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29 de Marzo,  Salta, Centro, Argentina
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Andrea Testa: "Quisimos hacer una película que no explicite la dictadura"

Entrevista con una de las realizadoras de "La larga noche de Francisco Sanctis", película que se transmitirá este fin de semana en el Espacio Incaa con motivo del Día de la Memoria. 
Miércoles, 22 de marzo de 2017 19:49

El viernes 24 se conmemora el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. En este contexto, el 24 y el 26 de marzo, a las 22, se proyectará “La larga noche de Francisco Sanctis” en el Hogar Escuela de pasaje Chiclana e Yrigoyen.
Esta ópera prima de Francisco Márquez y Andrea Testa narra la historia de un hombre, sin compromiso político, que recibe en plena dictadura militar la información precisa de que dos personas serán secuestradas por el ejército. Esa misma noche Francisco tiene que tomar la decisión: ¿arriesgará su vida para intentar salvar la de dos desconocidos? Ese es el interrogante que devela una cita con sutilezas y una fotografía impecable.
El filme, además, fue galardonado con cuatro premios en el Bafici, incluidos Mejor Película y Mejor Actor y tuvo también dos nominaciones en el Festival de Cannes de 2016.
Antes de su exhibición en Salta, El Tribuno habló con una de sus realizadoras, Andrea Testa.
Partieron de una obra particular para guionar la película, ¿qué los motivó a hacerlo?
Encontramos la novela de Humberto Constantini en una feria de usados. La leímos y nos parecía una pena que quedara en nuestra biblioteca. Comenzamos a prestarla, a contar la historia. Notábamos interés y la necesidad de poner en escena este conflicto. Sabíamos y conocíamos un montón de obras de diferentes expresiones artísticas sobre la dictadura. Pero sentíamos que había pocas que tomen como protagonista a la gran mayoría silenciosa, como se la conoce. ¿Qué pasa en el arte?, ¿qué pasa en la sociedad?, ¿estamos preparados para poner en escena este tipo de conflictos? A su vez, nos parecía muy actual. No es solamente hablar de un momento histórico, sino hablarnos en el hoy. 
Hicieron muchos cortometrajes, pero ésta es su ópera prima.
Cuando terminamos la formación en la Enerc queríamos hacer cine y hacer una película. No se dio eso de que queríamos hacer una película y buscamos a partir de qué, sino que la propia novela nos invitó a empezar esta experiencia. Escribimos el guión en un proceso largo, de varios años. Luego presentamos a concursos, a laboratorios, recorrimos todo un camino hasta conseguir la financiación necesaria. Son los tiempos reales de las películas: la maduración, la financiación, el armado más concreto la preproducción, el rodaje, el montaje. Uno empieza idealizando y en el camino se va encontrando con muchas dificultades, pero por suerte existe el cine como equipo también, como espacio de creación en conjunto, donde uno se va nutriendo de eso: fortaleciéndose y perseverando.
No se explicita la violencia de la dictadura, sino que se sugiere, ¿por qué tomaron ese camino?
Desde siempre quisimos hacer una película que no explicite la dictadura. Entendíamos que ya hay un imaginario colectivo muy arraigado de lo que fue el terrorismo de Estado, imágenes que ya compartimos, que sentimos, que ya no conmueven y que en su momento fueron muy necesarias. Pero hoy sentíamos que teníamos que avanzar un poco más. O por lo menos invitar a otra propuesta. No es una película que muestre los Falcon verdes, la tortura. Pero sí hace sentir ese terror. 
Para nosotros era un objetivo difícil, pero consciente: poder sentir qué significa este conflicto en la vida de este personaje. Con eso también poder dialogar con aquellos que sí vivieron la época y preguntarnos cómo se hacía para seguir viviendo sabiendo que en la clandestinidad se torturaba, se desaparecía y se mataba gente. Era una pregunta muy fuerte: cuánto se sabía, cuánto no se sabía también. No queríamos juzgar a estos personajes de la historia pero sí queríamos ponerlos y preguntarnos como sociedad, como colectivo, el porqué. Y preguntarnos también si ese silencio no permitió que se haya convertido esto con tanta impunidad y con tanto terror. 
