A 22 días de la desaparición de la joven Paola Mariana Álvarez y a 11 de la adolescente Gala Cancinos, por ahora, ambos casos siguen el doloroso camino de las "desaparecidas".
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A 22 días de la desaparición de la joven Paola Mariana Álvarez y a 11 de la adolescente Gala Cancinos, por ahora, ambos casos siguen el doloroso camino de las "desaparecidas".
A pesar de que uno y otro caso tienen distintas génesis, no deja de sorprender, salvando las distancias, que el servicio de justicia no llega con la celeridad que ambas situaciones lo ameritan.
Son dos familias destrozadas que claman por la aparición con vida o por la verdad de los hechos.
Esas largas angustias, que de a poco van cruzando el umbral de la sociedad, tienen hoy un punto de encuentro: la plaza 9 de Julio, convertida desde hace un tiempo a la fecha en la plaza de toda clase de reclamos siempre justos pero, a veces, crueles.
Solo en lo que va de la semana cientos de salteños volvieron a reclamar por la aparición de Gala, en la mañana del miércoles, y horas más tarde otra marcha, con menos esperanzas tal vez pero con la misma fuerza por la verdad: la de Paola Mariana Álvarez.
El fiscal penal Justo Alberto Vaca, en la causa por la desaparición de Gala Cancinos, ordenó días pasados un rastrillaje pormenorizado por distintos puntos donde se cree pudiera encontrarse Gala, desaparecida desde el 16 de mayo.
El dolor y la solidaridad no son ajenas, para nada, en esta capital.
En ese contexto, hasta el Ejército Argentino colaboró y colabora en la búsqueda de la adolescente en inmediaciones del barrio Lomas de Medeiros y los predios colindantes con el campo militar.
Sobre el tema hubo muchísimos datos, incluso filmaciones que habrían captado a la joven en la zona oeste de la ciudad, pero el final de cada jornada se define por el silencio, el mismo silencio de las 327 marchas que semana a semana lastiman la memoria de la plaza 9 de Julio.
De la misma manera, hace 22 días que los salteños exigen explicaciones coherentes al fiscal Ramiro Ramos Ossorio sobre el paradero de una joven mamá, desaparecida el 5 de mayo, a pocas horas de haber salido a trabajar a la casa o paradero de un supuesto benefactor "Dany".
A partir de allí, su amigo, amante, pareja o rufián, Santiago Zambrani, según el testimonio propio y de algunos familiares de Paola, dispersó a través de la web las mil y una historias. Las mil y una mentiras, las que a los pocos minutos, horas o días se fueron desmoronando. Sin embargo, a 22 días de su desaparición, y a pesar de tener a casi toda la familia de Zambrani detenida, Paola sigue habitando el oscuro e insondable mundo de las desaparecidas.
Anoche, la plaza se volvió otra vez recordatorio de lo que no puede ni debe ser.
Por el caso Paola, el secreto de sumario privó a los ciudadanos de conocer al menos parte de lo que aconteció o la suerte que corrió o corre la joven mamá.
Mientras ese secreto guarde otros secretos y esos otros más la plaza 9 de Julio corre el riesgo de convertirse en la plaza de los lamentos y las injusticias.