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Mariela Montero: “Me realicé en Chile, pero escucho folclore salteño y me echo a llorar”

La ex integrante de Gran Hermano vive en el país trasandino hace una década. Allí desarrolló su carrera artística. 
Sabado, 29 de abril de 2017 22:32

“¿Y ahora qué sigue?”, se habrá preguntado Mariela Montero, cuando terminó la cuarta edición de Gran Hermano en 2007. Antes de entrar en “la casa más famosa del país” ella había estudiado en Salta con Jorge Renoldi y trabajado en la comedia “Martínez y el Senador”, dirigida por Rafael Monti. Pronto sintió unas ansias de vuelo que no desatendió y a los 19 años probó suerte en Estados Unidos y de allí cruzó a Italia. Para el reality show resultó seleccionada entre 20.000 personas y quedó finalista. A partir de aquel momento no retornó a La Linda, sino que integró el elenco del teatro de revista “Parados por retenciones” en el Teatro Foro Gandhi, junto con Beatriz Salomón, Teto Medina y Adrián el “Facha” Martel (2008). Fue entonces cuando el productor Cacho Amendola la convenció de que un abanico de oportunidades se desplegaría para ella en Chile. Mariela viajó hacia allí con la intención de quedarse 15 días, pero se quedó hasta ahora. En el país trasandino trabajó en programas de televisión como “Intrusos”, “Fiebre de baile”, El circo de las estrellas” y “Así somos”.
Si para por un momento la ruleta de la vida, se encuentra en gira con “Sospechosa la W...”, de Daniel Bombo Fica, un popular y reconocido comediante chileno. 
Volviendo una mirada sobre el hombro, Mariela señaló a El Tribuno que Chile no estaba dentro de mis planes, ni en mis búsquedas, absolutamente para nada. Yo acababa de salir de Gran Hermano hacía dos años y estaba disfrutando de la notoriedad, del suceso que había tenido ese programa en la Argentina y me dije es una locura, qué voy a hacer en Chile”. Aunque llegó a tierra chilena como “quien va, hace una o dos temporadas y se vuelve”, fue tan calurosa la recepción del público local que le cautivó el ánimo y se quedó. “Aproveché las circunstancias que me presentaba la vida, con un nuevo escenario que era vivir en otro país, con otra cultura. No es fácil vivir lejos de tu gente, siempre duele, siempre uno extraña... Ya vivir en Buenos Aires como salteña para mí era difícil, porque hay una diferencia cultural entre el porteño y el salteño enorme. Los tiempos, los ritmos, los léxicos, la comida todo es diferente, reflexionó. Sin embargo, ya había demostrado buenas cualidades para avenirse a diferentes circunstancias en el pasado. “Uno apela como ser humano a la capacidad de adaptación. Todos la tenemos, aunque veces no la entendemos porque estamos en nuestro hábitat, pero cuando uno sale del espacio de confort tiene que aprender a conocer otra cultura, adaptarse a ella y apreciar las riquezas de esa cultura”, señaló.

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“¿Y ahora qué sigue?”, se habrá preguntado Mariela Montero, cuando terminó la cuarta edición de Gran Hermano en 2007. Antes de entrar en “la casa más famosa del país” ella había estudiado en Salta con Jorge Renoldi y trabajado en la comedia “Martínez y el Senador”, dirigida por Rafael Monti. Pronto sintió unas ansias de vuelo que no desatendió y a los 19 años probó suerte en Estados Unidos y de allí cruzó a Italia. Para el reality show resultó seleccionada entre 20.000 personas y quedó finalista. A partir de aquel momento no retornó a La Linda, sino que integró el elenco del teatro de revista “Parados por retenciones” en el Teatro Foro Gandhi, junto con Beatriz Salomón, Teto Medina y Adrián el “Facha” Martel (2008). Fue entonces cuando el productor Cacho Amendola la convenció de que un abanico de oportunidades se desplegaría para ella en Chile. Mariela viajó hacia allí con la intención de quedarse 15 días, pero se quedó hasta ahora. En el país trasandino trabajó en programas de televisión como “Intrusos”, “Fiebre de baile”, El circo de las estrellas” y “Así somos”.
Si para por un momento la ruleta de la vida, se encuentra en gira con “Sospechosa la W...”, de Daniel Bombo Fica, un popular y reconocido comediante chileno. 
Volviendo una mirada sobre el hombro, Mariela señaló a El Tribuno que Chile no estaba dentro de mis planes, ni en mis búsquedas, absolutamente para nada. Yo acababa de salir de Gran Hermano hacía dos años y estaba disfrutando de la notoriedad, del suceso que había tenido ese programa en la Argentina y me dije es una locura, qué voy a hacer en Chile”. Aunque llegó a tierra chilena como “quien va, hace una o dos temporadas y se vuelve”, fue tan calurosa la recepción del público local que le cautivó el ánimo y se quedó. “Aproveché las circunstancias que me presentaba la vida, con un nuevo escenario que era vivir en otro país, con otra cultura. No es fácil vivir lejos de tu gente, siempre duele, siempre uno extraña... Ya vivir en Buenos Aires como salteña para mí era difícil, porque hay una diferencia cultural entre el porteño y el salteño enorme. Los tiempos, los ritmos, los léxicos, la comida todo es diferente, reflexionó. Sin embargo, ya había demostrado buenas cualidades para avenirse a diferentes circunstancias en el pasado. “Uno apela como ser humano a la capacidad de adaptación. Todos la tenemos, aunque veces no la entendemos porque estamos en nuestro hábitat, pero cuando uno sale del espacio de confort tiene que aprender a conocer otra cultura, adaptarse a ella y apreciar las riquezas de esa cultura”, señaló.

