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Las historias en Malvinas contadas por sus actores

Desembarco, lucha y rendición. El regreso y la apatía social que recibieron tras la guerra.
Domingo, 02 de abril de 2017 00:00

Carina Costello [email protected]

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"Corre viento y llovizna casi todo el tiempo. En la costa si no te moja la lluvia lo hace el agua que se levanta con el viento. Pero tiene unos campos verdes hermosos. Cuando llegamos, todos pensamos: Acá me vengo a vivir", recordó Roberto Arias, veterano de guerra de Malvinas.

En un encuentro con El Tribuno, este exmiembro del Ejército Argentino, junto a Néstor Campos, exintegrante de la Armada Argentina, recordaron dónde los encontró la vida el 2 de abril de 1982. Roberto Arias estuvo destinado a Gran Malvina, mientras que Néstor Campos estuvo en uno de los destructores que rescató a las víctimas del hundimiento del crucero ARA General Belgrano. A principio de 1982, Roberto Arias cumplía con su tarea militar en Santiago del Estero, pero en cuestión de semanas las autoridades le ordenaron presentarse en la base militar Sarmiento, en Chubut. Previamente recibió al grupo de soldados que debía cumplir con la conscripción, y que también tuvieron su mismo destino.

Sarmiento se ubica a 300 km de Comodoro Rivadavia. Arias y sus soldados fueron integrados a la Compañía de Ingenieros 9, apoyando al Grupo de Infantería 25, destinado a Malvinas.

Durante su encuentro con El Tribuno, Arias aseguró que el movimiento que había tenido la fuerzas desde principio de año fue muy distinto a los anteriores, y es por eso que cuando fue notificado de la invasión -apenas 6 horas antes de que ocurriera- no se sorprendió demasiado. "Cuando me destinaron a Sarmiento, en Chubut, me di cuenta de que los entrenamientos eran más intensos de lo normal. En ningún momento se dijo que era para tomar Malvinas", recordó.

Roberto Arias llegó el 2 de abril a las 3 desde Sarmiento a Comodoro Rivadavia y recuerda que las radios de Chile y Uruguay ya daban la noticia de que las islas eran tomadas. "Recién entonces tuvimos una reunión urgente y nos dijeron que estábamos ahí para eso".

"A las 8.30, luego de un par de vueltas en Puerto Argentino esperando que se retiren obstáculos de la pista, aterrizamos. Cuando terminó la toma de Puerto Argentino, nuestro equipo debía encargarse de la toma de Gran Malvina", describió.

El grupo Ingenieros 9 tenía un 80 por ciento de su fuerza integrada por soldados. En su mayoría eran de Córdoba y algunos de Buenos Aires. "Hoy no solo recuerdo cómo eran sino que nos seguimos viendo. Se formó un grupo muy unido. La guerra nos une para siempre. No hay grado, somos todos veteranos", explicó el militar no sin antes emocionarse al hablar de sus compañeros.

Roberto Arias reconoce, sin embargo, que los nuevos soldados no estaban todavía preparados. "Estos chicos fueron enviados en una semana a las islas. Sufrieron un fuerte proceso de desarraigo", expresó.

Néstor Campos fue destinado el 2 de abril al destructor ARA Piedrabuena junto al destructor ARA Bouchard, como custodios del ARA General Belgrano. En 1982, Néstor Campos era cabo segundo de la Armada y tenía 24 años.

La mañana de la invasión Campos se encontraba navegando junto al ARA Belgrano. "Sabíamos a qué íbamos y para qué", afirmó.

Luego de tomadas las islas, cada uno de los barcos tenía una tarea específica. En el caso del destructor Piedrabuena, el objetivo era custodiar al crucero Belgrano durante todo el conflicto. "La necesidad de custodiar al crucero estaba marcada por ser la nave insignia de la Armada Argentina. El Belgrano sobrevivió al ataque a Pearl Harbor en 1941. Fue reparado en las partes que fueron abolladas en aquel momento y luego fue comprado por Argentina. Estos arreglos estaban asentados en los libros de guía. El 2 de mayo, cuando atacaron al crucero, dispararon a la proa y a la sala de máquinas, donde estaba reparado", destacó Campos.

