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Balvorín sigue en el ojo de la tormenta 

Tras la salida de Ragusa, el delantero se lesionó y se quedaba afuera por dos meses, pero ahora se perfila como titular para el domingo. 
Martes, 09 de mayo de 2017 23:15

Salvador Ragusa se va del club. La dirigencia de Juventud Antoniana “lo raja”. “No se llevaba bien con el plantel”, argumentaron. Rápidamente se levanta el dedo acusador y todas las sospechas: Gustavo Balvorín encabezaba la rebelión. Lo habría hecho junto a los otros experimentados del plantel, claro. 
A las pocas horas el delantero se lesiona y se anuncia hasta con lujos de detalles: ruptura del tendón supraespinoso (una lesión en el hombro). Los diferentes medios y prensa partidaria se hacían eco de la noticia que, aunque fuera cierta, no dejaba de ser sorpresiva y sospechosa. Supuestamente, el diagnóstico médico le daba dos meses de recuperación, un tiempo excepcional que a Balvorín le serviría para salir de escena, despegarse de la “volteada” a Ragusa y, de paso, asegurarse una temporada más en el santo. Sonaba macabro. 
Llega Víctor Nazareno Godoy y declara: “Por lo que veo, Balvorín está para jugar”. ¿No tenía para dos meses? El DT de Juventud Antoniana deja abierta la posibilidad de ponerlo el domingo en el arranque de los play-off. Clínicamente es probable que el tucumano pueda bancarse el roce del juego aun con el hombro “tocado”, y luego deba parar para entrar al quirófano. En este caso, Juventud debería seguir cobijándolo por razones laborales: se lesionó jugando en el santo, el club no puede liberarlo hasta que se recupere. Pero el delantero debería ser sincero consigo mismo llegado el momento y quitarle cualquier responsabilidad al santo. Debería...
Balvorín llegó a la Lerma hace tres años y, sin dudas, es uno de los referentes y voz de mando puertas para adentro. En los dos primeros campeonatos cumplió. Hizo varios goles y su nombre figuró en las tablas de artilleros. Eso sí, las críticas para con él siempre estuvieron presentes aunque muchas veces fueron exageradas. Pero todo esto ya es pasado.
Balvorín no ha sido el mismo y comienza a ser un gasto enorme -seguramente está entre los sueldos más altos del plantel-, pues el “costo-beneficio” ha disminuido considerablemente para Juventud: su último gol fue hace cinco meses, en noviembre pasado, en el clásico que Juventud le ganó a Gimnasia por 2 a 1. Antes de ese tanto había hecho cinco más. Pocos. En el nonagonal, cuando más se necesitaba de su aporte, como del resto del plantel, hizo poco y nada. 
Gustavo Balvorín es el hombre de la discordia hoy en el santo aunque los dirigentes se desesperen por cubrirlo. Es uno de los que, supuestamente, vive “al día” mientras otros esperan cobrar. Para la dirigencia es todo mentira. Y con esta dudosa lesión perdió el poco crédito que le quedaba en los medios, mientras la desconfianza en los hinchas también crece. Era casi un intocable.
Balvorín tiene una sola alternativa para cambiar su desgastada imagen: jugar, convertir goles y que esos sirvan para que Juventud avance en el play-off. Y para ser perdonado, el equipo deberá lograr el ascenso. Hoy, la realidad está muy lejos de eso.
 

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Salvador Ragusa se va del club. La dirigencia de Juventud Antoniana “lo raja”. “No se llevaba bien con el plantel”, argumentaron. Rápidamente se levanta el dedo acusador y todas las sospechas: Gustavo Balvorín encabezaba la rebelión. Lo habría hecho junto a los otros experimentados del plantel, claro. 
A las pocas horas el delantero se lesiona y se anuncia hasta con lujos de detalles: ruptura del tendón supraespinoso (una lesión en el hombro). Los diferentes medios y prensa partidaria se hacían eco de la noticia que, aunque fuera cierta, no dejaba de ser sorpresiva y sospechosa. Supuestamente, el diagnóstico médico le daba dos meses de recuperación, un tiempo excepcional que a Balvorín le serviría para salir de escena, despegarse de la “volteada” a Ragusa y, de paso, asegurarse una temporada más en el santo. Sonaba macabro. 
Llega Víctor Nazareno Godoy y declara: “Por lo que veo, Balvorín está para jugar”. ¿No tenía para dos meses? El DT de Juventud Antoniana deja abierta la posibilidad de ponerlo el domingo en el arranque de los play-off. Clínicamente es probable que el tucumano pueda bancarse el roce del juego aun con el hombro “tocado”, y luego deba parar para entrar al quirófano. En este caso, Juventud debería seguir cobijándolo por razones laborales: se lesionó jugando en el santo, el club no puede liberarlo hasta que se recupere. Pero el delantero debería ser sincero consigo mismo llegado el momento y quitarle cualquier responsabilidad al santo. Debería...
Balvorín llegó a la Lerma hace tres años y, sin dudas, es uno de los referentes y voz de mando puertas para adentro. En los dos primeros campeonatos cumplió. Hizo varios goles y su nombre figuró en las tablas de artilleros. Eso sí, las críticas para con él siempre estuvieron presentes aunque muchas veces fueron exageradas. Pero todo esto ya es pasado.
Balvorín no ha sido el mismo y comienza a ser un gasto enorme -seguramente está entre los sueldos más altos del plantel-, pues el “costo-beneficio” ha disminuido considerablemente para Juventud: su último gol fue hace cinco meses, en noviembre pasado, en el clásico que Juventud le ganó a Gimnasia por 2 a 1. Antes de ese tanto había hecho cinco más. Pocos. En el nonagonal, cuando más se necesitaba de su aporte, como del resto del plantel, hizo poco y nada. 
Gustavo Balvorín es el hombre de la discordia hoy en el santo aunque los dirigentes se desesperen por cubrirlo. Es uno de los que, supuestamente, vive “al día” mientras otros esperan cobrar. Para la dirigencia es todo mentira. Y con esta dudosa lesión perdió el poco crédito que le quedaba en los medios, mientras la desconfianza en los hinchas también crece. Era casi un intocable.
Balvorín tiene una sola alternativa para cambiar su desgastada imagen: jugar, convertir goles y que esos sirvan para que Juventud avance en el play-off. Y para ser perdonado, el equipo deberá lograr el ascenso. Hoy, la realidad está muy lejos de eso.
 

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