Por Flavio Palacios
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Por Flavio Palacios
Una vez más centenares de vehículos sufrieron desde la primera hora de ayer el corte del tránsito sobre el puente internacional que une las localidades de Salvador Mazza y San José de Pocitos, en Bolivia.
Son decenas de bagayeros bolivianos que protestan por los controles aplicados a la exportación de granos y aceites al menudeo en la frontera, lo que les priva, según ellos, de llevar el sustento a la mesa familiar.
Por supuesto, el origen del problema no son los controles locales sino la liberación de las exportaciones decretada por el Gobierno nacional apenas asumió en año pasado.
Gracias al nuevo sistema, numerosos pasadores se vieron perjudicados por las normativa imperante que ahora permite que los propietarios de comercios importantes del lado boliviano vengan a la Argentina, hagan sus negocios con los industriales del centro del país y luego pasen los camiones precintados por la frontera, sin darle intervención a la legión de trabajadores que vive del contrabando hormiga desde tiempo inmemorial en esta parte de la extensa frontera entre ambos países.
Ya el año pasado hubo protestas similares, tras las cuales se prometieron algunas soluciones provisorias, que nunca llegaron a conformar del todo a la legión de pasadores, especialmente los que viven del otro lado del límite.
Pero ellos tienen una poderosa organización sindical que cuando decreta un paro hace que cierren hasta las cantinas del lado boliviano.
Del lado argentino, se conformaron nuevos pools de comerciantes que logran permisos de exportación pero al menudeo, lo que es lo mismo que decir que están facilitando que los bagayeros sigan teniendo trabajo, a pesar de que la actividad es claramente ilegal, pero actúa disfrazada de lo contrario aprovechando los intersticios de la normativa vigente.
Lo cierto es que puente internacional permaneció cortado ayer durante toda la jornada y el vocero de la protesta en Bolivia, Jorge Paniagua, informó a los medios de su país y de la Argentina que no levantarán la protesta hasta que las autoridades de la AFIP y la Aduana argentinas no relajen los controles, de forma de permitir que puedan seguir operando como antes de la liberación de la exportación de granos.
Cabe señalar que con los aceites comestibles y las harinas son otros de los productos apetecidos en el vecino país, así como la lecha en polvo, los pañales descartables y otros artículos de higiene, que pasan de contrabando burlando los controles aduaneros, gracias a la extensión de la frontera, a lo intrincado de las quebradas que han de límite y a la vista gorda de los funcionarios.