En la madrugada del 31 de marzo Jonathan Exequiel Burgos (17) fue la víctima adolescente de una tragedia inexplicable, cuando dos jóvenes le destrozaron el cráneo con un ladrillo y un garrote de madera.
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En la madrugada del 31 de marzo Jonathan Exequiel Burgos (17) fue la víctima adolescente de una tragedia inexplicable, cuando dos jóvenes le destrozaron el cráneo con un ladrillo y un garrote de madera.
El joven agonizó durante más de tres semanas en las que los victimarios fueron beneficiados, uno con el cambio de carátula de homicidio en grado de tentativa, al de lesiones leves, en tanto que el mayor de los agresores ni siquiera había sido citado.
La indignación de la familia Burgos se vio ahondada con la muerte de Jonathan Exequiel el 25 de abril pasado.
Su abuelo, en cuya casa se hallaba esa noche, aseguró a El Tribuno que nada de lo que dijeron jueces y fiscales se cumplió.
"A mí personalmente después de la agresión me aseguraron que iban a detener a los agresores, pero los liberaron y así estuvieron hasta que mi hijo, el último que habló con Jonathan cuando aún estaba consciente, tomó el toro por las astas y lo ubicó y lo entregó a la Justicia, pero aún queda un prófugo", sostuvo el abuelo.
Al ser consultado por los hechos ocurridos sobre la calle Padre Anduaga de Castañares, dijo que "esa noche Exequiel junto a dos amigos estuvieron en la puerta de su domicilio hasta la madrugada, cuando el principal sospechoso Jorge Damián Toconás, junto a sus dos hermanas y a su cuñado, un menor de edad, comenzaron a arrojar piedras sobre nuestro domicilio".
"Más tarde los muchachos se retiraron hacia la parada de colectivos y cuando mi nieto y su amigo estaban frente a la casa, Toconás lo atacó con un ladrillo por la espalda mientras el menor lo garroteó en el suelo", indicó el hombre.
Jonathan sufrió múltiples fracturas de cráneo y pérdida de masa encefálica. Aún así estos fueron beneficiados con la carátula de lesiones leves.
"Después de la muerte, tanto el fiscal como el juez nos mintieron. Nos dijeron que los agresores estaban fugados en otras provincias y que no podían dar con ellos. Por eso mi hijo construyó un perfil en una red social y consiguió el número de Jorge Damián Toconás, quien delante nuestro nos había enrostrado su condición de impune al señalar que "Camioneros pesa'. Así, con esa burla, ingresó a la clandestinidad de donde se movía a través de las redes sociales, porque es hijo de un sindicalista de Camioneros y era empleado o cobraba a través de ese gremio", denunció Claudino Burgos .
En ese contexto el tío de Jonathan, D.B., dijo que no creyó en la palabra oficial. "Mi sobrino antes de morir me dijo "fueron Jorge Damián Toconas y el menor R., que paguen con cárcel lo que me hicieron', me lo pidió con lágrimas, cuando ya estaba postrado", dijo el tío.
Y relató: "Cuando me informaron que los prófugos estaban fuera de la provincia, y cuando nos dimos cuenta de que estaba caratulado el caso como lesiones leves, observé que no había otro camino que ayudar a la Justicia. Allí fabriqué un personaje de Facebook. Una mujer hermosa y de sexo fácil como le gustan a Toconás, porque él fue alguna vez mi amigo". El tío señaló: "Así lo cacé en la puerta de un telo cuando él esperaba a Katerina. Lo convencí de que debía ir al San Bernardo y pedir perdón y lo hizo, pero faltó a su cita. Después que murió mi sobrino entró en la clandestinidad. Se refugió en casa de su padre sindicalista en Parque La Vega. Pero los encantos de Katerina no los pudo resistir, así que el viernes le di una cita, frente al tanque de agua. Él le pidió a Katerina 800 pesos y recibió una decena de golpes".
El perfil enfermo del sospechoso
El tío de Jonathan confesó que conocía a Jorge Damián Toconás y, sobre todo, su vida.
“Por eso imaginé qué es lo que no podría resistir y así conformé una identidad llamada Katerina. Allí le envié fotos hasta de la cola de mi esposa, que fue la carnada para atraer a quien le quitó la vida a mi sobrino y de quien se decía se hallaba en Buenos Aires.
Si alguien puede leer todas las conversaciones que establecí escribe una novela. Me pidió todo y confesó que la tiene chiquitita. El día viernes mi esposa tomó un remise y fue a la cita. Sabía que iba a haber violencia. Todos los Burgos estábamos a la espera de Toconás. Apareció, se sentó a esperar, paró el remís, se bajó mi mujer y antes del encuentro la Brigada ya había llegado al lugar informada por nosotros sobre la presencia de Toconás.
Así cayó un prófugo de la Justicia salteña.
Esperamos que el castigo sea el que merece y no haya otro cambio de carátula que lo beneficie”.