¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

18°
25 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

En el barrio 17 de Octubre las mujeres no bajan los brazos

Un grupo de vecinas organiza una biblioteca popular para contener a los chicos del barrio y darles apoyo escolar.
Miércoles, 29 de marzo de 2017 00:00
Gisella, Noemí, Daiana, Gabriela, Mirna y Susana. Foto: Andrés Mansilla

Por Carmen Petrini

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Por Carmen Petrini

Libros, mesitas, sillas, alguna computadora que por ahí alguien ya no necesite, todo será bien recibido en la Biblioteca Popular Juana Azurduy del barrio 17 de Octubre, enclavado en la zona más golpeada del norte de la ciudad, cerca de las plantas de tratamiento de líquidos cloacales.

Mirna Rocha es ama de casa, tiene 47 años y 9 hijos. Junto a su marido Rodolfo Díaz, que es albañil, sacaron a su familia adelante.Todos han estudiado, el más pequeño está en el jardín escolar. A pesar de sus ocupaciones se hace un tiempo para ver lo que ocurre a su alrededor y en eso no está sola. Un puñado de vecinas comprometidas la acompañan.

La vida en el barrio es dura, hay pobreza, marginalidad, droga y violencia, pero también hay gente de bien, trabajadores que hacen estudiar a sus hijos para que puedan progresar. Por eso, este grupo de mujeres, liderado por Mirna, decidió pasar del dicho al hecho y comenzó a darle forma a la biblioteca popular Juana Azurduy de Padilla, tal como la bautizaron.

"Este es un sueño de Mirna. Desde que la conozco que quiere hacer una biblioteca en el barrio", dijo Susana Villafañe de 57 años, una de las mujeres que la acompaña en esta travesía. Las otras miembros son Noemí Mendieta, Daiana Pastrana, Gabriela Hilario, Gisella Figueroa, María del Carmen Rocha, Aldana Díaz y Giovana Copa. Si bien son de diferentes generaciones, las une la preocupación por los chicos del barrio. Por ahora, la biblioteca va a funcionar en el living de la casa de Mirna.

"No queremos perder tiempo, por eso decidimos empezar en casa porque por ahora no disponemos de otro lugar", contó Mirna a este medio. Las necesidades del barrio son muchas. Hay un gran número de familias monoparentales. Generalmente es la madre la que está sola y tiene que salir a trabajar y, aunque no quieran, los chicos quedan solos porque no hay quien los pueda cuidar. Es así que los niños se levantan solos, se visten como pueden y la mayoría llega a la escuela sin desayunar. Están solos casi todo el día, no hay quien vele por ellos, quien vea si tienen tareas o los ayude a estudiar. Todo termina siendo una gran carencia que, de alguna manera, la escuela trata de subsanar dentro de sus posibilidades.

Preocupación constante

"Como en todas partes, hay padres que no se preocupan, pero no son la mayoría. Hay muchas madres que pelean día a día para que sus hijos terminen la escuela" dijo Mirna.

La tarea que las ocupa no es fácil si se tiene en cuenta que, además, deben enfrentar el entorno negativo del barrio. Sin embargo, nada de eso les hace bajar los brazos. Compartiendo unos mates, organizan las actividades que deberán llevar adelante, entre ellas inventariar libros; buscar estanterías. Además, les vendrían muy bien unas mesitas para los más pequeños y una computadora para que los chicos puedan realizar búsquedas por internet. "Nos da mucha tristeza ver a los adolescentes dando vueltas como si estuvieran perdidos. Queremos acercarlos a la lectura. Leer abre la cabeza", dijo Mirna. La idea es que la biblioteca sea un lugar de contención, donde los chicos puedan estudiar, estar dentro de un lugar donde les presten atención y los ayuden. "Ya tenemos el compromiso de una profesora de inglés que va a dar apoyo escolar y de una psicopedagoga también" agregó Mirna. Pero lo que más las emociona es que los chicos del barrio que estudian en la UNSa se han acercado a brindar su apoyo. Ellas sueñan que sea el mismo barrio el que trabaje en esta tarea.

 

 

 

PUBLICIDAD