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Enviado especial - El Tribuno, en Santiago del Estero
Los que escriben la historia dentro de la cancha deben ser los jugadores para que una competencia no se desvirtúe. Los árbitros deben limitarse a ser meros “parteneirs”, sin incidencia alguna en el juego.
Sin embargo, mucha agua había corrido bajo el puente en toda la semana previa por las especulaciones sobre el arbitraje, por el rebote mediático y por la posible “cama” que Mitre le tendría preparada a Gimnasia en la primera parada del pentagonal. Y todos sabían que el juez, tras la decisión del Consejo Federal de “bajar” a Jonathan Correa por estar bajo sospecha, sería la vedette del partido. Y todas las miradas se posarían sobre él, Jorge Nelson Sosa lo sabía más que nadie y entendía lo que se jugaba con su arbitraje. Es por eso que de movida el correntino se preparó para “su” final, Estuvo enchufado desde el minuto uno. De entrada nomás, Sosa no dudó en mostrarles el acrílico amarillo a dos de los jugadores más vehementes del aurinegro, Oscar Piris y Matías Camisay, por fuertes infracciones a Amieva y a Aguirre, respectivamente. Luego amonestó a Ramasco por una clara infracción para tarjeta y no escatimaba imponer su juicio en las divididas.
Sin embargo, quizás el fragor intenso y lo que se jugaba le hizo errar feo: a los 3 minutos, tras una acción del habilidoso Juárez y una respuesta de Sand en dos tiempos, no dudó en cobrar un penal clave para Mitre, que a la postre le daría la apertura del marcador, tras una mano sin intención de Federico Rodríguez en el área.
Si bien esa fue su “mancha”, la actuación de Sosa poco tuvo que ver con la merecida victoria de los santiagueños.