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Tecnicatura en Desarrollo Indígena, una nueva visión

Comunidades aborígenes del norte acoplan sus saberes ancestrales a la tecnología y el conocimiento actual.
Miércoles, 12 de abril de 2017 00:00

Cristina Carrazán [email protected]

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De los 70 alumnos que en el 2015 comenzaron a cursar son 54 -4 como libres- los que están en condiciones de concretar el tercer y último año de la Técnicatura Superior en Desarrollo Indígena.

Se trata de una novedosa propuesta académica que por primera vez dicta en el norte de la provincia de Salta el COAJ (El consejo de Organizaciones aborígenes de la provincia de Jujuy).

Los respponsables del COAJ llegaron aquí para acercarle a los alumnos de esta parte de la provincia y como el nombre de la carrera lo indica, herramientas para el desarrollo integral, sin dejar de lado su condición de pueblos originarios.

Lo primero que surge como detalle a tener en cuenta es el hecho que la deserción en los tres años alcanzó a 16 de los 70 alumnos, un porcentaje mucho menor al que se registra en cualquier escuela o instituto de nivel superior en toda la geografía provincial.

Particularidades

Natalia Sarapura, rectora del Instituto de Educación Superior Intercultural Gloria Perez y principal referente del COAJ (nacido hace 20 años en Jujuy), explicó: "En nuestro país las deserciones más altas se dan en el nivel superior y se debe al hecho de que en la mayoría de los casos los alumnos deben trabajar y estudiar".

"En particular, en el caso de nuestra tecnicatura, se dieron solo por alumnos que se han trasladado a otras localidades o provincias; pero también se presenta una deserción inicial que tiene que ver con el perfil de nuestra carrera", reconoció.

El modelo educativo implementado en el Instituto es una suerte de desafío en cuanto a la formación que ofrecen los terciarios de cualquier otra provincia o región del país.

"Nosotros formamos para el desarrollo social y la acción comunitaria, promoviendo que los hombres y mujeres se comprometan más con sus comunidades, revaloricen y reconozcan su identidad y que desde esos pilares puedan luego convertirse en actores del desarrollo", explicó.

De hecho, hasta la elección de los alumnos que ingresaron al terciario fue novedosa para la región, ya que no fue decisión de cada uno de ellos sino que fueron propuestos por sus propias comunidades, cuyos miembros, internamente, realizaron la elección de quienes los representarían en su condición de estudiantes y volcarán luego en la comunidad ese conocimiento. Y, a la vez, recogería de cada pueblo su cultura y su cosmovisión en los más diversos aspectos.

"Una formación de nivel superior -explicó Sarapura- puede ser una herramienta para la salida laboral, pero también se puede promover el mayor compromiso con la propia comunidad y una visión colectiva de existencia".

"Competir en un mercado laboral o compartir en un entorno social son las opciones que se presentan en el perfil de los institutos terciarios y, en nuestro caso, optamos por la segunda", agregó.

Otro de los motivos por los que algunos alumnos dejaron de cursar la carrera que se dicta en Tartagal es producto de la migración de los mismos, dadas las características ancestrales de las comunidades como la wichi, toba y chulupí, que se trasladan cíclicamebnte hacia la zona del Chaco salteño, o provincias vecinas como Formosa, donde tienen familiares. Y van y vienen desde esos lugares bañados por las aguas del río Pilcomayo porque desde siempre este río fue el principal sustento alimenticio de esas comunidades, una pauta que sigue imperando en la psicología de esos pueblos.

A clases asisten chicos recién salidos del secundario como también abuelos y abuelas que tienen más de 50 años.

"Estamos capacitados para trabajar con grupos heterogéneos en cuanto a edad porque consideramos que, a diferencia de ser una inconveniente esa heterogeneidad, representa una gran ventaja ya que el dialogo intergeneracional es muy enriquecedor y la oralidad es una de las principales pedagogías utilizadas entre indígenas", dijo.

Otra característica con la que los responsables del COAJ se encontraron fue la gran diversidad cultural. "Trabajamos con los pueblos wichi, guaraní, chulupí, chané, toba, tapiete. Para nosotros ha sido un desafío y ya tenemos muchos pedidos para poder brindar este tipo de formación en otros puntos, como el departamento Orán o la zona de Nazareno, donde también residen comunidades indígenas importanteas", explicó Sarapura.

 

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