Amor a la chilena

Hay un camino artístico, en tramos estrecho y últimamente más holgado, por el que Mariela se fue abriendo paso. 
“Toda mi vida tuve en claro que lo mío era el teatro, la música, las luces, el show y también la comunicación: la radio, la televisión. En Salta me busqué la oportunidad, que tampoco fue fácil. Sin embargo, de chiquita hice un taller de teatro en la Casa de la Cultura, y eso es lo bueno que tiene Salta como ciudad: uno sueña con cosas grandes y querés saltarte las etapas, pero tenés que ver las posibilidades que tenés al lado. A la gente allá le gusta el teatro, aprecia el arte y esto favorece a los artistas”, opinó.
Así dijo que quien se inicia no debería aguardar por una chance dorada que lo deposite en Europa para triunfar, sino empezar a capacitarse y aprovechar mecanismos de financiamiento ofrecidos por el Estado. “Yo he viajado y a veces vivido en Europa, Colombia, Estados Unidos, Ecuador y México y la verdad es que cuando no vivís cerca te das cuenta de las riquezas que tenés en Salta. Allá van naciendo nuevas oportunidades todo el tiempo. Cuando tenés talento siempre hay alguien que te va a ir viendo”, señaló. 
Hoy el hacer funciones a sala llena por todo Chile le hace agradecer la prodigalidad de la vida. “Tengo un presente privilegiado y le agradezco a Dios porque hago lo que me gusta. Trabajo a contramano del mundo, laburo los fines de semanas, viajo por el país, conozco lugares, comidas nuevas, tenemos presentaciones en los mejores teatros”, relató. Sin embargo la fama también tiene un lateral no amable como la conquista incesante de la belleza física. 
“Cuando la gente me conoció yo tenía 25 años. El tiempo pasa y vos tenés que cuidarte, mantenerte y mimarte, si tenés la posibilidad tenés que hacerlo”, dijo. Entre los efectos colaterales esperados del reconocimiento cuenta “las regalías que a veces uno tiene como personaje público, te dan obsequios, regalos, canjes en un gimnasio y estéticas”, y entre aquellos que pueden perjudicar a la gente sin temple enumera “cuando la gente se mete en tu vida, cuando cualquiera quiere opinar si te ves bien o mal o con quién tenés que salir... opinan con total gratuidad”, advirtió. 

Otros sueños 

Reza el dicho popular que quien goza de suerte en el juego no es afortunado en el amor, y si el juego fuera el éxito profesional el corazón de Mariela aún espera quien lo abrigue. “En este momento estoy en un stand by. Me he vuelto muy quisquillosa con mis parejas. Tampoco cualquier hombre entiende la vida que yo llevo, viajo mucho, no es fácil aguantar para un hombre que su mujer se vaya todas las semanas de jueves a domingos. Soy la mujer típica y él no debería ser típico tampoco. Creo en el amor y espero alguna vez la fortuna de formar una familia. Es uno de mis objetivos, uno de mis sueños”, precisó. 
Generalmente, el ciudadano argentino es muy resistido en otros países por algunas características que más corresponden a ciertos grupos sociales y Chile no es la excepción. “Acá el típico porteño no es tan amado que digamos, por eso fue un logro para mí haber llegado al corazón de ellos”, dijo Mariela. Lo curioso es que el gentilicio sí les resulta familiar porque así denominan a los habitantes de Valparaíso allá. Agregó que a su parecer los santiaguinos se parecen en carácter a los salteños. “El salteño tiene una tranquillidad, una pasividad, otro ritmo y el santiaguino también. Además ellos tienen eso de juntarse entre amigos a comer en casas, mientras que en Buenos Aires pasa mucho menos eso. Allí se reúnen en bares o cafés, no tanto en casas”, recordó. 

De Salta extraña...

Mariela, sin contravenir la lógica, dice que extraña a su mamá, “que es mi mejor amiga, mi cómplice, a quien le cuento mis miedos, con quien comparto todo”. También
a sus sobrinas y hermanos. Y aunque la tecnología los acerque no se compara con un abrazo hondo en presencia. Ahora ella recibió a un hermano que se fue a Chile junto con su pareja para buscar empleo. Pero Salta es más que la familia, y Mariela no consigue espantar del todo la añoranza por el pago. “Extraño mucho las calles, las empanadas y el ‘folclor’, que yo amo porque mi papá lo cantaba y me llevaba a las peñas, a las guitarreadas. Cuando vuelvo voy a La Balcarce y me emociono cuando escucho hablar a un salteño, en esa tonada nuestra, y ni hablar cuando cantan”, cerró. 

Los elegidos de Mariela

La música: desde hace varios años estudia canto. Su primer disco se centró en el pop electrónico. Ahora busca hacer “algo urbano, popular, para tener una llegada masiva”. 

Escritura: comentó que lee mucho y se reconoce noctámbula. “A la noche escribo canciones. A veces me agarra la locura y me pongo a cantar inclusive”, declaró. 

Comunicación: también condujo un programa de radio el año pasado y no descarta volver a seducir a la audiencia con alguna nueva propuesta fresca y desenfadada.

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