¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

23°
1 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

El antiguo rito del otoño argentino

Lunes, 24 de abril de 2017 00:00

En la cultura nacional hay una costumbre anual destinada a miles de lectores. Ese antiguo rito de otoño vuelve el próximo jueves con la inauguración de la 43 § Feria Internacional del Libro de Buenos Aires que dura hasta el 15 de mayo, esta vez con dos premios Nobel de Literatura invitados, Mario Vargas Llosa y John Coetzee.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

En la cultura nacional hay una costumbre anual destinada a miles de lectores. Ese antiguo rito de otoño vuelve el próximo jueves con la inauguración de la 43 § Feria Internacional del Libro de Buenos Aires que dura hasta el 15 de mayo, esta vez con dos premios Nobel de Literatura invitados, Mario Vargas Llosa y John Coetzee.

La empresa editorial nacional y extranjera, librerías, distribuidoras y el Estado provincial y nacional, harán una tregua en sus disputas de mercado y de política pública y darán a conocer una de las ofertas de lectura más grande de la lengua española. Los 45 mil metros cuadrados de la muestra también son aprovechados como oportunidad por los autores salteños que presentan sus libros.

Todo acontece en un país con lectores que toman partido en la tribuna política argentina como si fueran hinchas de fútbol, pero esta feria también se localiza en la mente del lector, ávido de ampliar el horizonte intelectual, eje simbólico de su subjetividad.

El lector argentino es conocido como cosmopolita porque hace la experiencia de leer el mundo a través de autores universales.

El argentino encuentra en la industria cultural del libro un discurso, una ideología, un trazo de lo que es, las diferencias con los otros, la grieta en el sistema del pensamiento y una escritura de conocimientos, historias y fantasías.

Esa industria sabe cómo tatuar lectores, cómo provocarle el deseo de leer, aún cuando el libro pueda interpretarlo o contrariarlo. Los grandes editores de este país son peritos en lo que Kafka exigía de un libro: "ser el hacha que rompa el mar helado que hay dentro de nosotros".

La lectura es un síntoma, es lo singular de cada uno que lo pone a gozar, para bien o mal.

Cada lector hábil o avezado siempre está incompleto con su librito y busca leer más; y cada autor, a su vez, persigue la satisfacción de que su escritura ponga en movimiento a lectores con distintos síntomas.

Esa es la interacción entre el que lee y el autor que busca ser leído porque se siente agente de las pulsiones de la creatividad.

El poeta, dramaturgo y guionista cinematográfico francés, Jacques Prévert (1946-1977), en "El paseo de Picasso", descubre los avatares de la creación humana.

Ese poema requiere un lector que desoculte su sentido.

Prévert narra que un pintor no pudo plasmar una manzana en su tela. La intención fallida le produjo un profundo sueño al lado del atril y la manzana. Justo, pasó Picasso y vio al artista dormido junto a su fruta.

El escritor describió así la escena: "Qué idea pintar una manzana/dice Picasso/ y Picasso come la manzana/ y la manzana le dice Gracias".

El pintor despierta y encuentra la tela en blanco y restos de las semillas de la fruta. Prévert las nombra en el poema como "aterradoras pepitas de la realidad".

La manzana del pintor son los libros en los que el autor plasma algo, poco o mucho, alrededor del todo o un vacío y que dejan solo restos de "aterradoras pepitas de la realidad". El lector devora con su síntoma de saber a los libros, esas pepitas de manzana y, según su talante, dará al autor un gracias como Picasso, o no.

 

 

PUBLICIDAD