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Gimnasia y Tiro pega y sueña

Venció por 2 a 1 a Unión Aconquija con los goles de Ceratto y Amieva y clasificó al pentagonal por el ascenso a la B Nacional. El albo jugó una gran primer tiempo, se frenó en el complemento y posibilitó el descuento. Igual, la ilusión tiene sustento. 
Domingo, 23 de abril de 2017 23:10
Amieva intenta controlar el balón. Foto: Javier Corbalán
Lautaro Ceratto envía su cabezazo goleador. Foto: Gentileza Néstor Troncoso
Juan Martín Amieva celebra su gol. Foto: Gentileza Néstor Troncoso
El saludo final de los jugadores del albo. Foto: Javier Corbalán

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El sueño se alimenta. Crece al ritmo de la ilusión en cada rincón del Gigante del Norte. En los corazones celestes y blancos. Gimnasia lo sustenta. Acelera, juega y, aunque se frena, también gana. Clasifica. El equipo que dirige Duilio Botella se terminó llevando un triunfo tan importante como los anteriores: 2 a 1 sobre Unión Aconquija. Y se mete en la ronda final por el ascenso. 
Se enchufan todos desde el vamos. Hasta el musicalizador del estadio pega fuerte: “We are the champions” suena en el ambiente. Gimnasia atropella con la mentalidad que Queen imprimió en su letra. Con circulación y presión, desborde y goles. El albo juega para ser campeón en el arranque.
Lautaro Ceratto va, corre, ve por el retrovisor a los que deja en el camino. Nico Aguirre no da resquicios en su cobertura de abanico en últimos metros. Y Juan Amieva es el preámbulo de gritos atragantados, de puños arriba. El tridente está a tono con un equipo hambriento. Y se apoya en un trabajo preciso de mediocampo. Motta no es solo aquel que mete, también piensa, clarifica y se complementa. Bellone es la buena alternativa que propone por derecha (su remate que pasó cerca fue la primera chance del partido). El resto se mantiene concentrado. Sand responde ante un remate de Pablo Villalba. Es una situación aislada. Gimnasia fue el amo de la primera etapa. A Ceratto le faltaron centímetros de justeza en su primer remate. Luego se la sirve a Nico Aguirre y este le da al travesaño. Gimnasia no para. Motta manda un centro y otra vez Ceratto: cabezazo y adentro. Un gol cantado. 
El albo no se queda. Acelera más y el Bocha Rodríguez hace revolcar al arquero con otro buen cabezazo. Y aparece el goleador. Amieva recibe en el círculo central, gira y atascado por Manchado corre igual, con potencia y lanza: golazo, al lado del palo. Gimnasia es un equipo que pretende ascender, aunque a ese gran primer tiempo lo dejó en el vestuario. 
El Gigante del Norte también portaba una leyenda. Se hablaba de un fantasma que asustaba al equipo en los segundos tiempos. Un concepto exagerado. Al albo nunca le dieron vuelta el partido en su casa (se lo empataron solo una vez). 
Esa situación que ganó el mote de un espectro, no es más que un quedo propio, una merma física a simple vista, nada que ver la relajación. Esta lección debe estar más que aprendida. Pero el equipo pierde el control. Las piernas no responden. Ceratto es reemplazado en apenas trece minutos. Había dado ventajas en su primer intento de desborde. Nico Aguirre corre casi sin sentido. Amieva queda a la espera de algún pelotazo y Fabio Giménez pide el cambio, tal vez acalambrado. Las excusas no son convincentes. Un equipo que se jacta de candidato, y Gimnasia lo es, debe exhibir mayor resto. 
Unión Aconquija no crece, pero el albo se pone a su nivel parsimonioso. Y consigue ese descuento agónico (de Villalba). Gimnasia sabe que tiene potencial pero también que debe prolongarlo. Se vienen rivales que no van a perdonar descuidos ni tanta ilusión.    
 

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