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Categórico pedido del Papa por los refugiados

“Esta civilización no hace hijos y cierra las puertas a migrantes: eso es suicidio”, dijo.
Domingo, 23 de abril de 2017 00:00

El Papa Francisco encabezó ayer una ceremonia para recordar a los mártires de los siglos XX y XXI, oportunidad en la que, también, lanzó una fuerte denuncia en favor de los refugiados. "Muchos campos de refugiados son como campos de concentración. Los acuerdos internacionales son más importantes que los derechos humanos", remarcó durante una Liturgia de la Palabra en esa celebración especial que presidió en la Basílica de San Bartolomé, en la Isla Tiberina de Roma.

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El Papa Francisco encabezó ayer una ceremonia para recordar a los mártires de los siglos XX y XXI, oportunidad en la que, también, lanzó una fuerte denuncia en favor de los refugiados. "Muchos campos de refugiados son como campos de concentración. Los acuerdos internacionales son más importantes que los derechos humanos", remarcó durante una Liturgia de la Palabra en esa celebración especial que presidió en la Basílica de San Bartolomé, en la Isla Tiberina de Roma.

En una homilía en la que evocó a los "tantos cristianos asesinados sólo porque eran discípulos de Jesús", saliéndose del texto preparado Francisco recordó a una mujer "de la que desconozco el nombre, pero que nos mira desde el cielo", cristiana, casada con un musulmán, que fue degollada por terroristas fundamentalistas luego de negarse a tirar su crucifijo. "La degollaron ante mí, nos amábamos mucho", le contó al Papa su marido, musulmán, de 30 años y padre de tres hijos, cuando lo saludó en un campo de refugiados -el de Moria- en la isla griega de Lesbos, el año pasado. Con rostro adusto, Francisco agregó que no sabía qué había sido de ese hombre que le contó esa terrible historia. "No sé si ese hombre logró irse a otra parte, no sé si logró salir de ese campo de concentración", dijo.

"Muchos campos de refugiados son como campos de concentración, con toda esa gente", acusó, sin pelos en la lengua. Los migrantes "son dejados a pueblos generosos que también deben llevar adelante este peso porque parece que los acuerdos internacionales son más importantes que los derechos humanos", agregó el Pontífice.

En su sermón, el Papa también recordó que "la causa de cualquier persecución es el odio". Y destacó que "la Iglesia necesita mártires, testimonios, es decir, santos de todos los días, de esa vida ordinaria, llevada adelante con coherencia". "Pero también de aquellos que tienen el coraje de aceptar la gracia de ser testigos hasta el final, hasta la muerte", siguió. "Todos ellos son la sangre viva de la Iglesia, son los testimonios que llevan adelante la Iglesia", agregó.

"Los mártires nos enseñan que, con la fuerza del amor, con la mansedumbre, se puede luchar contra la prepotencia, la violencia, la guerra y se puede realizar con paciencia la paz", afirmó, finalmente.

En profundo silencio y recogimiento lo escucharon familiares de víctimas del horror de nuestros tiempos. Entre ellos, la hermana de Jacques Hamel, el sacerdote de 86 años asesinado por fundamentalistas el 26 de julio del año pasado, en el norte de Francia. Recordó también a mártires del comunismo, de la guerra Civil española, del terrorismo de Estado y también al obispo argentino Enrique Angelelli.

"Si en Italia se recibieran dos migrantes por municipio, podría haber lugar para todos", desafió. Elogió luego "la generosidad del sur", de la isla de Lampedusa, de Sicilia, de Lesbos, y auspició que "pueda contagiar un poco al norte" de Italia.

"Somos una civilización que no hace hijos, pero que también le cerramos puertas a los migrantes: eso se llama suicidio", concluyó el Papa.

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