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“Hay que discutir cómo hablar con jóvenes en una realidad que ya no es la misma que hace 20 años”

Victoria Liendro, integrante de Mujeres Trans Argentina.
Domingo, 11 de junio de 2017 00:38

En la última marcha de #NiUnaMenos la bandera de la diversidad, con sus colores potentes, fue la más larga de todas. Victoria Liendro, referente del colectivo trans en la provincia, contó a El Tribuno las deudas que tiene el Estado con respecto no solo a la legislación sino también a la implementación de leyes como la de identidad de género y la de educación sexual integral.

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En la última marcha de #NiUnaMenos la bandera de la diversidad, con sus colores potentes, fue la más larga de todas. Victoria Liendro, referente del colectivo trans en la provincia, contó a El Tribuno las deudas que tiene el Estado con respecto no solo a la legislación sino también a la implementación de leyes como la de identidad de género y la de educación sexual integral.

¿Cuáles han sido las conquistas del colectivo trans?
La mayor conquista de los últimos cinco años fue, sin dudas, la Ley de Identidad de Género (26.743, promulgada en 2012), que consagra en el DNI la identidad autopercibida. Esa ley es paradigmática en el mundo de los movimientos que reivindicamos los derechos de las personas trans. La ley permite hablar de ciudadanía para un sector social históricamente fuera de ella: personas travestis, transexuales y transgéneros.

¿Cómo es la aplicación de esa ley en Salta?
En Salta recién el año pasado empezamos a darle forma a la reglamentación del artículo 11, que garantiza la salud integral de las personas trans. La ley de cupo laboral trans sigue durmiendo en la Cámara de Diputados, que tiene que ratificarla. 
En la Provincia no existe un área específica con presupuesto asignado, lo que permitiría diseñar políticas públicas. Hay una Mesa por la Diversidad que no tiene carácter de ejecutivo. Si bien es importante que exista, hay que avanzar más por una cuestión de tiempos: hace cinco años tenemos esta ley en la Argentina. En la ciudad se desmanteló la Dirección de la Diversidad de la Municipalidad. 

¿Qué luchas quedan pendientes?
Hay promoción de los derechos por un lado y, por otro, un código contravencional discriminatorio y anacrónico, que pierde agua por todos lados. El artículo 114 sanciona a las personas trans en situación de prostitución y el artículo 46 bis entiende como contravención la discriminación por orientación sexual e identidad de género. Sin embargo, la Policía reprime, hostiga, discrimina y violenta a un sector social que sigue marginado de la agenda pública.
Celebramos que se haya debatido el proyecto contra el acoso callejero pero consideramos que introducir un artículo en el código contravencional es vaciar de contenido de la propuesta. Lo ideal hubiera sido una ley aparte. 

La desaparición de Gala Cancinos ha sido vinculada con temas de género...
Por lo que hablé con familiares, hay indicios de que Gala estaba haciendo una transición o un despertar por fuera de lo heteronormativo. Hace más de 20 días que su desaparición nos interpela a todos. Esto tiene que poner en discusión cómo se habla con jóvenes adolescentes en una realidad que ya no es la misma que hace 20 o 30 años. ¿Estamos hablando sobre esto en las escuelas? 
La Ley de Educación Sexual Integral (ESI) -26.150, promulgada en 2006- tiene vigencia y los contenidos que se desprenden de ella deben enseñarse en el contexto áulico. La pregunta es cómo se enseña eso en una provincia que tiene enseñanza religiosa por ley y donde hay mucha resistencia de algunos sectores.
Es un rol social el de educar y el docente debe tener la predisposición de tratar estos temas. Los contenidos no vienen de arriba, hay recortes que hace alguien para decidir “esto se enseña y esto no”: la currícula oculta. Hay que preguntarle a la ministra (de educación Analía) Berruezo. 

¿En qué lugar quedan niños, niñas y adolescentes sin estas herramientas?
No estamos escuchando a nuestros jóvenes adolescentes, que están en una edad “crítica”. No estamos acompañándolos. Algunos se van de casa, otros son interpelados por su orientación sexual o por su identidad de género, distinta de lo hegemónico, también impuesto por los medios de comunicación.
Hay infancias y adolescencias en hogares donde “de eso no se habla”. Es muy común esa mirada en la provincia, que ha frenado la enseñanza científica en las escuelas. 

¿En qué cosas influye la falta de ESI?
No podemos decir que sea cultural que una chica se enamore de su asesino. La concepción de ella es la de la codependencia emocional y es muy patriarcal el codepender de alguien, en este caso, de su asesino. No es una cuestión cultural, sino política. ¿Cómo estamos educando? ¿Qué modelo de adolescencias y de ciudadanos y ciudadanas queremos? Esa es una discusión política y tiene que ver con qué agenda tiene el Estado para ello.
Por eso pienso en las mujeres trans, que como sociedad las hemos construido en la marginalidad. El itinerario de mujeres y varones trans en muchos casos ha sido huir de su pueblito a una ciudad mayor y luego a la gran ciudad, donde se encuentran con la libertad. Eso implica exponerse a la muerte y a todo lo que significa estar por fuera de la legalidad, que es no ser vos. 

¿Qué significó la marcha #NiUnaMenos en este contexto?
Es una interpelación a la agenda pública, que es donde debería estar la agenda de las mujeres y de las disidencias sexuales. Tiene que ver con la construcción de mujeres y varones empoderados para hacer una sociedad armónica, sin asimetrías de género, sociales ni de clase.

¿Qué otros espacios públicos están limitados al género masculino?
En el deporte se ve cómo la mujer no accede al espacio público. En la Federación de Hockey me dijeron que todas las asociaciones de deporte están pidiendo que se derogue la Ley de Identidad de Género. El promedio de los dirigentes del deporte piensa así. 
Los domingos en la Liga Salteña de Fútbol hay chiquitos por todos lados. Y las nenas, ¿donde están? Es una cuestión de accesibilidad al espacio público y de presupuesto porque ellas no tienen dónde entrenar o deben hacerlo con chicas más grandes. Eso muestra la desigualdad de acceso para varones y mujeres: pocos recursos, los últimos lugares para entrenar y las canchas más dañadas. Las mujeres también tienen que formar parte de las comisiones directivas. Es enorme la batalla que hay que dar.

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