Los últimos días de abril se presentan complicados para la administración del presidente Michel Temer, quien el próximo viernes enfrentará una huelga general de las centrales obreras en rechazo a las reformas del sistema de pensiones y laboral, a lo que se suma la aprobada Ley de Hercerización. Hoy, miles de indígenas brasileños que reclamaban frente al Congreso por sus tierras ancestrales, se enfrentaron con arcos y flechas con la Policía tras intentar ingresar al edificio llevando réplicas de ataúdes en homenaje a sus compañeros muertos.
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Los últimos días de abril se presentan complicados para la administración del presidente Michel Temer, quien el próximo viernes enfrentará una huelga general de las centrales obreras en rechazo a las reformas del sistema de pensiones y laboral, a lo que se suma la aprobada Ley de Hercerización. Hoy, miles de indígenas brasileños que reclamaban frente al Congreso por sus tierras ancestrales, se enfrentaron con arcos y flechas con la Policía tras intentar ingresar al edificio llevando réplicas de ataúdes en homenaje a sus compañeros muertos.
La Policía reprimió lanzando gases lacrimógenos, en una escena dantesca que mezcló estelas de humo blanco con flechas y féretros falsos que flotaban en los estanques que anteceden al ingreso del parlamento de Brasilia.
Integrantes de numerosas comunidades indígenas se congregaron esta semana en los amplios parques que circundan el Congreso, como parte de los actos de una reunión anual en la que discuten la problemática de sus comunidades. Pero el encuentro se salió de su carril cuando centenas de miembros de las tribus descendieron por las laderas de césped que circundan al Congreso y se lanzaron a los estanques para depositar ataúdes negros con cruces blancas. Ataviados con ropas típicas, con los cuerpos pintados y muchos blandiendo grandes arcos y flechas avanzaron contra un cordón policial que clausuraba la entrada del predio.
La acción policial hizo que se alejaran para reagruparse a decenas de metros de la entrada principal, lo que permitió que la Policía recogiera algunas flechas de más de un metro de largo que yacían sobre el césped.
"Los cajones representan a todos los indígenas de las 305 etnias que han muerto a lo largo de los años (...) las bancadas ruralista, evangélica quieren destruir nuestros derechos, transformar a Brasil en el granero del mundo y acabar con la biodiversidad del país", dijo a la agencia AFP Marize de Oliveira, una profesora de historia de la comunidad guaraní, de 58 años.
Las protestas indígenas no son extrañas en la capital brasileña. Los grupos reclaman al Estado que les ceda formalmente tierras que pertenecieron a sus ancestros, lo que genera un conflicto con los productores agropecuarios que frecuentemente terminan violentamente.
El negocio agroganadero es una fuerza de gran escala en Brasil, a su vez uno de los mayores productores de alimentos del mundo y responsable de una buena parte de los ingresos externos del país. El sector, está fuertemente representado en el Congreso.