Dueños los realistas de la casa de El Bañado, encontraron en el lugar unos pocos hombres desarmados que les dijeron que el ganado que buscaban no estaba allí, que había sido arreado hacia la quebrada de Escoipe.
Antes de salir en búsqueda de la hacienda, los realistas hicieron en El Bañado un alto en el camino y luego de descansar, tomaron para el lado de Chicoana. Iban en busca de la quebrada de Escoipe, mientras los gauchos los volvían a hostigar desde todos lados.
El Gerona resistió el asedio hasta que sorpresivamente cayeron sobre su vanguardia las partidas de Rojas y Leytes. A consecuencia de esta tremenda descarga, cayó mortalmente herido el coronel Vicente Sardina, mientras que del lado patriota murió el alférez Leytes.
Este episodio conmovió profundamente al batallón Gerona, que se vio obligado a reemplazar a Vicente Sardina por el coronel José Antonio Vigil. Pese a todo los realistas continuaron rumbo a Escoipe, bajo una verdadera lluvia de ataques que duraron hasta el atardecer, cuando por fin alcanzaron la boca de la quebrada, donde tampoco encontraron ganado alguno.
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Dueños los realistas de la casa de El Bañado, encontraron en el lugar unos pocos hombres desarmados que les dijeron que el ganado que buscaban no estaba allí, que había sido arreado hacia la quebrada de Escoipe.
Antes de salir en búsqueda de la hacienda, los realistas hicieron en El Bañado un alto en el camino y luego de descansar, tomaron para el lado de Chicoana. Iban en busca de la quebrada de Escoipe, mientras los gauchos los volvían a hostigar desde todos lados.
El Gerona resistió el asedio hasta que sorpresivamente cayeron sobre su vanguardia las partidas de Rojas y Leytes. A consecuencia de esta tremenda descarga, cayó mortalmente herido el coronel Vicente Sardina, mientras que del lado patriota murió el alférez Leytes.
Este episodio conmovió profundamente al batallón Gerona, que se vio obligado a reemplazar a Vicente Sardina por el coronel José Antonio Vigil. Pese a todo los realistas continuaron rumbo a Escoipe, bajo una verdadera lluvia de ataques que duraron hasta el atardecer, cuando por fin alcanzaron la boca de la quebrada, donde tampoco encontraron ganado alguno.
Noche oscura
Sin ingresar a la quebrada de Escoipe por temor a ser emboscados, los realistas pasaron la noche en el lugar sin poder hacer fuego, en vigilia y con el coronel Sardina moribundo.
Al alba del 22 de abril, el Gerona se puso camino a Salta por el cerro Pulares, con el río Escoipe a su derecha. Desde un principio fueron hostilizados por las divisiones de Burela y Zabala, mientras en la denominada Pampa del Rosario, se emboscaban más de mil gauchos de las partidas de Jorge Torino, Bernardino Olivera, Mariano Zabala y del comandante Bonifacio Ruiz de los Llanos.
Como a las 9 de la mañana, los españoles alcanzaron la Pampa del Rosario e inmediatamente la caballería gaucha los arrolló a sable, chuza y cuchillo, obligándolos a refugiarse en la infantería erizada de bayonetas.
El Gerona estaba rodeado pero aún así, reacomodaron la escuadra que protegía la camilla con Sardina moribundo y otros heridos, y siguieron rumbo a Los Cerrillos. Resistieron como pudieron las guerrillas gauchas hasta que por fin alcanzaron Los Cerrillos, al mismo lugar donde el día antes había comenzado el combate.
Desde Los Cerrillos, el Gerona siguió rumbo a Salta, siempre perseguido por los gauchos que los atacaban desde todos lados. Y así, luego de horas de penuria, la columna española llegó a Salta, de donde tuvo que salir una escuadra para ahuyentar a los encarnizados gauchos. A poco, se supo de la muerte de Sardina, pérdida que causo estragos en el ánimo de La Serna y de su ejército.