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Los Boy Scouts y una cruzada por valores

Sin lugar propio, los sábados asisten a la escuela Pedraza unos 50 chicos que se educan para lograr un mundo mejor.
Lunes, 22 de mayo de 2017 00:00

Todo comienza a las 16. La escuela Manuela Pedraza abre sus puertas para vivir una nueva tarde de sábado. Cada uno llega con su mochila, se saludan y forman fila para el izamiento de la bandera. Salvo los más pequeños que recién empiezan, todos hacen silencio. Rezan la oración del día y cada uno hace un pedido a Dios de acuerdo a su necesidad más urgente. Luego, cada jefe lleva a su unidad a trabajar en diversas actividades, según la edad y grupo al que pertenece.

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Todo comienza a las 16. La escuela Manuela Pedraza abre sus puertas para vivir una nueva tarde de sábado. Cada uno llega con su mochila, se saludan y forman fila para el izamiento de la bandera. Salvo los más pequeños que recién empiezan, todos hacen silencio. Rezan la oración del día y cada uno hace un pedido a Dios de acuerdo a su necesidad más urgente. Luego, cada jefe lleva a su unidad a trabajar en diversas actividades, según la edad y grupo al que pertenece.

Los scouts, como popularmente se los conoce, trabajan en Rosario de la Frontera hace 31 años. El 27 de octubre de 1985 conformaron el primer grupo que comenzó a desempeñarse en el salón parroquial.

Hoy, después de tanto tiempo, aún no tienen un lugar propio y tienen que pedir prestadas las instalaciones de la escuela para amasar la esperanza de entrenar a los niños para un mundo mejor.

Irene Sobrecasas es jefa de distrito y actual responsable en Rosario de la Frontera. Cuenta que para ser scouts hay que sentirlo ya que no es una tarea fácil. "Se trabaja mucho con los valores. Mediante juegos y estrategias dinámicas buscamos generar conciencia de las cosas buenas. Acá se le cambia hasta el carácter agresivo de un chico. Si bien es una institución mundial dentro del país trabajamos con un proyecto socioeducativo. Se hace hincapié en las áreas de crecimiento como la espiritualidad, sociabilidad, creatividad, afectividad, solidaridad y responsabilidad. Es un cambio de adentro hacia afuera. No se impone nada", señala.

Los chicos aprenden habilidades que luego ponen en práctica en los campamentos. Hacer fuego, armar una carpa, aprender a hacer nudos de acuerdo a las necesidades son solo algunas de ellas. Durante la jornada del sábado, los niños también reciben la merienda y hay un tiempo para juegos. Al finalizar el día, cada uno toma la palabra para hacer una evaluación de lo que más le gustó.

Sin casa propia

Uno de los mayores problemas que tienen es que no cuentan con un espacio propio y eso hace más dificultosa la tarea de los responsables. "Durante la gestión de la intendencia anterior nos habían dado unos croquis para darnos un lugar en el barrio Perón. Hablamos con el intendente Solís para ver que se podía hacer y nos dijo que iba a evaluar la situación. Ojalá sea así porque siempre estuvimos en lugares prestados", expresó Sobrecasas.

Necesitan ayuda

Renzo Arias tiene 21 años y es scout desde hace 11. Es uno de los más experimentados. "Comencé porque un día vi jugar a chicos y me invitaron el próximo sábado y de ahí no me fui más. Quisiera invitar a todos los chicos a hacer actividades lindas, sanas, que los alejan de los vicios y las cosas feas que hay en la sociedad. Aquí tenemos un ambiente tranquilo y somos muy amigos", subrayó.

Los scouts necesitan colaboración constante. Dar la merienda a tantos niños no es nada fácil y es una tarea hecha a pulmón. Por eso se invita a todos los que quieran formar parte de la institución a acercarse los sábados a la tarde en la escuela Manuela Pedraza.

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