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Nisman, un capítulo en una historia

Jueves, 18 de mayo de 2017 00:00

El señalamiento de Oscar Wilde que afirma que la vida imita al arte y no a la inversa, parece cumplirse en una serie de "casos" en los que lo policial y el espionaje, configuran una trama que está escrita en muchos célebres cuentos y novelas de investigación.

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El señalamiento de Oscar Wilde que afirma que la vida imita al arte y no a la inversa, parece cumplirse en una serie de "casos" en los que lo policial y el espionaje, configuran una trama que está escrita en muchos célebres cuentos y novelas de investigación.

Jorge Luis Borges ya lo anota en "La muerte y la brújula" (Ficciones, 1944), donde un crimen podría ser resuelto a partir del tetragrámaton griego de manera geométrica.

A la muerte de Yarmolinsky, un intelectual judío experto en la cábala y el talmud, se suceden una serie de crímenes, que siguen una lógica matemática en el espacio y el tiempo: 3 de diciembre, 3 de enero, 3 de febrero, en una especie de triángulo cuyos vértices corresponden a los puntos cardinales del este, oeste y norte de una ciudad superpuesta que es París y Buenos Aires.

El detective L"nnrot cree encontrar la clave de los asesinatos en los escritos de la cábala y el tetragrámaton griego (el nombre de Dios, que posee cuatro letras). Entonces, siguiendo estas señales, leyendo los signos como un semiólogo, L"nnrot irá en busca del cuarto crimen, esta vez en el sur, pero sin saber que ahora la víctima será él mismo.

Entre los dos últimos asesinatos hay un simulacro, un crimen que no existió, un artilugio para despistar al investigador o para mostrar la condición evanescente y aparente de la realidad. Lo cierto es que la trama de la investigación induce al detective a su propia muerte, lo lleva al encuentro de su propio final, a un lugar sin salida.

Pero hay algo más; el asesinato del detective no se debe a la causa que investiga, o sea la muerte de Yarmolinsky, sino a otra: la venganza.

La vida (o la realidad o la naturaleza como prefieren algunos) está tan imbuida de ficción que en el caso de las investigaciones detectivescas, es posible trazar coordenadas entre textos y hechos.

Satanowsky

En 1958, Rodolfo Walsh publica en la revista "Mayoría" una serie de notas que tratan de aclarar el llamado "Caso Satanowsky", asesinato del prestigioso abogado Marcos Satanowsky, profesor en la Facultad de Derecho de la UBA, nacido en Kiev, ampliamente vinculado a la comunidad judía y también a la Sociedad Rural Argentina. El crimen fue perpetrado, de acuerdo con las investigaciones policiales y del mismo Walsh, por parapoliciales de la Inteligencia del Estado. Tres hombres irrumpieron en el estudio de Satanowsky en San Martín al 500 de la ciudad de Buenos Aires, a media mañana el 13 de junio de 1957 y lo asesinaron de un tiro en el corazón. Luego huyeron aunque más tarde fueron detenidos.

Las investigaciones fueron tan complicadas que los criminales terminaron puestos en libertad y el hecho quedó impune.

Los asesinos eran reconocidos matones y guardaespaldas de políticos y en sus prontuarios figuraban extorsiones, relaciones con el juego de azar, la trata y el robo a mano armada.

Uno de los asesinos, Marcelino Castor Lorenzo, quien fue probablemente el que apretó el gatillo sobre el pecho de Satanowsky, fue acribillado por una ráfaga de ametralladora desde un automóvil, en octubre de 1972, cuando salía del depósito de hojalata en el cual trabajaba como sereno.

Marcos Satanowsky era el representante legal del dueño del vespertino La Razón, el rico estanciero Peralta Ramos, quien aducía que jamás había vendido las acciones de ese diario al Estado en el período peronista, por lo que se deduce que el móvil del crimen fue económico y comercial, aparentemente.

En 1973, Rodolfo Walsh publicó la investigación en forma de libro en Ediciones de La Flor.

La investigación de Walsh sobre el crimen de Satanowsky se ubica entre Operación Masacre (1957) y ¿Quién mató a Rosendo? (1969), textos de "no ficction", precursores en la Argentina. En los Estados Unidos, Truman Capote, llevaría adelante este género en la década del 60.

Dice Walsh que estos crímenes premeditados con tintes políticos e ideológicos, planificados por la inteligencia o las mafias son "repetitivos y periódicos". Borges en "La muerte y la brújula" habla de "muertes simétricas y periódicas".

Otro caso Satanowsky

¿Era posible, entonces, otro caso Satanowsky?, preguntaron los pesquisas y escritores. La historia se encargó de demostrar que, efectivamente, podía haber (y hubo) otro caso Satanowsky: el "Caso Nisman", semejante por muchas razones que van más allá del hecho de que ambas víctimas son de origen judío, abogados prestigiosos y relacionados con el poder y los medios, razones que se articulan con cuestiones que responden a los mecanismos que surgen de las misma crónicas periodísticas, de la escritura de investigación, y porque los investigadores serán las víctimas de su propia investigación.

