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“El Cuchi voló muy alto hacia nuevas formas posibles de expansión del lenguaje”

Vigente como siempre, la obra del Cuchi Leguizamón goza de buena salud. En el año del centenario de su nacimiento,  la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto” lo celebrará con dos conciertos en clave de jazz que prometen ser memorables. El Tribuno habló con el director de la agrupación, Luis Gorelik, quien adelantó detalles y se mostró deseoso de llegar a Salta con el proyecto.
Jueves, 18 de mayo de 2017 18:53

Por Marina Cavalletti

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Por Marina Cavalletti

 

El Cuchi Leguizamón siempre es noticia en los ámbitos artísticos: sus creaciones, de constante actualidad, son hondas como bosques. Y siempre algún músico fija su mirada en alguno de aquellos árboles y lo reinterpreta.

Con todo, este año es particular para los amantes de “cuchicheo”, porque aquel hombre genial de risa llamativa cumpliría en septiembre cien años. Para celebrarlo, con él en alguna estrella dibujando notas en su piano, se han pensado en diversos homenajes.

Uno de ellos se plasmará en dos conciertos. El primero sucederá pasado mañana, en el Teatro Argentino de La Plata. El otro, se dará en el último día del mes, en el notable CCK.

El imponente edificio porteño  celebrará al Cuchi en el marco del ciclo mensual artistas latinoamericanos, que se inicia este mes con el salteño, continúa con los brasileños Egberto Gismonti y Yamandú Costa y  cierra en agosto  con Leo Masliah.

Allí, volviendo al hacedor del “Carnavalito del duende”,   la Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto” ensamblará con la exquisita cantante Roxana Amed y con Adrián Iaies, destacado pianista y responsable de la programación de Festival Internacional de jazz de Buenos Aires.

La idea es festejar al Cuchi en  “formato swing” por decirlo de algún modo. Es que él era todo un aficionado a la música de la blue note, que supieron cultivar Thelonious Monk y Bill Evans, solo por nombrar a dos grandes pianistas del género.

En este contexto, El Tribuno dialogó con Luis Gorelik, quien supo estar al frente de nuestra sinfónica provincial entre 2007 y 2010 y desde 2016 alza la batuta de “La Filiberto”

“Tengo un hermoso recuerdo de los años en los que dirigí en Salta”, asegura el músico, quien se graduó con distinción en la Academia de Música Rubin de Jerusalem. Pero el eje de la conversación es el Cuchi. Y esto dice Gorelik sobre el autor de “La pomeña”.

 

 

¿Qué significado influencia tiene para vos como músico la obra del Cuchi Leguizamón?

 El Cuchi Leguizamón es una de esas figuras extraordinarias que cada tanto surgen en el panorama musical latinoamericano. Ubicado en la línea justa entre nostalgia y ruptura, abrió nuevas puertas al lenguaje del folclore sin dejar de ahondar en su tradición local. La música del Cuchi es, sin dudarlo, producto del fenómeno de diversidad cultural tan propio de nuestro país.

 ¿Cuál es la relevancia del centenario de su nacimiento  Y cómo reflejaron a ese evento en el repertorio que abordarán con la orquesta?

 El presente homenaje que encargamos desde la Orquesta Nacional de Música Argentina su cuela por una de esas puertas que abrió el propio Cuchi al lenguaje musical del folclore tradicional: la expansión armónica y su casi inevitable desarrollo desde el jazz. Es una mirada de varias de sus más importantes obras, como Zamba de Lozano, Chacarera del expediente, La Arenosa, Balderrama y Cartas de amor que se queman, desde el jazz, creada por el gran pianista y compositor argentino Adrián Iaies. Estos arreglos jazzísticos, que habían sido grabados por el propio Iaies junto a la sensacional vocalista Roxana Amed en el CD ¨Cinemateca Finlandesa¨, fueron, a su vez, releídos desde una mirada orquestal a través del trabajo conjunto que realizamos con el arreglador Popi Spatocco.

 ¿Cuál fue el criterio para seleccionar las canciones, dado que hablamos de un autor prolífico?  

En efecto, el Cuchi ha sido un autor muy prolífico. Por ahora el criterio responde a las posibilidades de desarrollo en un arreglo jazzistico-orquestal que ofrece cada tema, pero podríamos obtener mucho más material si se quisiera.

 El Cuchi​ era un gran aficionado al jazz y a las grandes cantantes del género, ¿tomaron algún dato biográfico, entrevistas o preferencias puntuales del músico al momento de pensar en esta serie de conciertos?  

No. El homenaje es, básicamente, un trabajo puramente musical. Si bien tengo contacto con sus hijos, especialmente con el Dr. Delfín Galo Leguizamón, no pensamos este homenaje como algo personal, sino como un desarrollo estético a través de la relectura de algunas de sus obras mediante otro lenguaje. Por lo demás, creo que si viviera, el Cuchi estaría contento con estos resultados, dado que, como bien señalas, era muy allegado al jazz, género que evidentemente se cuela en muchas de sus composiciones originales.

¿Tienen pensado llegar a Salta con esa propuesta?

 Me gustaría mucho. No he vuelto a Salta desde mis días como Director de la Orquesta Sinfónica (2007-2010) y esta podría ser, quizás, una linda oportunidad. La Orquesta Nacional de Música Argentina -organismo dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación-  tiene entre sus objetivos la tarea de difusión en todo el territorio del país, y de hecho realiza giras por muchas provincias argentinas. Quizás se pueda organizar. De hecho, cuando fui Director de la Sinfónica de Salta, en 2008, realizamos un homenaje parecido junto al tenor Fernando Chalabe, pero con formato más convencional. Aquel concierto tuvo lugar el 8 de julio de 2008.

Algunos afirman que en el cuchi se mezclan constantemente el jazz y el folclore,  ¿podríamos decir que le aportó una cuota de Salteñidad al jazz?

 Me cuesta definir el coheficiente de salteñidad en tal o cual música, y creo no ser el más adecuado para esa tarea. No obstante, estoy convencido de que gran parte de la enorme trascendencia que tiene la música del Cuchi Leguizamón tiene que ver con esa mirada policéntrica de la que hablaba al comienzo de la nota. Al mismo tiempo que ahondó sus raíces, el Cuchi voló muy alto hacia nuevas formas posibles de expansión del lenguaje, lo que para él era una necesidad. De hecho, una de sus obras menos conocidas es un estudio para piano escrito en técnica dodecafónica, titulado ¨Preludio y jadeo¨.   Por eso lo expresé de esa forma: Tradición y ruptura son , quizás, las dos palabras que más definen a este enorme creador salteño.

 

 

 

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