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Los cuerpos "redimidos" por la yihad

Lunes, 29 de mayo de 2017 00:00

Los chicos terroristas europeos del fundamentalismo islámico son los llamados "disaffected routh" (jóvenes y adolescentes disconformes).

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Los chicos terroristas europeos del fundamentalismo islámico son los llamados "disaffected routh" (jóvenes y adolescentes disconformes).

"Una juventud venida a menos, que se siente rechazada, marginada, victimizada, padece un fuerte sentimiento de odio a la sociedad, un sentimiento de indignidad profundamente interiorizado", dijo el sociólogo iraní, Farhad Khosrokhavar, en una entrevista periodística sobre el fundamentalismo violento.

Por su parte, el expresidente francés, Fran‡ois Hollande, cuando pronunció el discurso en el homenaje a las víctimas del atentado al teatro Bataclan definió que "una horda de asesinos mató a 130 de los nuestros e hirió a centenares en nombre de una causa loca y de un dios traicionado".

El Estado Islámico envía musulmanes que leen violentamente al Corán para tener una doctrina teoterrorista, fenómeno del siglo XXI que se presenta como Guerra Santa o Yihad.

Para esa causa hay jóvenes y adolescentes disconformes con el sistema capitalista y la sociedad de consumo vigente. Salman Abedi, 22 años de edad, alto y delgaducho, que rezaba en voz alta en cualquier lugar público, de comportamientos extraños, quería una gran epopeya para su vida: eligió convertirse en un joven-bomba y se inmoló de forma planificada, en obediencia a la teocracia del Estado Islámico. Como todo yihadista joven y disidente asumió, desde su propia militancia y subjetividad, la necesidad y posibilidad de la muerte en acción y así cumplió su última misión. Será recordado por pertenecer a la segunda generación de musulmanes europeos para el yihadismo.

Mientras la "Coalición global para degradar y derrotar al Estado Islámico", formada por Barack Obama con 73 países está en su militarismo defensista, los reclutadores de los chicos-bomba interactuan con los candidatos a la inmolación. Persuaden coercitivamente, usan el tiempo lógico para la radicalización violenta y producen estragos psíquicos en nombre de la fe; impulsan la doctrina sangrienta de los fines de la "Guerra Santa". Estos chicos tienen el rol de utilero-explosivo, de arma humana del combate de los líderes e ideólogos del teoterrorismo. Se suicidan como paso previo para ir al Paraíso, creen que el medio es su cuerpo muerto, tributo a la Guerra Santa. Cumplen el mandato divino que exige -según los yihadistas- el exterminio de Occidente por "degenerado" en las normas y en la cultura. Abedi fue un dispositivo rebelde volando a pedazos durante la barbarie del estadio inglés. La parte más dramática de esta batalla es la política islamista que utiliza a la juventud como caballo de Troya para conmover el afecto y la democracia occidental. El chico-bomba Abedi demostró que en la yihad la elección por una ecuación de vida es la pulsión de muerte hecha de "redención" personal odiando a los otros. Abedi, siempre de cara a la muerte, se radicalizó al presenciar el apuñalamiento de un amigo musulmán, sentía mal tratado en Inglaterra y estaba indignado por la pasividad ciudadana con esa muerte. Los sueños de los hombres y mujeres occidentales son para los yihadistas sus pesadillas, luego "habladas" en un cuerpo lleno de explosivos en el ataque suicida. Ese cuerpo expresa la agitación de lo real que es la fusión imposible entre la religión y la política. Abedi jugó a purificar su cuerpo en el Paraíso, sacrificando al público del Manchester Arena.

 

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