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“En la danza, la competencia es con uno mismo, no con los demás”

Candela García Schwarcz es directora de una de las academias de danzas más reconocidas del medio. Destacó cuáles son los beneficios de dedicarse a esta rama artística y cuáles sus desventajas.
Viernes, 24 de marzo de 2017 10:06

“En la danza, la competencia es con uno mismo, no con los demás”

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“En la danza, la competencia es con uno mismo, no con los demás”

Candela García Schwarcz tiene 37 años y 20 de ellos dedicados a la danza clásica. Comenzó a enseñar a los 17, mientras cursaba Psicología. Hoy dirige la Escuela de Ballet y Teatro Musical (Vicente López 188). Lleva su amor por la danza desde el mismo día en que, a los 6 años, su mamá la llevó a practicar ballet clásico. “Una vez que uno se enamora de la danza, es imposible desencantarse. Se transforma en parte de tu vida y no la podés dejar. Es un mundo apasionante y tan lleno de magia que te atrapa”, dijo a El Tribuno Candela, quien se especializó también en hip-hop, jazz y diseño coreográfico, entre otros.
Desde niña supo que iba a pertenecer a ese mundo y lo hizo como bailarina primero y como docente después. “Bailar en cualquier modalidad te da una felicidad difícil de explicar. Quien baila, sea como amateur o profesional, siente que su vida es diferente y mejor”, contó esta mujer que hizo del baile su pasión.
Una de las cosas que resalta Candela son los beneficios que reporta esta práctica, tanto para el cuerpo como para la mente. “Desde el punto de vista físico, es una lucha contra el sedentarismo, trabajás los músculos con la elongación, la coordinación, la postura; y el sistema respiratorio. También refuerza las capacidades cognitivas, como la atención, la concentración y la memoria. Todas las actividades artísticas desarrollan el hemisferio izquierdo del cerebro, encargado de la creatividad y las emociones”, afirmó la docente.
Acotó también que, desde lo social, esta actividad fomenta el desarrollo del respeto hacia los maestros y compañeros, el trabajo en equipo y el esfuerzo personal.
“Todo aquel que practica danzas debe esforzarse mucho, trabajar, estudiar, no compararse y concentrándose en los propios logros. Pero lo más importante es disfrutar. En la danza, la competencia debe ser con uno mismo, no con el otro”, aseveró contundente.
Una de sus motivaciones como docente es poder inculcar en sus alumnos la idea de que todo es posible. “Mi primera egresada, que está a punto de recibirse de médica, me dijo que lo que ella había aprendido es que no existe el ‘no puedo’. Ahí sentí que había realizado mi trabajo. Quiero que mis alumnas aprendan que todo se puede lograr”. 
Quienes asisten a la escuela de Candela practican danzas de forma amateur y también profesional. “Hay muchas alumnas que van a bailar porque la pasan bien, porque les gusta y porque implica una distracción. Otra gran parte del alumnado ama la danza de tal manera que quiere ser parte de su mundo. Por ello, con el maestro Cristian Galarza, creamos el Programa Intensivo de Formación (PIF), con una preparación intensiva y profesional, destinada a alumnas con las condiciones necesarias para desempeñarse como bailarinas profesionales y a las alumnas que no tienen las condiciones, pero sí las ganas. No hacemos, como sí lo hicimos años anteriores) ninguna selección. El requisito fundamental es el compromiso y esfuerzo. Con estos alumnos hay un mayor grado de exigencia y la carga horaria semanal es muy grande. Sucede algo parecido con los alumnos de Teatro Musical”, afirmó. 
A su vez, Candela implementó un asesoramiento nutricional integral para las alumnas. “Me surgió la idea hace 15 años, cuando una chica me contó que hacía dieta con manzanas y yogurth para adelgazar. El objetivo es que las chicas tengan una alimentación saludable”, dijo la docente.
Para tal fin, la escuela cuenta con la colaboración de profesionales en Nutrición, que van orientando a las alumnas. 
“Queremos que cada chica encuentre un lugar donde desarrollarse desde el punto de vista personal y artístico. Cada alumno es diferente y tratamos de guiarlo de acuerdo a sus capacidades. Buscamos que cada uno pueda llegar a ser la mejor versión de sí mismo”, afirmó la mujer. 
 
No todo es color de rosa
Pese a todos los beneficios que conlleva la práctica de danzas, para quienes desean dedicarse de manera profesional los obstáculos son numerosos, especialmente en el plano económico.
“Para poder lograr cierto nivel no alcanza con tomar clases de calidad. Es necesario “salir”, es decir, tomar cursos, participar de certámenes, viajar a otros lugares. El bailarín o el actor se hace en el escenario. Es importante que los alumnos y los padres puedan ver otras realidades, otros niveles. Muchas veces un alumno es bueno dentro del grupo de estudio, pero cuando se compara con niños de la misma edad de otras provincias se da cuenta de que necesita esforzarse el doble”, aseveró Candela, para quien el éxito depende del talento innato, la formación y una cuota de suerte para poder estar en el momento y lugar adecuados.
 

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