¿Qué encontrará aquel que vea la película?
El que se acerque a ver la película se encontrará con un final que es discutible. Es un final que para nosotros es una respuesta a eso. Es un personaje que enfrentó miedos. Este 24 de marzo para nosotros significa mucho, salir de nuevo a la calle a marchar por los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos, por los nietos que todavía no fueron restituidos. Es una fecha que sigue siendo un presente, no es un pasado. Que esta película se vuelva a pasar el 24 de marzo para nosotros es un orgullo, una invitación a que el cine o el arte sea un espacio colectivo, que nos juntemos a verlo con el otro, que nos haga debatir y pensar. La lucha de los desaparecidos y de los que sobrevivieron fue una lucha por transformar este mundo. Y eso creo que sigue vigente.
¿Qué les permitió el recorrido en los festivales?
El recorrido de la película y de los premios fueron una gran sorpresa. No estábamos pensando en eso cuando lo hicimos. Fue por un lado muy gratificante porque nos permitió conocer el sistema de festivales, otros países y qué pasaba con la película allí. Encontramos que se trata de un conflicto universal en el que cada lugar se podía apropiar con sus propias historias. 
Por otro lado, la nominación en Cannes y la pantalla que tuvimos a partir de esto fue abismal y muy intensa. Agradecemos también esta posibilidad porque hoy nos permite pensar que podemos hacer una próxima película. De todos modos, con o sin premios, la película sigue siendo la misma y así nos embarcamos en la próxima. Sin pensar en los resultados. Lo que nos importa es que el cine sea un encuentro, un espacio para poder crear y construir conocimiento con otro.
El festival te permite muchas cosas, pero también es cierto que hay muy buenas películas que no entran en ese circuito y tenemos que ver qué espacios se pueden brindar. 
Hace poco Lucrecia Martel dijo que el cine tenía que traer la herramienta, un arma para romper el encierro de la cultura. Y la verdad es que es muy interesante pensarlo así, como un espacio de tensión, de incomodidad... De vitalidad. 

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El viernes 24 se conmemora el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. En este contexto, el 24 y el 26 de marzo, a las 22, se proyectará “La larga noche de Francisco Sanctis” en el Hogar Escuela de pasaje Chiclana e Yrigoyen.
Esta ópera prima de Francisco Márquez y Andrea Testa narra la historia de un hombre, sin compromiso político, que recibe en plena dictadura militar la información precisa de que dos personas serán secuestradas por el ejército. Esa misma noche Francisco tiene que tomar la decisión: ¿arriesgará su vida para intentar salvar la de dos desconocidos? Ese es el interrogante que devela una cita con sutilezas y una fotografía impecable.
El filme, además, fue galardonado con cuatro premios en el Bafici, incluidos Mejor Película y Mejor Actor y tuvo también dos nominaciones en el Festival de Cannes de 2016.
Antes de su exhibición en Salta, El Tribuno habló con una de sus realizadoras, Andrea Testa.
Partieron de una obra particular para guionar la película, ¿qué los motivó a hacerlo?
Encontramos la novela de Humberto Constantini en una feria de usados. La leímos y nos parecía una pena que quedara en nuestra biblioteca. Comenzamos a prestarla, a contar la historia. Notábamos interés y la necesidad de poner en escena este conflicto. Sabíamos y conocíamos un montón de obras de diferentes expresiones artísticas sobre la dictadura. Pero sentíamos que había pocas que tomen como protagonista a la gran mayoría silenciosa, como se la conoce. ¿Qué pasa en el arte?, ¿qué pasa en la sociedad?, ¿estamos preparados para poner en escena este tipo de conflictos? A su vez, nos parecía muy actual. No es solamente hablar de un momento histórico, sino hablarnos en el hoy. 
Hicieron muchos cortometrajes, pero ésta es su ópera prima.
