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2017: ¿Elecciones o plebiscito?

Los comicios de este año serán decisivos, pero deben ser seguidos de un plan de desarrollo, que es el gran faltante de la política de estos días. 
Sabado, 25 de marzo de 2017 11:41

Días de mucha tensión social han generado luces amarillas en el Gobierno, movilizaciones, paros, cortes de rutas y la proba­ble huelga general convocada por la CGT, han sido los hechos que au­mentaron el clima que aún el Go­bierno no logra descomprimir. El avance de la pobreza informado por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA no es un dato menor.
La conflictividad que de alguna manera estuvo contenida en el pri­mer año de gestión del presidente Mauricio Macri explotó en los he­chos mencionados, con el agravan­te de que el conflicto docente aún no fue resuelto y los otros gremios esperan analizar los resultados para unificar sus pretensiones.

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Días de mucha tensión social han generado luces amarillas en el Gobierno, movilizaciones, paros, cortes de rutas y la proba­ble huelga general convocada por la CGT, han sido los hechos que au­mentaron el clima que aún el Go­bierno no logra descomprimir. El avance de la pobreza informado por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA no es un dato menor.
La conflictividad que de alguna manera estuvo contenida en el pri­mer año de gestión del presidente Mauricio Macri explotó en los he­chos mencionados, con el agravan­te de que el conflicto docente aún no fue resuelto y los otros gremios esperan analizar los resultados para unificar sus pretensiones.

Este clima no se origina en el 10 de diciembre de 2015. Sin embargo da lugar a pronunciamientos de gre­mialistas y dirigentes justicialistas, estos últimos, exfuncionarios, que aún tienen pendiente un balance que explique el deterioro social y la decadencia económica y jurídica que arrojan los 26 años de hegemo­nía del PJ. 

Nuestro país y nuestra economía soportan distorsiones que no se van a resolver en pocos meses, y menos con discursos de barricada.

La cuestión fiscal y política

Los  pocos avances o mejoras en nuestra economía están limitados por el déficit fiscal y la política. El déficit fiscal se financia de dis­tintas formas:
a) con emisión monetaria;
b) con endeudamiento;
c) con crecimiento de la economía que genera mayores ingresos al Es­tado.
Actualmente estamos financiando nuestro déficit fiscal con endeuda­miento ya que aún no pudimos ge­nerar o atraer inversiones genuinas, corremos el riesgo con el gradualis­mo elegido en la implementación de reformas que agotemos el em­préstito público si la economía de Argentina no comienza a crecer con el antecedente de que los préstamos que solicitamos cada vez serán más caros por dos razones:
a) Argentina aún no pudo bajar el riesgo país para equiparar la tasa de interés a niveles razonables de mer­cado;
b) en los EEUU comenzaron a su­bir la tasa de interés y por supuesto repercutirá este incremento en los préstamos que obtenga nuestro pa­ís.
No deja de ser un mérito de este Gobierno que haya bajado la infla­ción a cerca de la mitad de la del pa­sado año y también los montos que se espera recaudar con el sincera­miento fiscal, números más que sa­tisfactorios considerado un éxito a nivel mundial.
La cuestión política está jugando un papel importante ya que los in­versores están esperando el resulta­do electoral del próximo mes de oc­tubre porque consideran que si ga­na el Gobierno será un apoyo que ratifica el cambio elegido.
Tenemos que reconocer que el Go­bierno liberó el mercado cambiario, el financiero, el comercial y los pre­cios internos, salió del default, y re­cuperó las estadísticas públicas y las relaciones internacionales, pero quedan otros temas por resolver co­mo el gran déficit fiscal, el energéti­co y lograr tener un mercado com­petitivo.

El déficit fiscal es un problema la­tente que trajo muchísimos proble­mas a nuestra economía en los últi­mos años -recordemos el "Rodriga­zo”, la tablita de Martínez de Hoz, la hiperinflación y la crisis de la convertibilidad- convierten a esta transición y de acuerdo a nuestra historia en un problema que necesi­ta apoyo político. Aquí no podemos olvidar que desde 1938, ningún go­bierno no peronista pudo terminar el mandato constitucional.
El tan esperado crecimiento de nuestra economía ya está empezan­do a producirse con el incremento de los llamados brotes verdes (campo, industria automotriz, Vaca Muerta, obra pública). En cambio, otros sec­tores no lo están pasando bien.
Analistas y empresarios sostienen distintas opiniones respecto al mo­delo actual, están los que afirman que hay que ayudar al Gobierno y otros con posiciones duras son muy críticos; lo cierto es que ambos, y es­pecialmente los industriales, mani­fiestan preocupación por el nivel de actividad, las importaciones y la pre­sión fiscal. Respecto a tener un pre­cio competitivo comparando con otros países, afirman que una de las razones es la acumulación de la car­ga tributaria, nacional, provincial y municipal. Para revertir la tendencia de endeudamiento, inflación, au­mento de la pobreza y el malestar so­cial por los bajos salarios que actual­mente padecemos es necesario que exista un plan estratégico de creci­miento. De haberlo diseñado, es pro­bable que la inflación ya estaría más controlada, pero hoy, en un período preelectoral, se torna difícil anun­ciarlo y mucho menos implementar­lo. No obstante, se debe hacer respe­
tar lo presupuestado y cumplir con las metas allí planteadas. Actual­mente los excesos de gastos se están financiando con endeudamiento que lo pagaremos entre todos. Tanto los subsidios y el gasto salarial como el déficit energético son los egresos más significativos que tendrán que replantearse, y deberían estar con­templados en el próximo plan estra­tégico de crecimiento o como quiera que se llame, que deberá anunciarse o implementarse después de las  elecciones. El desafío entre otros será lograr que los dineros de argentinos depositados en bancos, colchones o en títulos públicos sean volcados a 
inversiones que tanta falta nos hace.

Ajuste gradual

Faltando siete meses para las elec­ciones, la foto es la siguiente: la po­breza en un 32.9% (para el tercer tri­mestre de 2016, datos de la UCA), in­flación elevada de acuerdo a lo presupuestado (2,5% en febrero 2017, según el Indec), estos datos obligarí­an a suspender o hacer más gradual los ajustes de las tarifas de servicios públicos. Ante esta realidad enten­demos que el ajuste fiscal que el mi­nistro Nicolás Dujovne había planifi­cado para reducir el déficit fiscal, es­pecialmente los aumentos en servicios públicos, tendrán que ser revisados, ya sea para implementar ajustes graduales poco significativos o eventualmente suspenderlos hasta después de las elecciones.
Tanto empresas como familias tie­nen hoy la incertidumbre de no sa­ber cuál será el costo de la luz, gas, electricidad y transporte en los pró­ximos meses ni tampoco saben có­mo serán los ajustes tarifarios.

Esta carrera de precios, tarifas, sala­rios no le hace bien a nadie, después de octubre lo sabremos.

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