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¡Paren el mundo que me quiero bajar!

Domingo, 26 de marzo de 2017 11:52

Por Bernardo Stamateas, sociólogo y escritor

Todos en algún momento, cuando las cosas se ponen difíciles, sentimos que el mundo está en nuestra contra. A veces, otros nos hacen sentir culpables de todo lo negativo que sucede. 
De repente, te encontrás siendo responsable de que a tu hijo le vaya mal en un examen porque no lo ayudaste a estudiar, o de que tu pareja esté de mal humor porque te olvidaste de comprar lo que te encargó. Y para empeorar las cosas, en el trabajo nadie te dirige la palabra porque creen que, por algo que le dijiste a tu jefe, se enojó y los sobrecargó de tareas. Entonces es cuando decís: “¡Paren el mundo: me quiero bajar!”.
Cuando uno tiene la sensación que es atacado desde todos los frentes, que su vida es un desastre, a veces el cuerpo y la mente se revelan y experimentamos caos mental e incluso afecciones físicas, como dolor de cabeza, contracturas o insomnio. Parecería que los pensamientos vuelan de un lado para el otro y no logramos ordenarlos. Como consecuencia, decidimos alejarnos del mundo y encerrarnos en nosotros mismos, lo cual puede hacernos sentir aun peor.
¿Qué hacer ante tanta presión? Si bien, es normal tener el impulso de “tirar la toalla” y alejarnos de todo y de todos, porque ya no soportamos más ni a nivel físico ni mental, no es la decisión más inteligente. De hecho, algunos se atreven a “dejar todo”, y convierten en realidad una expresión de deseo. Entonces, arman la valija y se van lejos. Pero tal actitud, por lo general, no soluciona nada porque si uno no resuelve lo que sucede en su interior, se lleva eso en la valija y se siente más frustrado que antes, aunque ahora a km de distancia.
Escapar de los problemas nunca es la mejor solución. Lo más aconsejable, cuando estamos en guerra con el mundo, es sentarnos a determinar por qué nos sentimos de esa maneraà ¡y hacer algo! Es decir, mirar hacia adentro, lo cual a muchos los asusta.
¿Qué cosas descubrimos al realizar una mirada introspectiva? 
Tal vez te encontrás con que no estás fijando los límites necesarios, sobre todo, ante ciertas personas que creen tener el derecho de exigirte. 
Tal vez no estás valorando tu vida como deberías hacerlo, y otros se están aprovechando de eso maltratándote.
-Tal vez te encontrás desenfocado de lo que es verdaderamente importante para lograr tus sueños y objetivos.
-Tal vez has permitido que ciertos hábitos negativos intoxicaran tu rutina y tenés actitudes que complican tu relación con los demás. 
Casi siempre, aquellos que colapsan ante las presiones externas nunca se ponen en primer lugar. Priorizan a los padres, la pareja, los hijos, los amigos. Pero se olvidan de ellos mismos. Como resultado, los demás sacan ventaja de ello. Estas personas que no se cuidan terminan llevando mochilas ajenas sobre sus espaldas. Les ocurre más a las mujeres que a los varones, pues les suelen enseñar desde chicas que primero tienen que ocuparse de los otros, antes de sí mismas. Quien declara que quiere parar el mundo y bajarse, en el fondo, siente que no tiene control alguno sobre su vida, lo cual es una creencia equivocada. 
Todos tenemos la capacidad de tomar las riendas de nuestra vida, sin necesidad de que nadie venga a rescatarnos. No está mal pedir ayuda, cuando la necesitamos (es una forma de cuidarnos), pero siendo conscientes de que “mi vida es mía y yo puedo controlla”.
Quien anda por la vida con esta creencia jamás se colocará en el lugar de víctima de la gente o de las circunstancias adversas; por el contrario, superará todo y siempre se volverá a poner de pie, sabiendo que el mundo no está en su contra, sino a su favor. 
Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a [email protected].
 

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Por Bernardo Stamateas, sociólogo y escritor

Todos en algún momento, cuando las cosas se ponen difíciles, sentimos que el mundo está en nuestra contra. A veces, otros nos hacen sentir culpables de todo lo negativo que sucede. 
De repente, te encontrás siendo responsable de que a tu hijo le vaya mal en un examen porque no lo ayudaste a estudiar, o de que tu pareja esté de mal humor porque te olvidaste de comprar lo que te encargó. Y para empeorar las cosas, en el trabajo nadie te dirige la palabra porque creen que, por algo que le dijiste a tu jefe, se enojó y los sobrecargó de tareas. Entonces es cuando decís: “¡Paren el mundo: me quiero bajar!”.
Cuando uno tiene la sensación que es atacado desde todos los frentes, que su vida es un desastre, a veces el cuerpo y la mente se revelan y experimentamos caos mental e incluso afecciones físicas, como dolor de cabeza, contracturas o insomnio. Parecería que los pensamientos vuelan de un lado para el otro y no logramos ordenarlos. Como consecuencia, decidimos alejarnos del mundo y encerrarnos en nosotros mismos, lo cual puede hacernos sentir aun peor.
¿Qué hacer ante tanta presión? Si bien, es normal tener el impulso de “tirar la toalla” y alejarnos de todo y de todos, porque ya no soportamos más ni a nivel físico ni mental, no es la decisión más inteligente. De hecho, algunos se atreven a “dejar todo”, y convierten en realidad una expresión de deseo. Entonces, arman la valija y se van lejos. Pero tal actitud, por lo general, no soluciona nada porque si uno no resuelve lo que sucede en su interior, se lleva eso en la valija y se siente más frustrado que antes, aunque ahora a km de distancia.
Escapar de los problemas nunca es la mejor solución. Lo más aconsejable, cuando estamos en guerra con el mundo, es sentarnos a determinar por qué nos sentimos de esa maneraà ¡y hacer algo! Es decir, mirar hacia adentro, lo cual a muchos los asusta.
¿Qué cosas descubrimos al realizar una mirada introspectiva? 
Tal vez te encontrás con que no estás fijando los límites necesarios, sobre todo, ante ciertas personas que creen tener el derecho de exigirte. 
Tal vez no estás valorando tu vida como deberías hacerlo, y otros se están aprovechando de eso maltratándote.
-Tal vez te encontrás desenfocado de lo que es verdaderamente importante para lograr tus sueños y objetivos.
-Tal vez has permitido que ciertos hábitos negativos intoxicaran tu rutina y tenés actitudes que complican tu relación con los demás. 
Casi siempre, aquellos que colapsan ante las presiones externas nunca se ponen en primer lugar. Priorizan a los padres, la pareja, los hijos, los amigos. Pero se olvidan de ellos mismos. Como resultado, los demás sacan ventaja de ello. Estas personas que no se cuidan terminan llevando mochilas ajenas sobre sus espaldas. Les ocurre más a las mujeres que a los varones, pues les suelen enseñar desde chicas que primero tienen que ocuparse de los otros, antes de sí mismas. Quien declara que quiere parar el mundo y bajarse, en el fondo, siente que no tiene control alguno sobre su vida, lo cual es una creencia equivocada. 
Todos tenemos la capacidad de tomar las riendas de nuestra vida, sin necesidad de que nadie venga a rescatarnos. No está mal pedir ayuda, cuando la necesitamos (es una forma de cuidarnos), pero siendo conscientes de que “mi vida es mía y yo puedo controlla”.
Quien anda por la vida con esta creencia jamás se colocará en el lugar de víctima de la gente o de las circunstancias adversas; por el contrario, superará todo y siempre se volverá a poner de pie, sabiendo que el mundo no está en su contra, sino a su favor. 
Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a [email protected].
 

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