Cuando terminamos la formación en la Enerc queríamos hacer cine y hacer una película. No se dio eso de que queríamos hacer una película y buscamos a partir de qué, sino que la propia novela nos invitó a empezar esta experiencia. Escribimos el guión en un proceso largo, de varios años. Luego presentamos a concursos, a laboratorios, recorrimos todo un camino hasta conseguir la financiación necesaria. Son los tiempos reales de las películas: la maduración, la financiación, el armado más concreto la preproducción, el rodaje, el montaje. Uno empieza idealizando y en el camino se va encontrando con muchas dificultades, pero por suerte existe el cine como equipo también, como espacio de creación en conjunto, donde uno se va nutriendo de eso: fortaleciéndose y perseverando.
No se explicita la violencia de la dictadura, sino que se sugiere, ¿por qué tomaron ese camino?
Desde siempre quisimos hacer una película que no explicite la dictadura. Entendíamos que ya hay un imaginario colectivo muy arraigado de lo que fue el terrorismo de Estado, imágenes que ya compartimos, que sentimos, que ya no conmueven y que en su momento fueron muy necesarias. Pero hoy sentíamos que teníamos que avanzar un poco más. O por lo menos invitar a otra propuesta. No es una película que muestre los Falcon verdes, la tortura. Pero sí hace sentir ese terror. 
Para nosotros era un objetivo difícil, pero consciente: poder sentir qué significa este conflicto en la vida de este personaje. Con eso también poder dialogar con aquellos que sí vivieron la época y preguntarnos cómo se hacía para seguir viviendo sabiendo que en la clandestinidad se torturaba, se desaparecía y se mataba gente. Era una pregunta muy fuerte: cuánto se sabía, cuánto no se sabía también. No queríamos juzgar a estos personajes de la historia pero sí queríamos ponerlos y preguntarnos como sociedad, como colectivo, el porqué. Y preguntarnos también si ese silencio no permitió que se haya convertido esto con tanta impunidad y con tanto terror. 
¿Qué encontrará aquel que vea la película?
El que se acerque a ver la película se encontrará con un final que es discutible. Es un final que para nosotros es una respuesta a eso. Es un personaje que enfrentó miedos. Este 24 de marzo para nosotros significa mucho, salir de nuevo a la calle a marchar por los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos, por los nietos que todavía no fueron restituidos. Es una fecha que sigue siendo un presente, no es un pasado. Que esta película se vuelva a pasar el 24 de marzo para nosotros es un orgullo, una invitación a que el cine o el arte sea un espacio colectivo, que nos juntemos a verlo con el otro, que nos haga debatir y pensar. La lucha de los desaparecidos y de los que sobrevivieron fue una lucha por transformar este mundo. Y eso creo que sigue vigente.
¿Qué les permitió el recorrido en los festivales?
El recorrido de la película y de los premios fueron una gran sorpresa. No estábamos pensando en eso cuando lo hicimos. Fue por un lado muy gratificante porque nos permitió conocer el sistema de festivales, otros países y qué pasaba con la película allí. Encontramos que se trata de un conflicto universal en el que cada lugar se podía apropiar con sus propias historias. 
Por otro lado, la nominación en Cannes y la pantalla que tuvimos a partir de esto fue abismal y muy intensa. Agradecemos también esta posibilidad porque hoy nos permite pensar que podemos hacer una próxima película. De todos modos, con o sin premios, la película sigue siendo la misma y así nos embarcamos en la próxima. Sin pensar en los resultados. Lo que nos importa es que el cine sea un encuentro, un espacio para poder crear y construir conocimiento con otro.
El festival te permite muchas cosas, pero también es cierto que hay muy buenas películas que no entran en ese circuito y tenemos que ver qué espacios se pueden brindar. 
Hace poco Lucrecia Martel dijo que el cine tenía que traer la herramienta, un arma para romper el encierro de la cultura. Y la verdad es que es muy interesante pensarlo así, como un espacio de tensión, de incomodidad... De vitalidad. 

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