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Por quinta vez le quisieron romper los equipos oftalmológicos dentro del hospital de Cerrillos

Piden que los directivos del nosocomio establezcan controles y medidas efectivas. La Dra. Ana María Cruz Martolel apuntó maniobras de gente del propio hospital: “Quieren que me vaya, pero no me voy a ir, voy a seguir trabajando”.
Domingo, 05 de marzo de 2017 07:41

Por Luis Borelli

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Por Luis Borelli

La doctora Ana María Cruz Martorel, oftalmóloga del hospital Santa Teresita, denunció ante los medios de prensa que, por quinta vez, sus instrumentos de trabajo fueron objeto de vandalismo. La última vez ocurrió en la madrugada del viernes pasado, cuando desconocidos arrojaron agua sobre la computadora donde ella trabaja. Según la profesional, al ingresar a su consultorio se percató que sobre la computadora habían arrojado agua intencionalmente. Ante ello -contó Cruz- optó por no encenderla para evitar que se quemara, tal como ya le había pasado en otras oportunidades. Añadió que evitó encenderla por consejos del técnico que reparó los daños ocurridos en ataques anteriores. 
La profesional señaló que en su lugar de trabajo posee instrumentos oftalmológicos muy delicados por su nivel de precisión, y que teme que estos corran la misma suerte que su computadora. 

Sin cámaras de seguridad
En su denuncia pública, la profesional señaló que, como el hospital de Cerrillos carece de cámaras de video, ella está dispuesta a colocar una en su consultorio para evitar que estas maniobras se repitan.
Según Cruz Martorel, aparentemente hay personas que quieren que ella se vaya del hospital, pero al respecto fue contundente y aseguró que “no me voy a ir, voy a seguir trabajando en este hospital”. 
Por otra parte, la oftalmóloga resaltó que el deterioro causado el viernes pasado a su computadora impidió que más de una quincena de pacientes no pudieran ser atendidos, además de otros perjuicios, ya que se borraron historias clínicas y archivos imprescindibles para el seguimiento de las personas.

Vandalismo
El hospital Santa Teresita de Cerrillos fue inaugurado en 1951 y, desde entonces hasta 2012, el edificio y la hectárea que lo rodea fue cercado para su seguridad con un alambrado perimetral. Hace cinco años, parte de ese cerco fue extraído para transformar la huerta que tenía en el obrador de la empresa que repavimentó la calle Libertad. Finalizada la obra, el alambrado no fue repuesto, la huerta se transformó en una potrero y hoy el portillo que quedó en el cerco permite el ingreso de cualquier persona ajena al nosocomio. Así, comenzaron los problemas de inseguridad, robos de instrumental y hasta ropa de cama. 
De todos modos, estas prácticas no son nuevas. En los años 80, el grupo electrógeno fue inutilizado por manos anónimas que arrojaron arena en el interior del motor. Por supuesto, la policía nunca informó sobre el esclarecimiento de este caso.
La solución es restablecer el cerco perimetral, colocar cámaras de video y contar con presencia policial.

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