Como hacía varios años no sucedía en gran escala, en los últimos meses se observa una gran cantidad de compradores argentinos que, cada fin de semana, cruzan el puente internacional que separa Salvador Mazza de las ciudades bolivianas de San José de Pocitos y Yacuiba, para incursionar en los interminables mercados de pulgas y galerías que son característicos en la zona.
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Como hacía varios años no sucedía en gran escala, en los últimos meses se observa una gran cantidad de compradores argentinos que, cada fin de semana, cruzan el puente internacional que separa Salvador Mazza de las ciudades bolivianas de San José de Pocitos y Yacuiba, para incursionar en los interminables mercados de pulgas y galerías que son característicos en la zona.
Una situación similar se plantea entre la ciudad salteña de Aguas Blancas y su vecina Bermejo, que solo se separa por el río del mismo nombre y cuyo puerto de chalanas revivió por una creciente demanda y movimiento comercial.
Fundamentalmente el interés está centrado en la compra de prendas de vestir, calzado, vajilla, ropa de cama, artículos de limpieza y ahora, como novedad, plantas ornamentales que los "pasadores" entregan fácilmente del lado argentino por sobre las restricciones del Senasa.
Fila de casi 100 metros se forman cada sábado en el acceso al edificio de control migratorio y de la Dirección Nacional de Aduanas de Salvador Mazza, que anteceden el puente internacional.
Es que la notable diferencia de precios en los productos respecto de lo que se paga en nuestro país provocó que nuevamente los argentinos recurran a Bolivia para adquirirlos. En muchos casos, la diferencia es enorme, hasta un 50% más económico y pese a que la moneda boliviana duplica su valor respecto del peso argentino.