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La sanción a Messi es rara, pero aceptable

Martes, 28 de marzo de 2017 23:54

Algo hay. La rigurosidad de la pena interpuesta por la FIFA para con Lionel Messi es exagerada y un tanto extraña. Pero no admite discusión la grosería del crack rosarino que casi pasa inadvertida. Lo que abre un abanico de especulaciones es la forma virulenta en la que llegó el castigo y su inclemencia. Esta bien y es correcto que Messi sea castigado por más que sea uno de los mejores jugadores de la actualidad y de la historia. Está bien penar a aquel que prolifere insultos como lo hizo Lionel en la cara del árbitro. Ni en la del árbitro ni en la de un rival. Si puede hacerlo Messi y salir impune, ¿qué queda para el resto y para las generaciones que ven en el rosarino una especia de Dios? También es cierto que los jugadores insultan en casi todos los partidos. No está bien naturalizarlo.
La sanción de prohibirle jugar con la Selección no es discutible por esta mal llamada “guapeza”, pero sí el grado y la dureza de dicha decisión. Cuatro fechas para un jugador que no tiene antecedentes y apenas suma dos expulsiones en toda su carrera, es desproporcionado. La FIFA lo sabe y por eso, seguramente, se reducirá a dos fechas en poco tiempo.
No obstante, la crueldad de la medida que adoptaron los cráneos del fútbol que manejan todo desde Suiza debe tener algún objeto. Entonces aparecen los fantasmas que a los argentinos les encanta buscar: que la sanción recrudeció por reprimenda a Tinelli, quien está enfrentado a Maradona y este es miembro de la FIFA. O porque solo se trata de un golpe más para la frágil dirigencia del fútbol argentino que, además, intentó pasar por encima de la Comisión Normalizadora que había instituido la misma FIFA en la AFA. Algo puede haber. Se especula que también podría haber sido por la propia actitud de Lionel de no haber asistido a la gala de los premios The Best, la máxima fiesta organizada, precisamente, por la FIFA. Y si, en este caso, párrafo aparte: si es así el organismo mundial actúa tan mal como lo hizo Messi por no haber asistido al saber que no iba a ganar el premio (fue para Ronaldo). 
Pero el castigo debió llegar, tarde o temprano para Messi, a quien también le cabe la responsabilidad del hecho. Messi puede ser el mejor, no es un todopoderoso. 
Hay que aceptar la pena por más dolorosa que sea. Lo que es inaceptable es pensar que sin Messi, la Selección no puede llegar al Mundial. Argentina tiene un potencial basto para llegar a Rusia, como Colombia, Brasil, Uruguay o Chile, que no tienen a ningún Messi. Y ha quedado comprobado en las finales que no depende todo de la presencia de Lio, sino de decisiones más acertadas, las que se toman afuera y dentro de una cancha.

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Algo hay. La rigurosidad de la pena interpuesta por la FIFA para con Lionel Messi es exagerada y un tanto extraña. Pero no admite discusión la grosería del crack rosarino que casi pasa inadvertida. Lo que abre un abanico de especulaciones es la forma virulenta en la que llegó el castigo y su inclemencia. Esta bien y es correcto que Messi sea castigado por más que sea uno de los mejores jugadores de la actualidad y de la historia. Está bien penar a aquel que prolifere insultos como lo hizo Lionel en la cara del árbitro. Ni en la del árbitro ni en la de un rival. Si puede hacerlo Messi y salir impune, ¿qué queda para el resto y para las generaciones que ven en el rosarino una especia de Dios? También es cierto que los jugadores insultan en casi todos los partidos. No está bien naturalizarlo.
La sanción de prohibirle jugar con la Selección no es discutible por esta mal llamada “guapeza”, pero sí el grado y la dureza de dicha decisión. Cuatro fechas para un jugador que no tiene antecedentes y apenas suma dos expulsiones en toda su carrera, es desproporcionado. La FIFA lo sabe y por eso, seguramente, se reducirá a dos fechas en poco tiempo.
No obstante, la crueldad de la medida que adoptaron los cráneos del fútbol que manejan todo desde Suiza debe tener algún objeto. Entonces aparecen los fantasmas que a los argentinos les encanta buscar: que la sanción recrudeció por reprimenda a Tinelli, quien está enfrentado a Maradona y este es miembro de la FIFA. O porque solo se trata de un golpe más para la frágil dirigencia del fútbol argentino que, además, intentó pasar por encima de la Comisión Normalizadora que había instituido la misma FIFA en la AFA. Algo puede haber. Se especula que también podría haber sido por la propia actitud de Lionel de no haber asistido a la gala de los premios The Best, la máxima fiesta organizada, precisamente, por la FIFA. Y si, en este caso, párrafo aparte: si es así el organismo mundial actúa tan mal como lo hizo Messi por no haber asistido al saber que no iba a ganar el premio (fue para Ronaldo). 
Pero el castigo debió llegar, tarde o temprano para Messi, a quien también le cabe la responsabilidad del hecho. Messi puede ser el mejor, no es un todopoderoso. 
Hay que aceptar la pena por más dolorosa que sea. Lo que es inaceptable es pensar que sin Messi, la Selección no puede llegar al Mundial. Argentina tiene un potencial basto para llegar a Rusia, como Colombia, Brasil, Uruguay o Chile, que no tienen a ningún Messi. Y ha quedado comprobado en las finales que no depende todo de la presencia de Lio, sino de decisiones más acertadas, las que se toman afuera y dentro de una cancha.

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