Sigue Muratore y está bien. Si alguien quiere al presidente de Juventud Antoniana fuera del club, los procedimientos son claros: hacerse socio, preocuparse por la institución y votar en asamblea. El que esté fuera de este sistema casi no tiene derecho a reclamo. Los que están adentro, los socios que sí se preocupan por el club pero que no toleran a Muratore, deben respetar los procesos institucionales del cual forman parte con sus cuotas al día, sin bombas ni boicots, sin violencia.
Pepe admitió que el club está “semifundido” (más de tres meses le deben al plantel) y asume su tercer fracaso futbolístico. ¿Que espera para cambiar entonces?
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Sigue Muratore y está bien. Si alguien quiere al presidente de Juventud Antoniana fuera del club, los procedimientos son claros: hacerse socio, preocuparse por la institución y votar en asamblea. El que esté fuera de este sistema casi no tiene derecho a reclamo. Los que están adentro, los socios que sí se preocupan por el club pero que no toleran a Muratore, deben respetar los procesos institucionales del cual forman parte con sus cuotas al día, sin bombas ni boicots, sin violencia.
Pepe admitió que el club está “semifundido” (más de tres meses le deben al plantel) y asume su tercer fracaso futbolístico. ¿Que espera para cambiar entonces?
Tiene poca o nada de credibilidad en el club -afuera también- y la muestra de esto fue su otro gran fracaso: el Festi Santo. Su gestión carece de seriedad y no le duran los tesoreros: renunciaron todos. Esto habla pésimo sobre un tema delicado y no solo alimenta las deudas, sino las sospechas.
Dice que el DT Víctor Nazareno Godoy dirá quién sí y quién no sigue en el plantel para el próximo torneo, el mismo plantel que hace tres temporadas no para de fracasar. ¿Hasta cuándo? Como presidente, hombre fuerte, Muratore debe plantarse y quitar ese olor putrefacto que sale del vestuario. Dejar todo en manos del entrenador suena a simple y burda excusa, como lavarse las manos ante el próximo descalabro. No debe quedar nadie (o casi nadie). Pepe todavía está a tiempo de limpiar su mala imagen y, si no cambia, tendrá un fracaso más.