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José Luis Lorenzo: “Al momento de adquirir una obra, la conexión es lo que prima”

Entrevista a José Luis Lorenzo, coleccionista de arte. El Museo de Arte Contemporáneo de Salta presenta una muestra con fotografías de su ecléctica colección. Por María Fernanda Abad
Lunes, 27 de marzo de 2017 20:19

El arquitecto cordobés José Luis Lorenzo lleva bastante tiempo embarcado en el coleccionismo de arte. A lo largo de los últimos 25 años ha adquirido obra con pasión pero también con calma y sensatez. Bajo esa pulsión ha reunido una de las mejores colecciones privadas de arte contemporáneo del país. 
Como muchos niños de su generación, Lorenzo comenzó de pequeño a “reunir etiquetas de cigarrillos, monedas y estampillas”. Ya entonces paladeaba esa insaciable fascinación por la posesión del objeto. “El hecho de poder tomarlas o mirarlas a mi antojo convertían a ese puñado de cosas en mi tesoro”, comentó el coleccionista en diálogo con El Tribuno.
Por estos días, el Museo de Arte Contemporáneo de Salta (Zuviría 90) expone un fragmento de la multifacética colección de arte de José Luis Lorenzo. Se trata de las fotografías que ha ido sumando a su patrimonio sin esperar pasivamente a que las imágenes hicieran acto de presencia, sino por el contrario: tomando parte activa en su búsqueda, articulando universos enigmáticos y reveladores.
Hoy en día, por encima de la palabra escrita, la imagen ha cobrado un protagonismo inusual: el influjo de la fotografía se ha convertido en algo inherente a nuestras vidas. Esas instantáneas personales son testimonios silenciosos de nuestro modo de ver el mundo y de mostrarnos en él. Desde este punto de vista, de uno u otro modo, todos coleccionamos fotografía. No obstante, este hábito tan común hoy entre la gente es extrapolable a un sector muy restringido que hace de esta actividad un auténtico modo de vida: el de los verdaderos coleccionistas de fotografías devenidas en objeto de arte.
A esta “especie” particular pertenece José Luis Lorenzo, un arquitecto atrapado -sin oponer resistencia- en la dicotomía del coleccionista: posesión y carencia, esa fuerza motriz que lo ha llevado a ser el dueño de una de las colecciones de arte más interesantes y eclécticas del país.

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El arquitecto cordobés José Luis Lorenzo lleva bastante tiempo embarcado en el coleccionismo de arte. A lo largo de los últimos 25 años ha adquirido obra con pasión pero también con calma y sensatez. Bajo esa pulsión ha reunido una de las mejores colecciones privadas de arte contemporáneo del país. 
Como muchos niños de su generación, Lorenzo comenzó de pequeño a “reunir etiquetas de cigarrillos, monedas y estampillas”. Ya entonces paladeaba esa insaciable fascinación por la posesión del objeto. “El hecho de poder tomarlas o mirarlas a mi antojo convertían a ese puñado de cosas en mi tesoro”, comentó el coleccionista en diálogo con El Tribuno.
Por estos días, el Museo de Arte Contemporáneo de Salta (Zuviría 90) expone un fragmento de la multifacética colección de arte de José Luis Lorenzo. Se trata de las fotografías que ha ido sumando a su patrimonio sin esperar pasivamente a que las imágenes hicieran acto de presencia, sino por el contrario: tomando parte activa en su búsqueda, articulando universos enigmáticos y reveladores.
Hoy en día, por encima de la palabra escrita, la imagen ha cobrado un protagonismo inusual: el influjo de la fotografía se ha convertido en algo inherente a nuestras vidas. Esas instantáneas personales son testimonios silenciosos de nuestro modo de ver el mundo y de mostrarnos en él. Desde este punto de vista, de uno u otro modo, todos coleccionamos fotografía. No obstante, este hábito tan común hoy entre la gente es extrapolable a un sector muy restringido que hace de esta actividad un auténtico modo de vida: el de los verdaderos coleccionistas de fotografías devenidas en objeto de arte.
A esta “especie” particular pertenece José Luis Lorenzo, un arquitecto atrapado -sin oponer resistencia- en la dicotomía del coleccionista: posesión y carencia, esa fuerza motriz que lo ha llevado a ser el dueño de una de las colecciones de arte más interesantes y eclécticas del país.


¿Cuál fue el momento en el que supo que era un coleccionista?
El hecho de coleccionar ha sido algo natural en mi persona. Comencé de pequeño (como muchos niños de mi generación) a reunir etiquetas de cigarrillos, monedas, luego estampillas. Por entonces era un buen entretenimiento, hacía mis pesquisas y acopiaba los resultados como grandes hazañas. Cierta fascinación en la posesión del objeto, el poder tomarlo o mirarlo a mi antojo convertían a ese puñado de cosas en mi tesoro. La primera vez que me llamaron coleccionista fue por el año 2003, 2004 en el marco de una muestra de la Colección Elía- Robirosa en el MEC (Museo Provincial de Bellas Artes “Dr. Emilio Caraffa” en Córdoba), donde me invitaron a participar de una mesa de coleccionistas. Allí tomé dimensión de cómo era visto desde afuera: un coleccionista.
¿Cómo es su actividad como coleccionista? ¿Visita galerías de arte, museos, ferias de arte? 
Visito todos los espacios a los que puedo llegar, desde los locales de mi ciudad natal hasta museos, galerías, colecciones privadas de cada lugar al que viajo. Mi interés y vinculación con el arte es algo que se ha ido formando y modelando con el tiempo y que no tiene límites definidos. Es algo que disfruto naturalmente, en cada sitio aprendo y me vinculo con obras, artistas y personas afines; y de todos y todo incorporo alguna vivencia o aprendizaje que modelan y enriquecen mi perfil.