En la ficción y en la realidad, el investigador, es "cazado" en su propio laberinto, es víctima de la propia trama que pretende destejer, del propio laberinto que pretende desandar.

El “Caso Satanowsky”, además de estar escrito por Walsh, había ya sido escrito por Borges en “La muerte y la brújula”. 

El “Caso Nisman” estaba ya escrito por Walsh.

Y como si las coincidencias entre realidad y ficción fueran pocas, Satanovsky fue muerto un 13 de junio, Día del Escritor en la Argentina en recuerdo del nacimiento de Leopoldo Lugones.

El mismo Walsh había calificado al asesinato de Satanowsky como el más literario de los crímenes. 

No es casual la admiración que Walsh profesaba por Borges. 

En 1953 había seleccionado “El jardín de senderos que se bifurcan” para la colección Diez cuentos policiales argentinos, editada por Hachette.

Penjerek 

El 29 de mayo de 1962, un día muy frío en Buenos Aires, desapareció la adolescente Norma Mirta Penjerek, única hija de un matrimonio judío que vivía entre los barrios de Floresta y Flores. 

Norma, quien cursaba ya el quinto año en un Liceo de Señoritas, desapareció luego de haber ido a su clase de inglés. La confusión y la desprolijidad en la investigación rodearon el caso. 
Finalmente en el mes de junio se encontró el cadáver de una mujer joven (alrededor de 20 años y de 1,65 m. de estatura) que había sido asesinada unas semanas antes. 

Sin embargo, a pesar de que hubo resultados positivos parciales en el estudio de las huellas dactilares, permanece aún hoy la duda sobre la autenticidad del cuerpo que fuera enterrado en el cementerio israelita de La Tablada como Norma Penjerek, ya que la adolescente tenía solamente 16 años y medía 1,54 m. de estatura. Claramente, estas características no se correspondían con las del cadáver encontrado (casualmente, por un perro).

La cuestión de la trata, de la pornografía entre los adolescentes, quedó al desnudo y el diario Crónica de tendencia amarillista, que pretendía captar la franja de clase media que consumía La Razón, multiplicó sus ventas a partir del “Caso Penjerek”.

Pero lo más notable es que desde el diario El Mundo, a través del periodista Bernardo Neustadt, se conectó la desaparición y el jamás probado asesinato de Penjerek con el “Caso Eichmann”, el secuestro del jerarca nazi Otto Adolf Eichmann, oculto en la Argentina con identidad falsa desde 1950, y que había acontecido en Buenos Aires dos años antes, precisamente en el mes de mayo de 1960 realizado por la “Operación Garibaldi”, de la Inteligencia Israelí (Mossad), que lo sacara sin autorización del país (en esa época era presidente Frondizi, cuyo gobierno presentó sus reclamos al gobierno israelí y a la comunidad internacional) para juzgarlo en Israel y condenarlo a la horca acusado de crímenes contra la humanidad. 

La pena se llevó a cabo en la madrugada del 31 de mayo de 1962, dos días después del secuestro de Norma Penjerek. 

La novela Miserere de Germán García, publicada en 2016, alude a este caso. Fechas que coinciden, periodicidad -nombres- que, quizás encierren mensajes y claves.
La serie víctima, secuestro, medios de prensa, investigación, inteligencia de estado y mafias otra vez funciona para tejer y ocultar la realidad de una desaparición y un crimen misterioso.

Graiver

La muerte en un accidente de aviación en México (agosto de 1976) del poderoso empresario y banquero argentino David Graiver, hijo de inmigrantes judíos, quien había logrado adquirir la empresa Papel Prensa, todavía no ha sido debidamente aclarada. 

Su viuda, Lidia Papaleo, ha denunciado apremios ilegales y torturas provenientes del gobierno del golpe cívico militar de 1976.

En medio del entramado mediático entre los medio gráficos de aquellos años (La Razón de los Peralta Ramos, Clarín de los Noble, La Prensa de los Gainza Paz), la muerte sospechosa de Graiver emerge llena de sombras.

Conclusión

En el cuento “La muerte y la brújula” de Borges, que fue nuestro hilo de Ariadna en este desarrollo, el “razonador” detective (como Dupin) Lönnrot fracasa y se ve enredado en la investigación que él mismo ha desplegado, atrapado por los textos de la cábala, en un infinito laberinto que es el tiempo y la incertidumbre humana. 

Tal vez, una lectura minuciosa de los actos y las relaciones, un trazado firme desde la voluntad y la inteligencia, pueda poner luz sobre estos casos.

De todos modos en estas investigaciones se filtra cierta visión conspirativa de la historia que, por muy descabellada y paranoica que parezca, no deja de ser real, sobre todo en una sociedad bastante paranoica y descabellada como la nuestra.

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