El hundimiento del Belgrano

Campos une sus manos y entrelaza sus dedos cuando llega el momento de recordar el 2 de mayo de 1982. Ese día, a las 16, el ARA Crucero General Belgrano fue torpedeado dos veces y se hundió. Llevaba 1.100 tripulantes. 
“Fue un día fatídico. Ya teníamos la orden de regresar al continente porque se había abortado el operativo conjunto. Nunca nos imaginamos que nos íbamos a encontrar con un submarino”, recuerda sin pausa Campos. En detalle este exmarino relató cómo el destructor Piedrabuena y el Bouchard iban a unas millas de distancia del Belgrano cuando notaron que algo pasaba. “El crucero se quedó y en pocos minutos vimos una columna de humo. Los comandantes comenzaron a llamar para ver qué pasaba. Pero se habían quedado sin energía, por lo tanto, sin comunicación”, relató.
Campos advirtió que existía la orden de que si a alguna de las tres naves les pasaba algo, las otra dos debían seguir para preservar las unidades. “Nuestro comandante no cumplió la orden y volvimos. A esa hora, la gran cantidad de neblina y el oleaje de 7 metros de alto no nos dejaba ver nada. Recién ahí, mientras buscábamos a los sobrevivientes, vimos al submarino”, recordó el exmarino, mientras que advierte que durante el rescate el submarino HMS Conqueror lanzó torpedos al destructor Bouchard, que no explotaron y al Piedrabuena, al que no pudo alcanzar. 
Después de 48 horas recién se pudo visualizar las balsas, esparcidas por el viento en toda la zona. En el ataque al General Belgrano hubo 323 muertos. “Las ganas que tenían de regresar y las pericias para sobrevivir en aguas con 20 grados bajo cero los ayudó”, reflexionó Campos.

El regreso a casa

Campos y Arias tuvieron distintas experiencias en su regreso a casa, al continente. En el caso de Campos debió cumplir con la rutina que ordena la fuerza. Una vez que se recuperó a las sobrevivientes del Belgrano, se los llevó a Ushuaia y el destructor Piedrabuena regresó a Puerto Belgrano. Campos se reencontró con su familia un mes después de terminada la guerra. “Nuestros familiares nos esperaban con ansias pero el pueblo argentino no. Nosotros éramos ‘los loquitos de la guerra’. Los argentinos somos sensacionalistas. Disfrutamos de los éxitos, pero no aceptamos la derrota. Nosotros llegamos como los chicos que perdieron la guerra de Malvinas”.
Una vez terminada la guerra, Campos decidió seguir su carrera militar en la Armada. “En aquel momento el trabajo era escaso y era una salida económica. Me retiré en 2005 con el cargo de suboficial mayor. Llegué a Salta porque mi esposa y todos mis hijos se instalaron aquí”, resumió.
En la actualidad, uno de sus nietos de 19 años resolvió ingresar como oficial a la Armada.
Si bien la rendición en Malvinas se dio el 14 de junio, recién el 16 las fuerzas argentinas entregaron Gran Malvina. Al día siguiente los militares argentinos fueron trasladados por las fuerzas inglesas a Puerto Madryn. “No hubo ningún recibimiento, caminando en columna, sin hablar con nadie. Nos subieron a los aviones para llegar a Comodoro Rivadavia y de ahí a Sarmiento. Era una desinformación total. Las familias esperaban ver quién bajaba y quién no. Ese fue el regreso”. 
Al regresar, Arias se tomó 15 días de vacaciones y volvió a la fuerza. Terminó su carrera como suboficial mayor en 2004.

 

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