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“El tango es una pasión que no se aprende, simplemente se siente”

El ciclo Charlemos y bailemos tango es un clásico de los martes salteños.
Lunes, 13 de marzo de 2017 20:52

El martes 14 de marzo, el ciclo “Hablemos y bailemos tango” cumple 10 años difundiendo la música tanguera, su espíritu y la inconfundible cultura que lo rodea. Se trata de un ritmo que, desde 2009, es Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad, declaración realizada por la Unesco. El ciclo, que se desarrolla de 20.30 a 22, en la sede del Copaipa (Gral. Güemes 529), cuenta en su haber con 296 reuniones realizadas. Su impulsor es Horacio Fernández, ingeniero civil, porteño de nacimiento y salteño por adopción. 
Con sus 82 primaveras, baila el tango como pasión absoluta y busca llegar el amor que siente por esta danza a las nuevas generaciones. Todo un desafío en una provincia de tradición folclórica como Salta. Desafío que fue superado con creces, dado al éxito que tuvo este ciclo bien tanguero.

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El martes 14 de marzo, el ciclo “Hablemos y bailemos tango” cumple 10 años difundiendo la música tanguera, su espíritu y la inconfundible cultura que lo rodea. Se trata de un ritmo que, desde 2009, es Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad, declaración realizada por la Unesco. El ciclo, que se desarrolla de 20.30 a 22, en la sede del Copaipa (Gral. Güemes 529), cuenta en su haber con 296 reuniones realizadas. Su impulsor es Horacio Fernández, ingeniero civil, porteño de nacimiento y salteño por adopción. 
Con sus 82 primaveras, baila el tango como pasión absoluta y busca llegar el amor que siente por esta danza a las nuevas generaciones. Todo un desafío en una provincia de tradición folclórica como Salta. Desafío que fue superado con creces, dado al éxito que tuvo este ciclo bien tanguero.

En Buenos Aires
Horacio nació en el barrio de Boedo, pero pasó su infancia y adolescencia en Floresta. Su trabajo lo llevó a radicarse muy joven en la ciudad de Salta, donde más tarde formó su familia.
De chico, el amor por el tango creció de la mano de su padre, de quien aprendió los principales secretos del baile. “Mi padre era muy tanguero. A los 15 años empecé a cantar con él y ahí se me metió el tango con todo. Es una pasión que no se estudia, simplemente se siente. Recuerdo que nos juntábamos con los chicos del barrio y practicábamos para aprender a bailar e intercambiar secretos. Así, uno iba creando su propio estilo”, contó Horacio Fernández a El Tribuno.

Dejar de bailar
Horacio provenía de una familia de clase media y, por las circunstancias, muy pronto se vio obligado a abandonar el tango por el fútbol, deporte que le permitió costearse sus estudios de Ingeniería Civil en la universidad. 
“Mi familia no tenía ni auto, El fútbol me ayudó a recibirme. Si bien era amateur, cobraba por partido ganado. Jugué en Ferrocarril Oeste, Juventud Antoniana y Deportivo Español, entre otros”, recordó, memorioso.
Los sacrificios tuvieron frutos y, con mucho esfuerzo, logró recibirse. Al tiempo, ingresó a trabajar en la Compañía General de Construcción, empresa responsable de la edificación del emblemático casino de la ciudad de Mar del Plata y del internacionalmente reconocido hotel Llao Llao, de Bariloche.
Entre los proyectos de la empresa, figuraba la construcción del Hotel Victoria Plaza en la ciudad de Salta. Es así que, con tan solo 26 años a cuestas, Horacio se instaló en Salta para colaborar con los trabajos. 
Debía quedarse un año y medio, lo que tardaría la obra en concretarse, y se quedó cinco años, tiempo en el que conoció a Teresita, con quien se casó y tuvo tres hijos.

Algo latente
Pero como el primer amor, hay algo que queda dentro de uno, que no se olvida. Como Horacio es socio matriculado en del Copaipa, en 2007 la Fundación Copaipa le dio la posibilidad de desarrollar un proyecto cultural y no lo pensó dos veces: era la oportunidad justa para vivir a pleno su pasión por el tango y, además, contribuir a difundir su belleza y valor.
Fue así que en 2008 se puso en marcha el ciclo “Charlemos y bailemos tango”, que se extendería por una década. “Creí que no duraríamos más de dos semanas y ya llevamos 10 años. La Fundación nos apoya a difundir el valor del tango”, destacó.
En cada encuentro, Horacio dedica la primera hora a la historia de compositores, poetas, músicos y orquestas, entre otros. En la segunda hora, se arma una pequeña milonga, en la que los presentes despuntan toda su destreza. No faltan los videos y también los karaokes
“Para bailar, hay que tener oído, ya que el tango es caminar al compás. Los más cadenciosos se bailan en 4x4 y en 4x8, mientras que los vertiginosos se bailan en el famoso 2x4”.
Para Fernández, uno de los aspectos más hermosos de este rimo es su veta creativa. “Los tangueros somos milongueros, vamos improvisando al compás de la música. Es un momento mágico. La versión más linda es el tango al piso, en la que el abrazo entre el hombre y la mujer no se rompe. Es un romance de tres minutos, el hombre conduce y la mujer seduce”.
Uno de los objetivos del ciclo es inculcar este amor por la danza ciudadana en los más jóvenes. En cada reunión hay un promedio de 35 asistentes, de todas las edades. “Hay más interés que antes en los jóvenes”, afirma sin dudar.

La movida en Salta 
Para Horacio, la movida tanguera en la ciudad es interesante, a pesar de la fuerte raigambre folclórica local. “Hay muchas milongas, que se llenan de parejas. Hay numerosas academias. Lo negativo es cuando todos terminan bailando igual que su profesor. Eso ocurre porque no se aprende a improvisar y a crear un estilo propio. Para bailar tango, es necesaria la impronta personal y la creatividad”, finaliza este salteño por adopción que lleva más de cincuenta años trabajando para que los salteños conozcamos un poco más de esta danza tan mágica y tan nuestra a la vez.

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