¿Se deja aconsejar o confía sólo en su intuición?
En la colección hay dos asesores, Fernando Allievi desde el comienzo (año 1993) y Gabriel Valansi desde 2008. Con ambos viajamos cuando podemos hacerlo a algunas ferias y hablamos e intercambiamos mails sobre posibles obras a comprar. Discutimos bastante cada pieza a adquirir en base a su precio y a la necesidad o no de incorporarla a la colección. Esto me ha permitido ir creciendo junto a ellos en el conocimiento sobre el arte y en la incorporación de las obras. Yo antes de esa fecha (1993) tenia escasos conocimientos sobre el tema y al lado de Fernando primero y de Gabriel después fui aprendiendo todo lo que he podido sobre el arte contemporáneo y sus artistas. Cuando compro una obra no pienso donde va a ir, si me gusta y siento una conexión con esa pieza y económicamente está a mi alcance, la compro. Después, el lugar aparece.
¿Cómo definiría su colección? ¿Colección de alto riesgo o de nombres consagrados? ¿Una mezcla de ambas?
Si alto riesgo y nombres consagrados hacen referencia respectivamente a la poca o a la gran conveniencia -en términos de inversión a futuro- al momento de adquirir una nueva obra, entonces podría decir que mi colección es una mezcla sin porcentajes. 
Como decía en la pregunta anterior, al momento de adquirir una nueva obra, el gusto, la afinidad y la conexión es lo que prima. No evalúo ni especulo cuánto cotizará la obra a futuro, principalmente porque nunca he pensado en desprenderme de ninguna de ellas.
¿Hay historias detrás de la adquisición de esas fotografías que merezcan la pena contarse?
Cada obra que forma parte de mi colección tiene una historia o anécdota única; algunas por el modo en que me “encontré” con ellas, otras porque era un anhelo adquirir obra de ese artista, otras tantas porque a partir de la adquisición he podido acercarme al quehacer de su autor y, en muchos casos, formar un vínculo que hoy se ha convertido en una amistad. De muchos de los artistas que forman parte de mi colección tengo el gusto de conocer con detalle sus carreras, sus procesos, y a través de la adquisición de sus obras sé que -de alguna manera- he podido apoyar y acompañar su desarrollo. 
¿Cuál es su mayor satisfacción como coleccionista y cuál su más grande frustración?
Satisfacciones son todas, desde lo más pequeño como adquirir una pieza a un artista que recién da sus primeros pasos en la escena, hasta ser hoy miembro de la Latin American Acquisitions Committee (LAAC) de la Tate Modern de Londres. Frustraciones no me las permitiría, tal vez desearía poder adquirir algunas piezas que por diferentes razones hoy no es posible, pero eso no me genera una frustración, por el contrario, es una nueva meta.
¿En qué momento y por qué lo acumulado con tanta pasión desbordó su exclusivo deleite personal y se volvió propuesta de los museos? 
No me siento desbordado, las pasiones y deleites más bien pueden generar un deseo ascendente de concreciones. Desde hace varios años mi colección de obras de arte se mueve en instituciones como préstamos individuales de alguna o algunas obras en particular, o -como en esta oportunidad-, en un corpus definido de algún segmento. Tal vez lo que sucede es que con el paso de los años la colección ha ido creciendo y sumando piezas importantes que hacen que las instituciones tengan un mayor interés en llevarla al alcance de sus públicos.

 

Las obras expuestas en Salta

El corpus de obras de la colección de José Luis Lorenzo que se exponen en el MAC tiene como eje central a la fotografía. Se pueden apreciar obras de artistas nacionales e internacionales, recorriendo desde la fotografía clásica hasta expresiones más contemporáneas. Piezas vintage también están presentes, obras únicas y de gran valor histórico. “Esta muestra es la réplica de la muestra que dio apertura a Espacio Colón, un sitio de exhibición de mi colección en Córdoba Capital, destinado a mostrar y compartir con el público las obras y artistas que forman parte de ella”, comentó Lorenzo a El Tribuno.
La exposición podrá visitarse hasta fines de abril en Zuviría 90.
José Luis Lorenzo nació en 1963 en Córdoba, donde vive y trabaja. 
Es arquitecto, presidente de la Asociación Amigos del Museo Caraffa y vicepresidente de la Fundación Pro Arte Córdoba, delegado Regional por Córdoba de DArA (Decoradores Argentinos Asociados), miembro del LAAC (Latin American Acquisitions Committee) de la Tate Modern de Londres, y miembro del comité de adquisiciones de MALBA. En 2005 comenzó a interesarse particularmente en la fotografía, adquiriendo piezas contemporáneas en un primer momento, para sumar ejemplares y objetos fotográficos “vintage” entre sus últimas adquisiciones.
La exposición en el MAC se inauguró en 10 de marzo y contó con la presencia del curador de la muestra, Gabriel Valansi. 
 

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