi mamá, Juana Pantoja; mi papá, Luis Alberto Gutiérrez; mis hermanos, Virginia, Analía y Facundo. También a las dos mujeres que más ayuda me han dado y son de verdad incondicionales: mis dos tías Andrea y Alejandra Gutiérrez, y a Facunda, mi abuela paterna”, detalla.

El sueño de ingresar en una compañía importante se derrama cada noche sobre la almohada de la joven. “Creo que en Salta no debemos quedarnos con lo "cómodo' e intentar volar más lejos”, aventura.

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