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Ferroviarios mostraron su gran corazón

Repararon la silla de ruedas motorizada que usa Balbina Guzmán, una mujer mayor imposibilitada de caminar desde su niñez. Cuando su salud se lo permitía, Balbina realizaba tareas solidarias para los vecinos de Güemes.
Domingo, 30 de abril de 2017 00:00

Compañeros de trabajo del Ferrocarril General Belgrano de la ciudad de Güemes repararon la silla de rueda motorizada de Balbina Guzmán, una mujer mayor imposibilitada de caminar desde su niñez. Balbina, con más de 70 años, se encuentra atravesando por difíciles momentos de salud, que la mantienen la mayor parte del día en su casa. Impedida de caminar desde su nacimiento por una malformación de sus miembros inferiores, necesitó siempre de una silla de ruedas para desplazarse. En el 2012 el Gobierno provincial le hizo entrega de una silla de ruedas motorizada, indispensable para poder salir de casa, ya no tendría que esforzarse con los pedales de mano para mover su vieja silla de rueda.

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Compañeros de trabajo del Ferrocarril General Belgrano de la ciudad de Güemes repararon la silla de rueda motorizada de Balbina Guzmán, una mujer mayor imposibilitada de caminar desde su niñez. Balbina, con más de 70 años, se encuentra atravesando por difíciles momentos de salud, que la mantienen la mayor parte del día en su casa. Impedida de caminar desde su nacimiento por una malformación de sus miembros inferiores, necesitó siempre de una silla de ruedas para desplazarse. En el 2012 el Gobierno provincial le hizo entrega de una silla de ruedas motorizada, indispensable para poder salir de casa, ya no tendría que esforzarse con los pedales de mano para mover su vieja silla de rueda.

A finales del 2015 el motor eléctrico dejó de funcionar, Balbina y su marido buscaron la forma de repararlo, sin lograr resultados positivos. "Fuimos a muchos talleres, en especial de motos, pero nadie sabía cómo arreglarla, estábamos resignados", manifestó Oscar. A mediados del 2016 un grupo de compañeros de trabajo pertenecientes al Ferrocarril Belgrano se acercaron a la vivienda de Balbina y ofrecieron su ayuda para reparar la silla motorizada. "Nosotros ya habíamos arreglado una silla con motor eléctrico, pensamos que podíamos hacer lo mismo con la de Balbina, nos llevamos la silla, tuvimos algunas demoras porque no encontrábamos el repuesto, pero por suerte lo conseguimos y ya está reparada", explicó Gustavo Moyano.

La silla sufrió la quema de unos fusibles que solo se consiguen en Buenos Aires; ya con los repuestos en mano, tuvieron que desarmar el motor y volverlo a armar. "Trabajamos en la reparación en nuestro tiempo libre, desde nuestra jefatura nos permiten usar las herramientas, desempeñamos nuestra tarea laboral en los talleres del ferro por lo que estamos familiarizados con la parte electrónica y con los rodamientos, con eso y una cuota de audacia reparamos las dos sillas de ruedas, estamos muy contentos de serle útil a Balbina", expresó Moyano.

Primera acción

En el año 2013, Néstor Corregidor, quien también depende de una silla de ruedas para desplazarse, recibió la donación de una silla con motor eléctrico construida por alumnos y docentes de la Técnica Nikola Tesla, la que también resultó con un daño en su parte eléctrica, esa fue la primera actividad solidaria de los compañeros ferroviarios que lograron repararla en forma gratuita. "Si bien podemos decir que somos la cara visible, hay otros compañeros de trabajo que también colaboran, por ejemplo con el aporte de dinero para los repuestos y la jefatura con los permisos. Esperamos ser útil a futuro para alguna otra persona, estamos siempre predispuestos para colaborar".

Balbina, mujer solidaria

A pesar de su dificultad motriz, cuando su salud se lo permitía, realizaba tareas solidarias para los más necesitados. En la década de los 90, cuando Güemes contaba con un 70% de desocupación y la pobreza afectaba a un gran porcentaje de la población, Balbina salía en su silla de ruedas junto a su marido, Oscar Gómez, a pedir ropa en desuso para entregarla a los que las necesitaran. Visitaba casa por casa y regresaba con bolsas de ropa que luego seleccionaba, arreglaba y lavaba, para recién distribuirla en las escuelas, centros vecinales o capillas. Mucha gente se dirigía directamente a su casa para retirar algunas prendas de vestir refaccionadas. Pero un día sus problemas de huesos y la diabetes le impidieron continuar con la tarea.

 

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